Revista Viajes

El cura astrónomo Zarzoso en Cella

Por Angelrequena

El cura astrónomo Zarzoso en Cella

La villa de Cella está próxima a Teruel, a su peculiar aeropuerto y a la Autopista Mudéjar, pertenece al partido judicial de Albarracín y es conocida por su caudaloso pozo artesiano y su acueducto romano excavado en roca (Albarracín – Gea – Cella).

Cella fue lugar de nacimiento y retiro del singular astrónomo Francisco M. Zarzoso (o Martínez Çarçoso).

Un libro publicado en París, In aequatorem planetarum (1526) y el ecuatorio del dorso de un astrolabio del siglo XVI conservado en el Museo de Historia de la Ciencia de Oxford (http://www.mhs.ox.ac.uk/object/inv/49847) llenan de misterio la vida anterior del que fue vicario de Cella entre 1530 y 1556.

El cura astrónomo Zarzoso en Cella

Como otros aragoneses y valencianos es de suponer que se desplazó para proseguir sus estudios a París. No consta, pero la edición del libro y la utilización del meridiano de París para las tablas hacen muy segura su presencia en la antigua Lutecia en pleno auge.

Otro misterio es que el libro se dedique a la construcción, descripción y uso de un instrumento con el que tropecé por casualidad, el más maravilloso a mi juicio. ¿Estamos ante un gesto de humildad para no atribuirse un invento complejo que detalla tan minuciosamente?

El sistema ptolemaico no es nada simple; la Tierra en el centro, trayectorias circulares y con movimiento uniforme obligan a multiplicar los círculos para ajustar lo observado al modelo. Un planeta se mueve en un epiciclo cuyo centro es una circunferencia deferente excéntrica con la Tierra y el movimiento es uniforme con respecto a un tercer centro, el ecuante.

El cura astrónomo Zarzoso en Cella

La complejidad del sistema y las dificultades de cálculo aconsejan la utilización de dispositivos mecánicos que simplifiquen la tarea. El astrolabio sirve para situar al Sol y las estrellas fijas durante la rotación de la Tierra y según posición del Sol en la eclíptica. El ecuatorio nos coloca los planetas conocidos y la Luna. Zarzoso dice que su aparato es simple, y lo es ciertamente en relación a lo que pretende representar que es tremendamente complicado, pero no en sí mismo.

El instrumento consta de limbo (corona exterior) graduado y con zodiaco, tímpano de múltiples circunferencia concéntricas  para los ecuantes de los distintos astros, estrella hexagonal móvil de las deferentes y círculos de los epiciclos en tres de los brazos de la estrella. La Luna ocupa un brazo, Mercurio y Venus otro, y el tercero engloba a Marte, Júpiter y Saturno, los planetas exteriores del modelo.

De In aequatorem planetarum conservamos las ediciones de 1526 y 1591(en red) de París, pero no se descarta una edición anterior de Venecia.

Se da por sentado (¿?) que Zarzoso prosiguió sus observaciones astronómicas en su casa de Cella pues está situada en el lugar idóneo, la parte más alta de la colina, y tiene muchas ventanas (calle Ricos Hombres, junto a la plaza). Cuando Ángel Aguirre Álvarez publicó su tesis doctoral sobre Zarzoso (1980) la casa estaba habitada pero hoy no lo parece. Una sencilla placa de la fachada recuerda a Zarzoso. Una calle del pueblo y el colegio llevan el nombre del astrónomo. Suponemos que entre las prioridades de la vecindad se encuentre la restauración y uso de la casona.

Las primeras descripciones de los ecuatorios son andalusíes (Ibn al-Samh, Azarquiel y Abu-l-Salt). Un modesto cura turolense contemporáneo de Copernico describirá el instrumento más simple de la compleja astronomía planetaria ptolemaica.

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