Mi opinión
Una estampa habitual: el padre espera, sentado en un banco de un centro comercial, a que la madre y el hijo salgan de la tienda, pero ellos nunca aparecen. La tienda solo tiene una salida justo frente al lugar donde Mario espera, sin contar, eso sí, con la de emergencia, pero la alarma habitual en estas puertas no ha saltado, simplemente se han esfumado. ¿Los han raptado? ¿Se han ido voluntariamente?
Con este prometedor comienzo arranca una novela que augura abocarnos a una de esas lecturas compulsivasen las que cada minuto libre es aprovechado para leer unas pocas páginas y efectivamente así es hasta que la trama empieza a deslizarse por situaciones e hilos inverosímiles que me llevan a no entender algunos comportamientos y me conducen a alejarme cada vez más de unos protagonistas con un trazado plano que no se ve compensado por lo que uno espera de este tipo de novelas, o al menos espero yo, a saber, giros, sorpresas y un ritmo desenfrenado que me deje sin respiración.
Con múltiples referencias a la trilogía del “No” tengo que confesar que me he encontrado totalmente perdida en ellos porque no me han parecido simples guiños que los no lectores de aquellas novelas podamos pasar por alto sin tener la sensación de estar perdiéndonos algo, sino lo que es aún peor, tenía la sensación de que más que buscar la satisfacción del reconocimiento por parte de sus lectores, el objetivo era que sus no lectores saliéramos corriendo a por las tres novelas.
Dicho todo esto lo cierto es que El cuento del lobo no deja de ser una lectura entretenida que en general se lee con facilidad, con una prosa sencilla y ágil y un buen puñado de buenos diálogos. Una lectura en la que me hubiera gustado encontrar más tensión narrativa, personajes a los que sentir más cercanos, menos situaciones forzadas y una mayor verosimilitud tanto en el desarrollo como especialmente en un desenlace que me ha dejado ese regusto agridulce de un cierre sin flecos, pero cogido con pinzas y basado en hechos poco probables.
No puedo terminar esta opinión sin dar un tirón de orejas a la corrección de la novela y es que yo entiendo que el autor de cualquier texto por más que repase, a mí me ocurre continuamente, no vea un fallo simplemente por esa ceguera a la que te induce el saber lo que quieres decir, pero para eso está la labor de corrección. No lo haría notar si fuera algo anecdótico, pero son tantas las repeticiones y, sobre todo, las frases mal construidas, principalmente con las palabras descolocadas, que no puedo obviarlo porque lo peor es que, como ya sabéis los que me conocéis y pasáis habitualmente por aquí, en cuanto encuentro un par ya se me encienden todas las alarmas y me falta agarrar el lápiz rojo para ir corrigiendo y eso, qué duda cabe, lastra cualquier lectura.