Revista Opinión
Debate a cuatro.Ayer noche, media España vio el debate presentado por una televisión privada, rodeado de una gran parafernalia desde dos horas antes de iniciarse. A la llegada de los cuatro contendientes había alfombra, pero de color negro, para evitar susceptibilidades. El resto de detalles era el propio de las grandes ocasiones, con un amplio andamiaje repleto de un centenar de cámaras y micrófonos. Todo para que el debate fuera calificado por la propia televisión como “decisivo”. Para los directivos de Atresmedia, la campaña electoral se circunscribió a su programa de televisión. Como pasa en los Estados Unidos, aunque allí los haya casi a diario. El debate fue intenso y el único defecto denunciado por tres de los contrincantes fue la ausencia de Rajoy, que, a esas horas, pululaba por tierras de Algeciras, desde su retiro en la finca de Las Marismillas, en Doñana. Los cuatro candidatos se mostraron algo incómodos, de frente, varados de pie, sin el “apoyo” de un atril, aunque quien mejor parecía solventar esa situación era Pablo Iglesias. Los moderadores, Vicente Vallés y Ana Pastor, se mostraban un tanto remisos a intervenir, pero, con el fragor del debate, tuvieron que aplicarse con la mayor asiduidad. Y el formato del debate rompió con toda la tradición en estas lides, evitando el encorsetamiento. Pablo Iglesias –el único en vaqueros y sin corbata– y Albert Rivera, más nervioso que lo habitual y consultando los papeles en más de una ocasión, se impusieron desde un principio con más soltura que Pedro Sánchez y Soraya Sáenz de Santamaría. Esta tuvo que repartir sus esfuerzos para pelear con Rivera y los dos aspirantes de la izquierda; eso le restó eficacia, al margen de que, al principio estuvo un tanto autosuficiente, como si hablase como hace los viernes desde la mesa del Consejo de Ministros. Uno de sus primeros reproches a sus contrincantes fue: “Es muy fácil hablar, pero muy difícil gobernar”. Las acusaciones de corrupción descolocó a la todopoderosa Soraya que, hasta ese momento, había toreado con seguridad todos los argumentos de los contrarios, vendiendo los logros del Gobierno. No faltó la frase estrella de los populares: “Evitamos el rescate”, y sus rivales respondieron con firmeza, echando en cara a la vicepresidenta la precariedad laboral que existe, que la mayor parte de los contratos “son temporales”. Iglesias se mostró contundente: “La situación, en este país, es alarmante”. Y mencionó el célebre SMS de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas, aquello de “Sé fuerte, Luis, sé fuerte”, lo que le hizo perder los papeles a la vicepresidenta, que recurrió al “y tú más” en su respuesta: “Paga, Monedero, paga”. Fue entonces cuando el candidato de Ciudadanos mostró a la cámara una copia de “los papeles” del ex tesorero del PP y aseguró que ese había sido el motivo por el que Rajoy se hubiera escondido. Eso sí, Rivera trató el tema de la corrupción de los “populares” con mucha “elegancia”. Pablo Iglesias destacó como el último en hablar, en el minuto de oro, con su: “Solo quiero pedirles dos cosas: que no olviden la Gürtel, la reforma laboral, las tarjetas Black, los EREs, la Púnica, las colas en Sanidad, los recortes... La segunda cosa es que sonrían al 15M, a los que pararon desahucios, a las madres que trabajan 15 horas, a los trabajadores que se levantan a las 6 de la mañana para ir a trabajar..... y sonrían, que sí se puede”. Y se sobraron unos diez segundos. Por su parte, Alberto Garzón, ausente en el plató, denunció el debate a cuatro organizado por Atresmedia por excluyente, parcial y antidemocrático. Y opinó, desde Alicante, que “la oligarquía y el sistema tienen miedo a que se escuche una voz discordante”.