Puede parecer que el teléfono móvil y los cuadernos nada tienen que ver entre sí, que ni son rivales ni se complementan; que pertenecen a ámbitos de uso muy distintos. El teléfono móvil es un objeto moderno, tecnológico, funcional y multifunción. En cambio, el cuaderno es antiguo y elemental; funcional y práctico, sí, pero no sirve más que para anotar cosas. Qué primitivo.
Y además, para colmo, esa única función del cuaderno también la ha usurpado el móvil.Así es: además de sus funciones exclusivas, también tiene el móvil un uso que tradicionalmente correspondía a los cuadernos o similares. Por ejemplo, cuando alguien nos daba su número de teléfono (fijo, claro), lo anotábamos en un cuaderno o en una agenda. Ahora nos hacemos una llamada perdida y ya tenemos los números registrados en nuestros aparatos. Y para comunicar otros datos, como una dirección, un nombre, etc, nos mandamos un mensaje de texto o, si hay confianza, un wasapillo. Y antes, cuando íbamos a una librería y nos interesaba un libro que no íbamos a comprar en ese momento, sacábamos un cuaderno y anotábamos los datos del libro. Ahora sacamos el móvil y le hacemos una foto. Ya no hay que anotar nada. No hace falta papel ni bolígrafo ni lápiz. Incluso, llevando la cosa al extremo, ni siquiera hace falta saber escribir.Pero lo cierto es que las cosas no están tan mal para el humilde bloc y la modesta libreta. Muchas personas, como yo misma, seguimos utilizándolos a diario. Y aunque no podamos prescindir del móvil y el ordenador, nos mantenemos fieles a los instrumentos de escritura manual, que, según para qué, cómo y cuándo, siguen siendo más prácticos, cómodos y rápidos que los aparatos tecnológicos más novedosos. A ciascuno il suo, que dijo Leonardo Sciascia. A cada cual lo suyo.
Y es que a mí me parece que los cuadernos siempre son necesarios. Yo tengo muchos y todos en uso. En uno voy apuntando los libros que me acechan y me incitan a leerlos (porque ya sabemos que contra ese empeño no hay nada que hacer); en otro tomo notas cuando asisto a alguna charla, taller o clase; en otro copio frases de los libros que leo y que no quiero perder de vista; en otro escribo ideas y borradores... Sí, los cuadernos son necesarios e insustituibles.
¿Y qué hay de la permanencia? ¿Cuánto tiempo conservamos un texto anotado o recibido en el móvil y cuánto una nota apuntada en un cuaderno? ¿Cuánto tiempo puede un cuaderno estar guardado en un cajón, conservando impolutas sus anotaciones?
Pero ya sea en el bloc más artístico o en el más sencillo, las palabras y los datos anotados a mano resultan más vinculados a nosotros e incluso más verdaderos, y sin duda más duraderos, que los transmitidos por un mecánico y fugaz tecleo.
"La felicidad es... sentarse tranquilamente a escribir en un cuaderno."