Tenía cinco años cuando a la mitad del camino de la ruta del camión que se dirigía al centro de la ciudad, había un enorme terreno baldío. En ese entonces nunca me imagine que iba a ser utilizado para un centro comercial, ni mucho menos para el primer Cinépolis de Organización Ramírez.
En Tijuana sólo había dos Multicinemas y dos Cinemas Gemelos para toda la ciudad. Ya se imaginaran la novedad que fue en 1994 cuando Cinepolis abrió sus puertas con diez salas de cine. Nada que ver con lo que es ahora: eran dos grandes salas con capacidad de al menos 500 personas con asientos al ras del piso ( tipo estadio eran inexistentes en esos tiempos) y ocho mini salas de cine con capacidad para lo que supongo eran máximo 80 personas, las paredes del lobby estaban pintadas con color rosa claro, los interiores de las salas eran café oscuro al igual que la tapicería de los asientos.
En ese Cinépolis llegue a ver: Día de la Independencia, El Rey León, Los Picapiedra, Toy Story, La Súper Risa en Vacaciones 8 , Cuidado Bebe Suelto, Siete Años en el Tibet, X-Files , Lobo Americano en Paris y Los Vengadores. De ahí en adelante , la apertura en 1998 de un nuevo cine por parte de una cadena norteamericana ya no hizo tan atractivo el ir a Plaza Carrusel.
Con el paso de los años Cinépolis mejoró su imagen corporativa, añadiendo nuevos colores, salas tipo estadio, más de una dulcería , grandes pantallas. Sus directivos hundieron sus anteriores conceptos de Multicinemas y comenzaron a invadir las ciudades con la novedad que fue las salas múltiples. El éxito no se ha hizo esperar y actualmente todas las ciudades de México cuentan con al menos un Cinepolis.
Ahora con gran orgullo en cada inicio de película un promo me avisa del gran logro que ha sido la globalización del innovador concepto de salas múltiples. Luego se da el lujo de utilizar a grandes cadenas productoras para felicitarlos con sus actores pronunciando equivocadamente con “Cinepole”, el Rayo McQueen deslizándose sobre el logotipo, hasta los Pitufos con su odiado doblaje planeando una pitufiesta.
Si hay que dar gracias, festejar y sentir el orgullo de una empresa mexicana logrando sobresalir en el extranjero. Ha sido el esfuerzo de centenas de mujeres y hombre que a través de los años han logrado con su innovación llegar a 40 años de existencia. Es por eso que les recomiendo que abandonen la menopausia y logren ofrecer palomitas de calidad en la dulcería, salas de cine limpias, baños higiénicos, tapicería en adecuadas condiciones, una alfombra reluciente sin que tenga un caminito de tierra que resulta más benéfico al momento de salir que las odiadas luces de emergencia en el piso que no funcionan; y sobre todo una calidad de imagen impecable en la pantalla que no haga que me arrepienta de haber ido al cine.
Si fui muy exigente en lo anterior es porque en aquel lejano 1998 deje de asistir al Cinépolis a cambio de Cinemastar y fui testigo de una experiencia diferente: asientos reclinables, salas limpias, calidad de imagen , sonido THX, podías llenar dos veces tu envase gigante de palomitas, agregar mantequilla (aunque después me dolía el estomago). Es una lástima que haya quebrado la empresa en Estados Unidos y hayan tenino que vender las salas de México a Cinépolis, que por lo visto no han aprendido nada y se ha dedicado a vender su marca multiplicándose como plaga en vez de mejorar.
Cinépolis debe ser sinónimo de excelencia, hay aquellos que piensan que es lo máximo y sin ser malinchista deseo que asi lo sea. Existe mucho que pueden mejorar y me entristece que descuidan a la mayoría por unas cuantas salas IMAX y 4D con el fin de aumentar su utilidad.
Sin embargo. ¡Felicidades Cinepole!