El cuento
Publicado el 12 septiembre 2012 por Alma2061
Érase una vez... Estas tres palabras tienen un poder especial;
cuando las escuchamos, inmediatamente nos dejamos llevar por la magia y nos
sumergimos en el mundo de la fantasía. Seguro que te encanta escuchar historias
de lugares lejanos, personajes encantados, episodios increíbles..., pero
posiblemente también te guste contarlas. Niños y mayores disfrutamos con los
cuentos, muy especialmente con los que nos ha legado la tradición. ¿Quieres
saber más sobre los cuentos? ¿Te gustaría convertirte en un buen cuentacuentos?
Pues, érase una vez...
… EL CUENTO
El cuento es un relato
breve escrito en prosa, en el que se narran hechos fantásticos o novelescos, de
forma sencilla y concentrada, como si hubiesen sucedido en la realidad. Se
trata, por tanto, de un tipo de obra que pertenece al género narrativo.
Aunque tendemos a creer
que los cuentos se escriben para los niños, no es así; muchos de los que hoy
consideramos infantiles fueron creados para los adultos y luego adaptados para
los pequeños.
Existen dos tipos de cuentos,
los llamados tradicionales o populares, que son historias creadas por el pueblo
y que se transmiten de generación en generación oralmente, y los cuentos de
tradición literaria, que son creaciones de un autor concreto que han llegado a
nosotros a través de los libros.
LOS CUENTOS TRADICIONALES O POPULARES
Antiguamente mucha gente
no sabía leer ni escribir, por eso los cuentos se transmitían de forma oral.
Los padres o los abuelos los contaban alrededor de la lumbre para divertir a
los más jóvenes y mostrarles con ellos unos valores o unas enseñanzas
provechosas. De ahí que la historia sea sencilla y se narre de forma lineal
desde el comienzo hasta el final.
En la estructura de los
cuentos hay un planteamiento, un nudo y un desenlace:
En el planteamiento se
presentan:
- El tiempo en el que se desarrolla el relato
(muy impreciso): érase una vez, hace muchísimos años, en tiempos de
Mari Castaña...
- El lugar (indefinido) donde transcurre la acción: en un lejano
país, en un bosque, a dos leguas de...
- Los personajes, a los que se caracteriza como buenos o malos desde el
principio, sin que varíen a lo largo del relato. Los protagonistas son
niños pobres, a veces huérfanos, o bien hijos de reyes, princesas, etc.; y
los antagonistas o personajes que se oponen a sus proyectos son dragones,
ogros, brujas, duendes, diablos, etc.
- El inicio del asunto del relato.
En el nudo se desarrolla
el conflicto, la acción principal. Los antagonistas intentan dificultar la
labor que han de realizar los protagonistas o hacerles algún mal, pero estos,
ayudados por un hada, una viejecita, un gnomo bueno, etc., o con la ayuda de un
talismán o su propio ingenio, logran superar todas las dificultades que se les
presentan.
El desenlace o final suele
ser feliz; se premia el valor, la bondad o la inteligencia del protagonista,
casi siempre con el amor y el matrimonio. Finaliza con frases como: Colorín
colorado, este cuento se ha terminado; fueron felices, comieron perdices...
Si analizamos los relatos
populares de distintas culturas, descubriremos que muchos de ellos tienen
contenidos muy parecidos, que se producen anécdotas o episodios que son
prácticamente iguales. Esto se debe a que cuentos de pueblos diferentes, en
ocasiones, suelen recrear los mismos motivos. Un ejemplo es el del personaje
que duerme, que en la tradición centroeuropea dio origen a La bella
durmiente, pero que en España también aparece, en el cuento titulado El
príncipe durmiente. ¿Lo conocías?:
Cuenta la historia que
en un castillo lejano hay un príncipe encantado. Es muy guapo y se pasa todo el
año durmiendo, y solo despierta en la madrugada del día de San Juan. Si al
despertar no encuentra a nadie, vuelve a dormirse hasta el año siguiente. Así
estará hasta que una princesa vaya al castillo, se siente a su lado y allí se
quede hasta que despierte el día de San Juan y la encuentre. Cuando esto
suceda, el príncipe se casará con la princesa y se deshará el hechizo.
LOS CUENTOS LITERARIOS O ARTÍSTICOS
Son creaciones individuales,
difundidas a través de los libros. Sus orígenes se sitúan en Oriente, desde
donde llegaron a Europa a través de los árabes. En la edad media destacaron los
cuentos de El conde Lucanor, escritos por Don Juan Manuel; en el siglo
XIX sobresalieron las recreaciones que de los cuentos tradicionales hicieron
Charles Perrault, los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen, como Cenicienta,
Blancanieves, El patito feo, etc. ¿Cuál es tu preferido?
Con frecuencia, los cuentos
aparecen agrupados en colecciones. Es el caso de los Las mil y una noches,
donde se recogen narraciones procedentes de la literatura árabe. La historia
que sirve de marco a estos cuentos es la de un rey persa que solía matar a sus
esposas en la noche de bodas, hasta que una de ellas, llamada Sherezade, decide
acabar con esta cruel costumbre. ¿Cómo? Para salvar su vida, la noche de bodas
empieza a contarle al monarca un cuento que deja sin acabar hasta la noche
siguiente. El rey, intrigado por conocer el desenlace, decide no matarla. Pero
a la noche siguiente, la joven enlaza el final de ese cuento con el principio
de otro, manteniendo la intriga otro día más. Así ocurre una noche tras otras,
hasta que el rey, distraído por los cuento, olvida su obsesión.
Otra colección de cuentos
muy famosa es la que Don Juan Manuel recogió en su obra El conde Lucanor,
compuesta por cincuenta y una historias. En esta ocasión, el conde pide a su
ayo Patronio que le aconseje sobre diferentes problemas. Patronio responde a su
señor con cuentos que ejemplifiquen sus consejos y de los que se pueda extraer
una enseñanza. Aquí tienes un ejemplo, que quizá te resulte familiar:
De lo que aconteció a
una mujer que se llamaba doña Truhana
El conde Lucanor pedía
consejo a Patronio sobre un negocio que le habían propuesto, en el que le
aseguraban que de muy poco acabaría obteniendo gran ganancia. Patronio
contestaba así a su señor:“Señor conde, dijo Patronio, una mujer de nombre doña
Truhana, que más era pobre que rica, un día iba al mercado y llevaba una olla
de miel en la cabeza, y yendo por el camino, comenzó a pensar que vendería
aquella olla, y con lo que le dieran compraría huevos, y que de aquellos huevos
nacerían gallinas y las vendería, y de aquellos dineros compraría ovejas, y así
se imaginó más rica que ninguna de sus vecinas, y que, así podría casar a todos
sus hijos, por lo que iría de ellos acompañada por la calle, con lo que la
gente hablaría sobre cómo de tan pobre había llegada a tener tan gran riqueza.
Y pensando en esto, comenzó a reír con gran placer, y riendo se dio en la
frente con la mano, por lo que la olla cayó al suelo y quebrose. Comenzó a
lamentarse porque había perdido todo lo que había soñado que iba a conseguir
con la olla, pues había puesto esperanza en cosas vanas. Y vos, señor conde
Lucanor, si quisierais que lo que os dijeron y lo que queréis sean cosas
ciertas, procurad que tales cosas sean siempre seguras y no dudosas ni vanas.”
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