Érase una vez una mujer con más ocupaciones que horas tiene el día. Érase una vez una mujer con un trabajo, hijos, un hogar y la cabeza siempre ocupada y siempre activa. Érase una vez una mujer sin tiempo para sí misma. Érase una vez... ¿te suena este cuento?
Seguro que sí, eres mujer, eres madre, eres trabajadora (da igual dentro o fuera de casa, trabajo es todo). Y sientes que las horas del día no son suficientes para ocuparte de las múltiples tareas que la jornada tiene por delante.
Eres la que antes se despierta y la que más tarde se acuesta. Y te convences a ti misma que puedes conciliar porque tienes reducción de jornada, o porque tus padres te ayudan o... pero, ¿concilias?, ¿tu conciliación es verdadera?, ¿esto es conciliar?
Conciliar no es:
- Delegar en los (benditos) abuelos para se hagan cargo de tus hijos mientras trabajas.
- Dejar a tus hijos en actividades extraescolares interminables.
- Reducir una hora de tu jornada laboral pero aún así no darte tiempo a llegar al cole a recoger a tus hijos.
- Trabajar en tu oficina (o cualquier otro lugar de trabajo), salir 'X' horas antes para irte pitando a casa a poner la colada del día (es decir, seguir trabajando).
- Reducir tu horario laboral, pero hacer excepciones de vez en cuando quedándote a reuniones y demás actos fuera de tu horario (reducido) laboral.
- Pasar la tarde con tus hijos y solo pensar en el trabajo porque sabes que debido a tu horario alguien te pondrá la zancadilla.
- Estar tan cansada que ni rindes como trabajadora, ni como madre, ni como pareja, ni como nada.
- Hacerlo todo tu y solo tú.
¿Concilias? Sinceramente yo creo que el término 'conciliación', en este país, es una falsedad y al tiempo el caramelito que nos ponen delante a las mujeres (y a muchos hombres) para seguir con este ritmo frenético e indecente que seguramente nos acabe afectando a la salud.
¿Por qué no se puede conciliar? Porque no nos dejan, principalmente. Tú tienes jornada reducida, pero tus compañeros no, tu jefe lo ve mal, te hacen a un lado, te exigen lo mismo que al resto aunque tengas menos horas de trabajo (y en consecuencia cobres menos). Es decir se trabaja lo mismo pero en un tiempo más reducido. En las empresas (no en todas por fortuna) trabajar en un horario decente está mal visto. Las mujeres nos la jugamos a cada paso y tememos que nos despidan. Son muchas las madres que mencionan la crisis para justificar interminables horarios que les impiden estar con sus hijos todo el tiempo que deberían. Y por supuesto, cómo no mencionar la cultura de lo que yo llamo el culo pegado a la silla. Da igual que no hagas nada, que no sea productivo tu tiempo de trabajo, pero si estás cuenta, si no... eres prescindible. Hay estudios que hablan de los horarios en los que los trabajadores son más productivos. Por pura lógica tras 8 horas en tu puesto de trabajo, tu productividad es ya casi inexistente. Pero aún así, las empresas esperan que el trabajador no tenga prisa por irse a su casa.
¿Es posible conciliar? Es posible, pero no ahora ni en este país. La conciliación es cosa de dos, del hombre y de la mujer, del padre y de la madre. Por norma general intentamos conciliar nosotras, cuando lo que en realidad se necesita es un acto de co-responsabilidad. A mi no me sirve de mucho intentar conciliar, adaptar mi horario laboral y mis deberes familiares, si mi pareja llega a casa a las tantas. Al final sólo un miembro de la pareja se ocupa de todo el trabajo de la familia (niños, hogar, compras, médicos, organización, ...). Y el otro miembro (por norma general el padre) cuando llega es tan tarde que no puede hacerse cargo de lo que debería ser su parte.
¿Qué consecuencias tiene esta falta de co-responsabilidad? Las consecuencias son principalmente para la mujer, a la que se explota sin remordimientos. Y digo sin remordimientos porque la sociedad es lo que espera de ella. Mujeres (o super mujeres) que estén dispuestas a sacrificar sus familias a cambio de rendir tributo al sistema. Mujeres que confunden lo que es realmente la conciliación.
Señores, es hora de que todos hagamos una reorganización de prioridades. Temo, se nos ha olvidado que el trabajo no es una realización personal en sí mismo. El trabajo nos sirve para ganar dinero, y con ese dinero vivimos. Estamos en este mundo para vivir y no para trabajar. El trabajo es un medio no un fin. Si además puedes trabajar en aquello que te guste, ¡ole tu suerte! que además esas horas empleadas podrás disfrutarlas y echarle pasión al tema. Pero recordemos que lo realmente importante, por lo que merece la pena vivir está fuera de ese horario laboral: tu familia, tu casa, tus aficiones, tus amigos.