Los coqueteos
economicistas de los últimos años en Cuba se burlan del proyecto social que se
le prometió al cubano y para el cual se le pidió sangre, sudor
y vida, demostrando el menosprecio por el ser
humano que debía entregar su alma y su cuerpo sin cuestionar,
sin soñar, sin vivir. Una sociedad de, "TE EDUCO, TE CURO, TE ORDENO Y TE MANDO" .
No puede hablarse de
una planificación económica, cuando a la larga no existe un plan
de desarrollo nacional. El discurso se encuentra sustentado pragmáticamente en
la fallida intención de la acumulación, estabilización y recuperación de
capital, cuando la realidad es que el estado cubano pone sus esperanzas una y
otra vez en tretas políticas que cambian su enfoque dependiendo de la
postura del país "benefactor", quedando irónicamente como una de
las prostituta del burdel global. (ECONOMÍA PROSTITUIDA)
Muchos con
sentido común en la isla se hacen una pregunta entre tantas:
¿Cómo el PIB del país crece y no se ve
reflejado en crecimiento de salario, disminución de costos o aumento de
oportunidades para el ser humano?
El abismo entre el discurso oficial y el
pensamiento social crece. La diferencia entre el cubano real y el cubano que el
gobierno le vende al mundo se hace cada vez más irreconciliable. El estado se mantiene
a flote mientras en pueblo se mantiene bajo el agua, ahogado, con pocas
oportunidades de respirar.
La tradiciones culturales cubanas que
trascendían desde lo humano hasta lo económico, forjadas durante más de 400
años, se han convertido en pura pacotilla turística y el cubano que era ya no es, en el momento en que más lo necesita ser.
No resulta un secreto para nadie que
Cuba se encuentra marcada por patrones culturales occidentales y las reglas
económicas que los rigen, perfeccionadas durante siglos de evolución, pero hace
más de 50 años el gobierno de la isla las ha ignorado y hasta excomulgado, y
ahora de golpe se las impone a un pueblo que no está preparado para ellas. La limitada visión de futuro brota de un
conflicto intergeneracional pronunciado.
Es absurdo evolucionar cuando sólo se
tiene sobre la mesa un único modelo de desarrollo: EL DE MANTENER UN GOBIERNO Y UTILIZAR A UN PUEBLO. Vivir en sociedad es
un proceso lleno de contradicciones y complejidades, mucho más, cuando se vive
en una sociedad en "transición
sostenida", en “improvisación
constante”, que permanece probando estrategias sobre la marcha
carentes de métodos fundamentados y necesitadas de una perspectiva desarrolladora
y emancipadora.
Avanzar no puede significar borrar un
pasado y comenzar a ensayar, ensayar y ensayar una y otra vez con un presente
risiblemente innovador y lleno de buenas voluntades. De buenas voluntades está
hecho el mundo y se está cayendo a pedazos, como aquellas casas que en los años
noventa se hicieron de bajo costo por cubanos ingenuos que necesitaban donde
vivir.
No es posible solidificar la economía,
hacerla eficiente y eficaz, si quienes dirigen el estado cubano no son capaces
de permitir (de forma real y no teórica)
el crecimiento de hombres y mujeres empoderados, emancipados, participativos,
comprometidos, liberados de todo signo de apatía y enajenación.
Un
pasado contradictorio desvirtúa a un presente lleno de contradicciones, y no porque el
pasado aflore como fantasma cargado de las imperfecciones sociales de la
seudorepública, sino que se encarga abrumadoramente de mostrar esos descalabros
del proyecto socioeconómico actual de Cuba, que dista mucho de mostrar la
perfección prometida.
Se habla de cambios, se enumeran
cambios, se festeja con aparentes y bien comedidos cambios, pero, sólo un
cambio radical, superador y crítico puede romper con anquilosados esquemas que
se reproducen una y otra vez con intentos de actualizar. Muy lejos está el
pueblo cubano de superar el aletargado estado de crisis en que se encuentra
desde que decidió apoyar un mutante sueño social de unos pocos, si las
estrategias económicas gubernamentales se sustentan en seducción y coqueteo internacional,
en lugar de hacerlo en el impulso interno de una industria privada de bienes y servicios
que fortalezca al país y al ser humano desde adentro.