Que quede claro que mi parte más pretendidamente ecuánime se alegra de las eliminaciones de Italia y Francia en este Mundial, a causa del lamentable espectáculo ofrecido, unos en el terreno de juego, y otros dentro y fuera de él. Sin embargo, también me da un poquillo de repelús (no, no un poquillo, bastante más) ver los titulares y artículos de la pseudoprensa deportiva nacional, plena de arrivedercis y ciaos -como anteriormente estuvieron llenos de au revoirs-, haciendo sangre, metiendo el dedo con saña en la herida, y sublimando la palabra "vergüenza" hasta el paroxismo. Parece celebrarse la marcha de las dos finalistas del anterior Mundial tanto como la posible clasificación de España para la próxima ronda.
Hay aquí mucho del tradicional odio ibérico hacia lo italiano y lo francés, producto de agravios deportivos anteriores. Se recuerdan tantas humillaciones recibidas, eliminaciones a última hora, la nariz sangrante de Luis Enrique, las supuestas piedras en el camino de los Perico Delgado, Indurain o Nadal... incluso se habla de una justicia cósmica que castiga la mano nada divina de Henry ante Irlanda... esa mano que clasificó infamantemente a los franceses, y a la que se le negó el pan y la sal, mientras que la famosa mano de Maradona en Mexico se mantiene con el paso de los años como una mera anécdota más de la historia de los Mundiales.
Aquí se despierta otra parte de un servidor, la más compasiva, a la que no le gusta la persecución desaforada de nadie, la que lamenta el potencial desperdiciado en el conjunto francés a causa de la incompetencia de su entrenador y la chulería e indisciplina de sus jugadores, y la que admira que la peor Italia, como la de ayer ante Eslovaquia, sigue siendo altamente competitiva, y nadie sabe jugar en una competición por selecciones como los azzurri... Les bastaron diez minutos, y dos hermosos goles, para poner los congojos por corbata a los eslovacos, que en los ochenta minutos restantes se habían hecho justos acreedores a la clasificación. Y sin embargo, los italianos estuvieron cerca de obrar el enésimo milagro...
Saltándose divagaciones y volviendo a esta forofa prensa de nuestros pecados, y a un gran porcentaje de la afición por ella contagiada, uno no puede evitar preguntarse si no hay en esta alegria desmesurada en titulares una especie de prevención rayana en el miedo a que hoy España no consiga la clasificación para octavos, completándose así una especie de "trilogía de la vergüenza" según la cual ni los dos anteriores finalistas ni la máxima favorita (al menos para la prensa de aquí) habrían conseguido pasar una fase de grupos que teóricamente les era propicia.
Y maliciosamente me sigo preguntando si en ese caso que la gran mayoría no deseamos, esa prensa que habla ahora de vergüenzas francesa e italiana diría lo mismo en el caso de una hipotética eliminación española. ¿Se echaría la culpa al "adn" culé del equipo y su tiqui-taca? ¿Se empezaría a menospreciar el Mundial, como en su día hicieron con la Champions una vez fue eliminado el Madrid? En este sentido, ya he oido como se habla con cierto desdén de cómo ha quedado una parte del cuadro mundialista de octavos, donde se enfrentarán Ghana, Estados Unidos, Uruguay y Corea del Sur, afirmando con segundas intenciones que uno de estos equipos será semifinalista...
La cuestión es que estos equipos están ahí porque han sido mejores en la liguilla, y junto a otras como la incansable Japón y la pundonorosa Eslovaquia o la sorprendente Paraguay han dado un buen zasentodalaboca a la prepotente Europa, que ve como algunos de sus buques insignia han pasado (Inglaterra) o pueden pasar (España) con más sufrimiento y menos méritos de los esperados, mientras que otros (bleues y azzurri) van a pasar el infierno de las recriminaciones durante mucho tiempo...
Como dijo la inmortal Bette Davis en Eva al desnudo, "Abróchense los cinturones, esta noche va a ser movidita"...
Adeu i bona sort.