Revista Coaching

El Cuerpo: algo de lo que nunca te podrás divorciar

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

Si lo Racional y lo Emocional constituyen los dos sustentos más intangibles y libres del trípode que conforma en el Hombre su compendio vital, el Cuerpo se configura como la tercera extremidad cuyo carácter eminentemente material nos condena a una esclavitud dependiente de las leyes de la física y la química y por consiguiente de nuestro atento cuidado personal.

El Coaching, además de otras también, es una disciplina que preconiza el cambio como la herramienta de desarrollo personal principal. Yo mismo defiendo convencidamente el cambio iniciando mi Web con esta popular declaración de principios, incuestionable y de aplicación universal: “Si siempre hacemos lo mismo, siempre obtendremos lo mismo…”. Pues bien, si hay algo en nuestra biografía sin posibilidad evidente de intercambiar ese es nuestro Cuerpo, fiel compañero existencial que nunca nos abandonará hasta llegar al final.

Así las cosas, parece inexplicable que lo único que en nosotros no tiene sustitución sea aquello que no protejamos con más ahínco y fervor, que lo único que condiciona realmente el plazo de nuestro transito por este mundo tan difícil pero tan cautivador no sea prioridad y si indolente olvido que esperanzadamente confía en un aleatorio destino que a nadie asegura la salud ni un futuro prometedor. ¿Cabe mayor despropósito y mayor error…?.

Hace cinco años, en “El Plan de Pensiones Físico”, defendía la conveniencia y posiblemente necesidad de emparejar la prevención económica con la corporal para lograr llegar a nuestro último tercio de vida (25 años o más) en condiciones suficientes de disfrutar en lugar de por falta de previsión, mal vivir y penar. Si todos los que percibimos ingresos somos capaces de realizar hoy un esfuerzo económico por ahorrar (por vía privada o cotizando a la seguridad social) con el objetivo de más tarde podernos financiar, ¿qué razón explica que no observemos la misma intención para tratar de asegurarnos una mejor calidad de vida corporal?. Parece no haber explicación lógica o ¿si la hay…?.

Claro que la hay, pues todo logro en esta vida se mide por esfuerzo y este ejerce como moneda de cambio de lo que queremos y podemos comprar, de lo que aspiramos a alcanzar. En definitiva, cuánto me cuesta conseguir algo y cuanto estoy dispuesto a por ello pagar. Pues bien, todo lo relacionado con el cuidado físico parece que nos supone una cuenta difícil de aceptar, tan cara que llega a no importarnos él como por dentro o por fuera podamos llegar a estar. El “mientras el cuerpo aguante” o “que me quiten lo bailao” no parece forma de interpretar una vida que más que gastada debiera ser protegida para ahora y luego poderla realmente disfrutar.

En “La Vida en 3D” pretendo definir geométricamente nuestra existencia en formato real, tridimensionándola en coordenadas de longitud, anchura y altura, todas susceptibles y convenientes de estirar, siendo la primera esa que corresponde al tiempo por vivir y de quien nuestro cuerpo es el principal guardián. Una vida ancha y alta pero corta poco volumen nos reportará, pues necesitamos del tiempo para todo y de todo para probar, valorar y finalmente decidir con que nos queremos quedar.

Porque de mi cuerpo no me puedo divorciar, no me avergüenza confesar que desde muy joven llevo cuidándolo con esfuerzos y renuncias pues mi Salud es, de todo, lo que más valoro y a la postre siento que ello me revertirá en un horizonte vital todavía pleno de posibilidades de disfrutar de una energética realidad que a mis cincuenta y dos años pretendo alargar en cantidad y calidad. Esto mismo, por mí comprobado, recomiendo sinceramente a los demás…

Saludos de Antonio J. Alonso


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