10 MARZO, 2017
Las manos son la herramienta más versátil del cuerpo humano; las usamos constantemente, en diversas actividades (para arroparnos, destaparnos o colocar la almohada). El magnífico diseño de la mano, junto con el brazo al que pertenece, le permite desarrollar actividades en múltiples posiciones. Esto sumado a la fuerza que pueden llegar a desarrollar los músculos y tendones del antebrazo que llegan a la mano, nos permite realizar acciones tanto de destreza como de fuerza.
No nacemos con un manual de instrucciones para el uso y disfrute de nuestras articulaciones, pero es importante que, a lo largo de nuestra vida vayamos poniendo cuidado en aprender de lo que nuestro cuerpo, en este caso nuestras manos, nos va diciendo. En muchas ocasiones, las manos nos señalan la tensión a la que han sido sometidas en forma de dolor (más o menos fuerte). Sería bueno recapacitar sobre lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho para poder rectificar y, si se puede, no volver a repetir esas acciones molestas de la misma manera. El problema es que solemos acostumbrarnos a hacer las cosas de una manera y nos resulta difícil cambiar los hábitos.
En el caso de las manos, siempre explico que existen tres reglas básicas que tenemos que seguir para que nuestras manos no sufran en exceso:
- Las manos deben descansar y trabajar alineadas con su antebrazo:
- Hemos de trabajar más con la palma y el antebrazo (con las partes más fuertes), en lugar de usar continuamente los dedos para capturar y sostener los objetos:
- La tercera norma (que no por situarla la tercera es menos importante) implica que hemos de poner menos fuerza a la hora de sujetar los objetos, siempre que la situación lo permita.
Fuente: http://www.iuep.es/blog-salud/el-cuidado-de-las-articulaciones-de-la-mano-1/
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