Se aproxima el decisivo partido ante el Sevilla, y me parece haber advertido en ciertos aficionados culés la complacencia y el conformismo de que ésta ha sido una gran temporada, y que podemos sentirnos satisfechos y orgullosos de lo conseguido hasta ahora. Que pase lo que pase, no se puede hablar de fracaso si al final perdemos la Liga. Y eso me pone de muy mal café, oigan. Orgullosos, puede. Pero ¿satisfechos? Seamos serios, caramba...
Una cosa son las palabras que Pep tiene que decir públicamente para descargar de responsabilidad a sus jugadores, y otra lo que los aficionados debemos exigir y sentir. Guardiola, buen psicólogo, sabe que sus jugadores no pueden salir al terreno de juego hispalense con la tensión de que si no consiguen la victoria, y la Liga se aleja, se les va a caer el mundo encima. En ese sentido, pueden estar tranquilos, que no ocurrirá. Personalmente apenas puedo poner reproches a la actitud y trabajo del grupo esta temporada, en la que se ha luchado en la Liga hasta el final, solo el Real Madrid de un imponente Cristiano Ronaldo nos impide ser campeones, donde un gran Sevilla nos eliminó de la Copa, y un mal partido sumado a un perfectamente ultradefensivo Inter nos dejó a las puertas de la final de la Champions.
Así que si se nos escapa también la Liga, no podemos pedirle mucho más a la plantilla blaugrana. Cuando hagamos el análisis final, éste será positivo, en general, en lo que se refiere a esfuerzo, trabajo, lucha... e incluso calidad. Pero no nos engañemos. Estaríamos orgullosos, pero nunca satisfechos. No somos Pep, y debemos exigir algo más. Hay que llamar las cosas por su nombre, y si no ganamos la Liga, la temporada se salda con un fracaso. No se habría cumplido ninguno de los objetivos importantes marcados.
Así que dejémonos de paños calientes, y hay que exigir a nuestros jugadores el penúltimo, y el último, esfuerzo. No darles pie a que se conformen con lo hecho hasta ahora. Que ha sido mucho, es cierto, pero no nos ha dado nada. Y si cumplen con su obligación, la de pelear hasta el final, aunque no ganen no les faltará el cariño virtual. La palmada en la espalda, el apretón de manos, el abrazo, la sonrisa condoliente.
Pero que me dejen en paz con milongas. En nuestro interior tendríamos la cara de tonto del perdedor. La que trae el fracaso. Cuanto antes lo aceptáramos, antes podríamos empezar a preparar la temporada siguiente.
Pero eso es un futuro hipotético. Ahora seguimos dependiendo de nosotros y seguimos siendo los máximos aspirantes. Los favoritos. Endavant Barça! Dadnos una alegría este fin de semana.
Adeu i bona sort.