Pasaje destacado
"Acá estoy, mamá, revuelvo bolsas de datos, naufrago en el infinito de la incertidumbre. Desesperada te busco, Nadiya, necesito algo más que las letras de tu nombre, para saber cómo estás y dónde, para que me cuentes quién soy, qué hacíamos cuando éramos una sola. ¿Me buscás vos también? Estoy como esas personas que dan vuelta toda la casa tratando de encontrar el par de anteojos que en realidad llevan colgado al cuello. Así, mamá, estoy, te llevo en el cuerpo. Acá estoy, soy esto, una hija de la técnica, una vida tarifada, un bicho del creacionismo.Me hice cautiva de mi propia y única obsesión, quedé atrapada en un pantano gigante y espeso desde donde pretendía rastrear a la mujer que me había traído al mundo. La sola idea de comenzar a hacerlo, de pensar en formas posibles de hacerlo, constituía mucho más que un propósito: era el impulso que me mantenía con vida en esa gestación urbana que era el encierro."
Paula Puebla (Buenos Aires, 1984), escritora y ensayista, es especialista en Gestión Estratégica de Diseño por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Dicta talleres de narrativa y colabora en medios digitales con artículos sobre política y literatura. Es una autora comprometida con temas relacionados con el feminismo, la maternidad y la paternidad, el aborto, el amor y el sexo, el nudismo, los swingers o el BDSM, temas que plasma en sus escritos críticos y a menudo corrosivos, en sus variados artículos y ensayos. Ha publicado “Una vida en presente” (17grises, 2018), y el libro de ensayos “Maldita tú eres” (17 grises, 2019), siendo “El cuerpo es de quien recuerda” (Tusquets, 2022) su tercera y última obra publicada, es su primera novela.Los puntos fuertes de la novela✔ El comienzo: desde el principio ya intuyo, presiento que la novela me va a enganchar, no tanto por lo que transmite sino por esa prosa que me resulta especial, cuidada, bonita. Así empieza. . .
Me desperté, como todas las mañanas, antes que él. Estaba desnudo, con el culo blanco apuntando al techo. Me acerqué un poco para corroborar que el grano en el centro de una de sus nalgas estuviera en el punto perfecto para reventárselo más tarde. Las sábanas colgaban enredadas de los pies de la cama, hechas un bollo que parecía de papel. Dormía profundo, como si se hubiera tirado de un séptimo piso directo al colchón y, tras el impacto, hubiera quedado ahí, estampado al sueño. El ángulo en el que tenía acomodadas las piernas dejaba asomar sus huevos suaves que, lejos de encenderme, provocaban en mí algo parecido a la ternura. Por la boca abierta se escapaba un hilo de saliva que mojaba la almohada. Más tarde, cuando se despierte, me dirá que le duele la garganta y buscará argumentos ridículos para echarme la culpa de su malestar: nuestra danza folclórica favorita. Todas las mañanas, desde hace un tiempo que no sabría precisar, la primera imagen que me entra por los ojos es la del cuerpo de este intelectual blando y desgarbado que no se levanta antes de las once y al que todo el mundo trata como una estrella de rock porque repite las dos o tres verdades universales que los tiempos, los últimos cincuenta años, dicen que hay que decir.
✔ La trama: está ambientada en la Ucrania de antes de la guerra, la Ucrania en guerra, y en parte también en Buenos Aires. Tres partes tiene esta historia con tres mujeres titulando cada una de ellas, una hija, Rita (concebida “por catálogo”) y sus dos madres (Nadiya, la que la parió y la albergó nueve meses en su vientre, y Victoria, la que alquiló ese vientre) que nos explican a veces en pasado, a veces en presente, sus vidas, sus puntos de vista y experiencias basadas en el mismo hecho.
● En la primera parte titulada “Rita Pérez Lavalle”, Rita nos cuenta cómo fue su frustrada infancia con sus dos afamados padres, su relación o más bien su no-relación con Victoria, de la que nunca obtuvo ni cariño ni atención, y con un padre rico que les proporcionaba todo lo que necesitaban y querían. Sabremos que ahora no tiene más propósito en la vida que el de reclamar su historia, el de encontrar a su madre postiza, buscarla para encontrar respuestas.
El deseo de saber y el miedo a averiguar todo aquello que necesito saber me hacen sentir viva. Todo lo que tengo es el nombre de la agencia, la fecha de mi nacimiento y un primer nombre: los datos no alcanzan para conformar una historia.
