Revista Humor

El de todo a granel, los locos y la playa de mentira

Por Pilarm
Sigo con mis descubrimientos cerca de mi barrio, resulta que hay una tienda en la que puedes comprar a granel de todo. Cuando digo de todo, es todo... frutos secos, golosinas, café, harina -de todos los tipos-, hasta polvo para hacer sopa o pasta.
Me llamó la atención que tienen de todo, algunas cosas más baratas y otras no, pero también que alquilaban por días los moldes para repostería. Está claro que si sólo vas a utilizar un día un molde con el número 2 para un cumpleaños, en vez de comprarlo y guardarlo para que agarre polvo, lo alquilas y listo.
Y como aquí las cafeterías tienden a cerrar pronto, a las 6 de la tarde aproximadamente, a no ser que sea el típico bar/cafetería de señores mayores que te miran con cara de "no pensarás entrar aquí, ¿verdad?" y no, no entras porque te da miedo, pues acabé visitando un Tim Horton's 24 horas abierto. En qué hora, nunca mejor dicho. Estaba tomando algo con un amigo coreano y entró una vagabunda que no dejaba de mirarme fatal según se sentaba en la mesa de al lado. Después de unos minutos en silencio la señora decidió que era momento de abrir su cerveza, sacar su bote de pastillas y ponerse a insultarme en inglés. No voy a reproducir sus palabras, pero según ella yo era una **** mentirosa, pero no acabó ahí la cosa. Decidió a continuación decirle a mi amigo que se marchara a su país, y a llamarle maldito chino -bueno lo de maldito lo añado yo por no poner otra cosa-, y además, seguía empeñada en que yo era una mentirosa e iba a sacarle los cuartos a mi amigo -literal que le dijo eso-.
Fue un momento incómodo, pero nos marchamos enseguida por si acaso aquello escalaba y la tia venga empeñada en que yo iba detrás de mi amigo chino para sacarle dinero. A lo que claro, yo al final le pregunté si de verdad tenía dinero, porque oye, entonces igual me pensaba las palabras de la loca y las cumplía. Por lo menos nos dio para reírnos un rato de vuelta a casa.
Pero esa no fue la única loca que viví ese día. En el metro también. Sí señores, aquí en el metro también tienen gente que se pasea hablando en voz alta, cambiándose de sitio cada dos por tres e importunando a la gente. Hasta los países más civilizados tienen gente así. Creo que con dos locos en el mismo día he cubierto el cupo por una temporada, pero aquí nunca se sabe.
Un día te están ayudando amablemente porque eres extranjera y no te enteras ni del NODO y tardas la vida en adivinar qué moneda es la que tienes que usar para pagar -ya hablaremos otro día de cómo no corresponde el tamaño con el valor de la moneda- y al otro me llaman sacacuartos.
País de contrastes.
Como un día nevando sin parar y al siguiente con algo de solecito y pisando charcos de agua sucia y patinando por el hielo que no se ha derretido todavía.
Desde luego que aburrimiento de momento parece que no hay.
Cambiando un poco de tercio. He visto la playa. Se llama playa pero de mar tiene lo que yo de rubia. Es un lago, lo que pasa que es tan grande que realmente parece que estás mirando al mar. Preciosa preciosa la playa no es, pero oye, tiene su encanto. Si queréis ver las fotos, estad atentos a instagram.com/theotherpilar (sí, me hago promo, qué pasa. Es mi blog y hago lo que quiero, ea).
Había arena convertida en barro, perros corriendo, obras de arte -que por lo que me han contado antes no estaban-, patos -3 parejas y uno solitario, pobre-, nieve amontonada y frío, mucho frío. Cuando haga algo mejor de tiempo seguramente regrese y será más bonita, pero hasta mayo eso me temo que no va a ocurrir, tendréis que esperar para ver la primavera de aquí.
(Insertad aquí un icono de frustración por el tiempo atmosférico).

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