Revista Insólito

El cura guerrillero Merino

Publicado el 17 diciembre 2010 por Monpalentina @FFroi
El cura guerrillero Merino
El 12 Noviembre de 1844, fallece en Alencon (Francia) el cura y guerrillero Jerónimo Merino. Nacido en el pueblo de Villaviado (Burgos) en 1789, a los 21 años era sacerdote de su pueblo natal. En 1808, un regimiento francés llegó a Villaviado. Los desmanes y humillaciones cometidos por los soldados hicieron que Merino decidiera hacerse guerrillero. Formó un pequeño ejército y a los pocos meses se había convertido en un autético azote para los franceses, a los que tendió numerosas emboscadas. Cuando se volvió a instaurar la monarquía de Fernando VII, se le concedió la canonjía de Palencia, cargo en el que duró poco tiempo pues se enemistó con el clero de la ciudad y decidió regresar a Burgos. En 1820 se levantó en armas contra la revolución liberal de Riego. Tras la entrada en España de los Cien Mil Hijos de San Luis, el rey disolvió su cuadrilla. Esta decisión irritó al cura guerrillero y, por ello, a la muerte del monarca se alió en el bando de don Carlos. Intervino en la primera guerra carlista. Firmado en 1839 el tratado de Vergara, se retiró a Francia.
En "La Fiera de los Pinares, o sea la muy célebre renuncia del Cura Merino al linaje humano: Su domicilio sempiterno en los bosques y las selvas", publicado en 1834 en la imprenta Verges, de Madrid, puede leerse:
«...Soy una fiera: al nacer me tuvieron por hombre, y este error ha labrado el tormento de mi vida y la desdicha de cuantos seres se han visto en la forzosa precisión de conocerme y de tratarme. La naturaleza me formó velludo: ésta sola circunstancia debió fijar a mis ayos y pedagogos, que se obstinaron (bien que inútilmente) en domesticarme. Me embarazaba el vestido, no me hacia mella la intemperie, me tenía difícilmente en dos pies, y mis necios directores empeñados todavía en domesticarme. Huía de las gentes: buscaba con pasión los parajes solitarios, y mis tercos pedagogos rabiaban por presentarme entre los hombres, siempre tenaces en domesticarme. Me mostré ceñudo, áspero, incivil, montaraz, duro de corazón, que señalé en mis frecuentes crueldades, y mis maestros cada vez mas estúpidos, siempre ciegos y emperrados en martirizarme...»

Texto e imagen: Wikipedia


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