● La segunda parte, “Nadiya Kovalyk”, es epistolar, contiene las cartas de una madre a otra madre, cartas aparentemente ignoradas por Victoria de Nadiya, cartas escritas por la que puso el vientre, a la que contrató sus servicios. Correspondencia en una sola dirección que nos ayuda a entender la vida nada fácil de una chica pobre de los suburbios de Kiev que decidió, para salir de la miseria, prestar su cuerpo, y nos hace partícipes a nosotros, los lectores y a la madre argentina adoptiva, de su periodo de vida reproductiva, de cómo se ha sentido y se siente una madre de alquiler tras el inevitable declive de su cuerpo ahora “inservible” y nos muestra pormenorizadamente su ocaso, su invisibilidad ante una sociedad y unos estamentos que ya no cuentan con ella.
Nadiya siente la necesidad de contactar con cada uno de los niños que ha parido a lo largo de esos años. Es en la actualidad la líder de las Madres Hermanas de Ucrania, una organización instaurada por esas madres de subrogación que decidieron unirse para poder ofrecerles, a todos esos hijos de vientre ucraniano que quedaron huérfanos, rechazados por haber nacido “defectuosos”, un Hogar Modelo
Nosotras nos llamamos Madres Hermanas por el Vientre de la Patria, ¿no es un nombre bonito? Es largo, lo sé, pero creo que representa a nosotras. Somos muy orgullosas de nuestra labor diaria, somos buenas madres, dedicadas, con ideas claras sobre nuestro rol en la sociedad. Tratamos de reparar el daño que el abandono ha hecho en nuestros niños y niñas. No cuestionamos esos agujeros, no queremos saber si son grandes o pequeños, falsos o verdaderos. Lo que las Madres Hermanas sabemos es que son reales. Tan reales como las tibias respiraciones de la pequeña Alexia que se ha quedado dormida al calor de mis brazos. Nadie pensó que lo lograría, pero esta luchadora tiene ya cuatro años. Nació prematura con veintiséis semanas de gestación y apenas 900 gramos de peso. Cuando su madre y su padre de intención supieron que la niña tendría problemas de desarrollo, se marcharon de regreso a su querida Alemania.
Ocupas de un convento abandonado y acondicionado, acogen en la actualidad a cuarenta niños y niñas necesitados de amor y de cuidados permanentes, y consiguen fondos por medio del chantaje a todos los organismos eslabones del negocio, de la cadena reproductiva.
Digamos que conseguimos dinero suficiente de todos los centros de reproducción humana que hay en el país, de los bancos de material genético, de las agencias de turismo reproductivo, de algunas empresas farmacéuticas también (sin ellas toda esta lujuria del siglo XXI no sería posible, desde ya). Usted sabe, ¡nadie necesita la mala publicidad! ¿No es así como se construye en la actualidad una reputación?
Otro papel de esta congregación clandestina es la de investigar. . . Saben, intuyen que muchos de sus hijos también las buscan con desesperación pretendiendo conocer su verdadera identidad, su verdadero origen, sus verdaderas raíces, pero no saben dónde ni como buscarlas. Están bien informadas y lo saben todo acerca de Rita, de Victoria y de Roberto.
Madres Hermanas por el Vientre de la Patria conseguiremos el objetivo de restituir identidad de todos los niños nacidos en gran tierra fértil, hacerlos hijos de nuestra tradición. Lo juramos con la misma fuerza que hicimos al parir a cada uno de nuestros hijos. Sabemos que hemos quedado pegadas al cuerpo de los cientos de niños que fueron nuestros y ahora están por el mundo sin saber quiénes son. La gente miente, las mujeres y los hombres ocultan, la historia ignora y el tiempo borra, pero el cuerpo es quien recuerda
● La tercera sección de la novela está dedicada a “Victoria González”, una celebrity en decadencia que, a través de un vídeo grabado por ella misma le cuenta a su hija de diseño, Rita, a la que hace años no ve ni con la que habla, lo que nunca le contó: cómo dio con la agencia de subrogación en Ucrania, como fueron los trámites y el viaje de turismo reproductivo que realizaron los padres para recogerla. Y le reconoce a esa hija, su malograda maternidad, como fue tener una niña en los brazos a la que no quería, porque ella nunca quiso ser madre y se le hizo un mundo serlo o intentar serlo, y lo que llegó a sentir y no sentir por ella. Y el papel del padre, que se empeñó en tenerla porque él sí quería ser padre.
Nosotras siempre llevamos las de perder. En fin, todo resultó muy distinto al ensueño ese de descubrir el verdadero significado del amor. Lo que vino después, lo que vino en el momento mismo en que te entregaron y te pusieron en mis brazos, fue de terror, qué querés que te diga. Es como si del cielo hubiera bajado un rayo y me hubiera partido a la mitad. Arrepentimiento total. Rechazo más bien. O sea, qué hice, pensaba yo, plis, me quiero morir.
