Revista Salud y Bienestar
Estamos en pleno invierno y, por tanto, en plena epidemia de gripe y resfriados. Estoy convencida de que todos saben que las personas con enfermedad crónica y todas las que han recibido un trasplante deben vacunarse de la gripe —las campañas comienzan en octubre, por regla general, y finalizan en diciembre—; también deberían vacunarse los mayores de 65 años y todos los que conviven en el mismo domicilio con personas trasplantadas, incluyendo niños. Otras personas que también debemos vacunarnos somos el personal sanitario, trabajadores de centros residenciales y asistenciales, embarazadas… y un largo etcétera. En este enlace tienen más datos:https://www.juntadeandalucia.es/organismos/salud/areas/salud-vida/programas-salud/paginas/vacunacion-gripe.htmlLa vacuna de la gripe —el virus de la gripe también es conocido como «influenza»— solo protege contra la cepa del virus de la gripe A (H1N1) y las cepas de los virus de gripe estacional —que, como su nombre indica, estos virus mutan y cambian cada estación del año entre los dos hemisferios del planeta—. Esta vacuna no protege, por tanto, contra catarros y resfriados que también son procesos virales, por lo general, benignos que no tienen tratamiento curativo —solo se tratan los síntomas— y que se suelen resolver solos sin más complicación… por lo general. Resfriados y catarros están producidos por unos virus muy distintos al de la gripe.
Ante un caso de proceso gripal o resfriado, como el agente causal en ambos es un virus, su tratamiento habitual será sintomático, es decir, se darán medicamentos que traten la fiebre, el dolor, la congestión, la tos… Abundantes líquidos, alimentación ligera, fruta fresca y reposo, suele bastar para curarnos. Si no existen complicaciones no se debe tomar ni prescribir ningún medicamento más. Esto incluye los antibióticos: jamás debemos automedicarnos y tomar antibióticos por nuestra cuenta; puede ser muy perjudicial. Los antibióticos solo deben prescribirlos los médicos y siempre irán acompañados de una receta a tal efecto.
Ya trataré este tema en el siguiente artículo, pero los antibióticos son fármacos que van dirigidos a tratar infecciones cuyo agente causal son las bacterias. Como la gripe y los resfriados son causados por virus los antibióticos no tienen ningún efecto sobre ellos. Ninguno. El virus sigue su curso y nuestro organismo lo elimina usando nuestras propias defensas, por lo que en unos siete o diez días estaremos curados. Como las personas que tienen una enfermedad crónica (como las ERC) y las trasplantadas tienen las defensas más bajas no pueden eliminar estos agentes víricos con total eficacia, por lo que las posibilidades de que se alargue o se complique el proceso gripal son elevadas. Por ello se recomienda a estas personas que se vacunen contra la gripe todos los años.
La vacuna de la gripe solo cubre y genera defensas frente a los virus de la gripe antes indicados. No protege, por tanto, frente a los resfriados. Por ello, este es el motivo de que muchas personas crean que la vacuna es poco eficiente porque tras vacunarse, al poco, se acatarran o resfrían. Otro dato para tener en cuenta es que, aún estando vacunados, podemos contagiarnos del virus de la gripe, pero el estar vacunado permite que el proceso sea más leve y más benigno. Y, por último, a veces por desgracia la vacuna no tiene efecto ninguno aún siendo administrada en plazos y con el procedimiento más adecuado, porque el virus contra el que nos hemos vacunado ha mutado o por diferentes motivos, todos ellos poco frecuentes. Por regla general, la vacuna nos protege y es efectiva.
Aunque nos vacunemos, la mejor forma de evitar las complicaciones de la gripe y resfriados es evitar la gripe y los resfriados. Lo mejor es prescindir de visitar o impedir que nos visiten personas que ya están acatarradas, resfriadas o con gripe; esta recomendación va dirigida especialmente a bebés, personas con enfermedades crónicas, trasplantados y ancianos… Discúlpenme si parece que insisto demasiado, pero aún podemos hacer más, resumido en la imagen que tienen arriba.
Se ha demostrado que la mejor forma de evitar contagios de procesos gripales, catarros y resfriados es cubrirse la boca y nariz al toser y estornudar, a ser posible, con el codo o antebrazo, no con la mano. No reutilizar pañuelos una vez hemos tosido o nos hemos limpiado la nariz… y tirar los pañuelos de papel a la basura o lavar de inmediato los de tela. Sobre todo, y muy importante: lavarse las manos. Una higiene de manos adecuada, con agua y jabón o antisépticos preparados para tal fin —en el medio sanitario—, eliminan la mayor parte de los virus que producen estos procesos y, por lo tanto, reducen la posibilidad de contagio.
Es triste tener que recordar lo absolutamente antihigiénico que supone escupir al suelo tras un acceso de tos… Es una costumbre que, aparte de resultar algo incívico y sucio, siempre desagradable de ver, supone un riesgo de propagar otro tipo de infecciones graves, como la tuberculosis, enfermedad que nunca ha desaparecido del todo. Es adecuado llevar siempre pañuelos en el bolsillo, sobre todo si ya estamos acatarrados o con gripe, y escupir en ellos. Eduquemos en este sentido.
A modo de resumen, la vacuna de la gripe es una opción adecuada para evitar este proceso en personas susceptibles, que la vacuna de la gripe solo protege frente a la gripe y que para evitar contagios de procesos gripales y resfriados la higiene de manos se muestra como una opción sencilla y sobradamente probada como eficaz.
Y, por ahora, nada más. Si tenéis dudas, preguntad a vuestra enfermera.