¿Cómo tomará Victoria esas cartas de Nadiya? Cartas que amenazan con contar, desvelar al mundo y a la hija de ambas, Rita, la verdad sobre su sobreactuado embarazo fruto del engaño y la necesidad de mantener las apariencias. Un ultimátum que la obliga a decidir si prefiere blanquear por ella misma la historia de su maternidad, aparentando ser buena y estar arrepentida, o seguir ignorando y aparecer ante el mundo como una mujer mala, despiadada y sin escrúpulos.
O le cuenta usted su gran secreto a Rita o lo hacemos nosotras al mundo
✔ Los personajes están bien perfilados: las protagonistas absolutas son ellas tres y el lector llega a conocerlas muy bien, profundiza en sus mentes y en sus emociones
▶︎ Rita Pérez Lavalle, 25 años, lleva cinco (desde el comienzo de la pandemia) viviendo con Héctor, un intelectual bastante mayor que ella. Cuando comienza a contarnos su parte de la historia, las cosas con él no van bien, su relación atraviesa por un estadio de suspensión vegetativa próxima a la ruptura. Para huir de la tristeza, se refugia y concentra en su búsqueda, en sus pesquisas sobre su procedencia, su ascendencia.
Hay un autor inglés que dice que, como Dios no puede estar en todos lados, nos envía a las mamás. A mí él me dio dos y, sin embargo, no tengo ninguna.
El punto de partida es la web de Tech Babies & Wombs (TB&W.), un Centro de Reproducción Humana en Ucrania que ofertan distintos paquetes y precios como si se estuviera tratando con objetos comprables, de bebés a la carta, un catálogo de un “all inclusive”. Rita establece diálogos imaginados consigo misma y con su verdadera madre, Nadiya, e imagina que ella también la anda buscando.
Paquete estándar con intentos ilimitados: €49.900. Incluye transporte local en minivans, alojamiento en hotel 3 estrellas con media pensión en el área céntrica de Kiev. Estudio DGP (diagnóstico genético preimplantacional) para detectar posibles alteraciones genéticas. Controles pediátricos. Servicio de niñera 4 horas diarias durante la estadía, contemplada en un máximo de 2 meses posteriores al alumbramiento. Si el bebé nace prematuro, TB&W cubre los gastos. Si nacen mellizos, se deberán pagar €3.000 adicionales. El tiempo de espera hasta el primer intento es de 1 año como máximo», leyó Héctor de un tirón, en un intento de neutralizar los datos que ahora hubiera querido no conocer. «Promoción vientre prostético adaptable Sweet Waiting, €375», agregó.
▶︎ Nadiya: no tuvo una vida fácil Su madre trabajaba como criada a tiempo completo para la familia de un conocido médico obstetra y su padre, pobre e ignorante, bebía, fue soldado del Ejército de Ucrania y murió en circunstancias dudosas en el territorio de Crimea, ocupado por la Rusia de Putin. Nadiya es la madre ucraniana, la que ha estado prestando su cuerpo más de dieciséis años, que ha parido y tiene, trece hijos repartidos por el mundo y que ahora encara, reta a Victoria y a ese mundo podrido de fábricas de niños que necesitan cuerpos jóvenes para enriquecerse.
¿O acaso pueden traer niños al mundo sin el hogar obrero que es el vientre de una madre? Aunque falte poco, aquello todavía no es posible, como tampoco es posible prescindir de la semilla del hombre. ¡Ya quisieran muchas! ¡Ya quisieran que su descendencia pudiera ser comprada en el supermercado como un pollo congelado! ¡Ya quisieran poder hacer un niño con apenas una descarga eléctrica sobre sus óvulos!
Rita no es solo su primera hija, sino también forma parte de la primera generación de bebés nacidos dentro de la ley en Ucrania.
▶︎ Victoria, la madre argentina, una mujer famosa que para mantener las apariencias ha mentido a todos acerca de su maternidad y que siempre se ha negado a proporcionarle a su hija adoptiva las herramientas para poder encontrar a Nadiya.
La verdad no sirve si no te hace feliz. Insistir con la verdad no te hace buena persona.
Transmite una aparente imagen de mujer sin fisuras que ahora se dedica contradictoriamente a hablar y a defender los derechos de las mujeres. Siempre ha detestado la fuerte e inquebrantable unión entre Rita y su padre.▶︎ Los dos hombres de la historia son el novio de Rita, Héctor, y su padre, Roberto:
De Héctor, del Dr. Héctor Zak sabremos que es politólogo especializado en derechos humanos. Viaja por el mundo dando conferencias de repudio a los horrores cometidos por y para la humanidad. Un hombre idealista convencido de las buenas causas con especial interés en las luchas por la identidad. Por eso apoya totalmente a Rita en su obsesiva búsqueda.
De Roberto Pérez Lavalle sabremos poco, que es un gran magnate de su país, que se lleva bien con su hija, no tan bien con su exmujer.
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Los temas: el de base, el tema central de la novela es el de la gestación subrogada. Y ¡menudo tema! Da para mucho debate y mucha reflexión. . .Las diferentes maternidades, las de hijos propios, paridos y las de hijos ajenos, paridos por otras, pero maternidades al fin y al cabo porque ambas conllevan un único requisito común, el de ser buenas madres. También aborda el hecho de que las mujeres tendemos muchas veces a proteger, a cuidar, solemos ser madres aun sin haber tenido hijos y expone esos casos en los que padres que contratan “trabajadoras de la gestación” porque se supone que desean tener hijos, los abandonan a su suerte, los rechazan si salen con alguna tara.
Te preguntas por qué un matrimonio desesperado por tener un hijo es capaz de tomar sus maletas y huir sin él, ¿no es cierto?
El caso de Victoria es más deleznable aún, ella sí podría tener hijos, pero no tiene instinto maternal ni quiere dañar su escultural cuerpo, experimentar los aspectos negativos de un embarazo y se deja convencer por el marido para que otra mujer se embarace por ella.
El cuerpo es una máquina imbatible, sabe demasiado.
Otro tema interesante, espeluznante, es el antecedente racial de la subrogación, el programa nazi de nacimientos para fortalecer su raza y producir mayor cantidad de niños de sangre aria posible que surgió durante la segunda Guerra Mundial.
Un plan que no solo se llevó a cabo en territorio alemán, sino también en Noruega, Polonia y países bajo ocupación. Los nazis instalaron casas de maternidad para las esposas de los agentes de las SS y para las mujeres solteras embarazadas que eran consideradas algo menos que las putas de la sociedad. Pero luego las madres solteras eran obligadas a dar sus niños y niñas en adopción a familias en territorio de Alemania para su germanización correcta, alejados de la peligrosa zona de interés. Los agentes de las SS tenían derecho a violar a la jovencita aria que quisieran por el bien de la raza y el futuro del Tercer Reich.
También plantea dos temas terribles: el sufrimiento que padecen las mujeres subrogadas, tanto psíquica como físicamente: cuerpos destrozados de tanto parir sin descanso, depresión posparto tras depresión, las consecuencias traumáticas que puede ocasionar el material genético gestado ajeno al organismo, la elevada tasa de suicidios en mujeres que han alquilado su vientre, o la gran cantidad de mujeres que huyen o lo intentan a mitad del embarazo
No por nada el último mes de gestación se lleva a las mujeres a una casa con otras tantas. Dicen que es para mantenerlas sanas, bien alimentadas, bajo atención médica permanente. ¡Patrañas! ¡Lo hacen para que no escapen!
Y la ectogénesis, un término que yo desconocía por completo y que también impacta. ¡Mirad! . . .
Pronto, verá, ya no seremos necesarias nosotras tampoco. ¿Ha oído hablar de la ectogénesis? Es realmente escalofriante y hace quedar a nosotras las mujeres y nuestra labor de completo prescindible. ¿Qué es eso de gestar en una bolsa plástica? ¿Qué es eso de enchufar un tecnovientre a la corriente como si fuera una nevera o un tostador? ¡Dios santo! Verá cómo todo en el mundo se asemeja día tras día a una película americana de ciencia ficciónResumiendo: "El cuerpo es quien recuerda" es una novela de ficción que expone un debate ético muy interesante, una novela sobre parejas ricas que quieren tener un hijo y que piensan que el dinero lo consigue todo, que tienen medios y dinero suficiente para costearse hijos de criadero explotando el cuerpo de otra mujer para ello. Una historia de mujeres, sobre mujeres que consienten prostituir su vientre para sobrevivir y salir de la pobreza.La culpa es un látigo que pega desde adentroLa maldad no es una cosa abstracta, para nada. Tiene forma, tiene consecuencias y, como si fuera poco, tiene nombres y apellidos. También cuentas bancarias.
¿Os recomiendo esta novela? Por supuesto, por varios motivos: por todos los puntos destacables que os he contado arriba, pero también porque aborda la subrogación desde las dos caras de la moneda, desde la experiencia sufrida por la mujer que ofrece el vientre, y desde las vivencias de la pareja que subroga. Y porque el libro desmitifica la maternidad, la idealización de ese ensueño que pretende descubrir el verdadero y único significado del amor, y pone en duda a aquellos que aseguran que tener hijos es lo mejor que le puede ocurrir a una mujer y que si no se ha parido, una mujer no puede sentirse realizada. ¡No os la perdáis!
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente:
