Revista Opinión
El Debate Por Los Baños Mixtos, Estas De Acuerdo Que Se Apliquen?
Publicado el 15 noviembre 2018 por Carlosgu82
El debate por los baños mixtos
Este lunes, en su regreso a clases, los estudiantes de la Universidad Externado encontrarán estos
espacios. Además de su impacto positivo, la medida trae desafíos para adecuarlos mejor para los
discapacitados y evitar que sean foco de acoso sexual. La apertura de baños mixtos en la
Universidad Externado genera un debate nuevo en Colombia. Hoy, cuando los estudiantes retomen
sus clases, encontrarán uno en cada edificio y podrán entrar a ellos sin importar el género. Parece
que la medida tiende a ser aceptada, pero, a la vez, trae desafíos: adecuar mejor esos espacios para
poblaciones que seguramente los usarán, como los discapacitados, y concienciar a los usuarios para
mantenerlos limpios. Además, han surgido inquietudes entre mujeres que temen ser acosadas. Se
trata de seis baños neutros, que equivalen al 34 % del total. El rector Juan Carlos Henao tomó la
decisión por tres razones: los reclamos de mujeres por las extensas filas en sus baños, el respeto por
la identidad de género y la propuesta de Barack Obama de que todas las escuelas públicas de
Estados Unidos tengan espacios de este tipo, tema que también se metió en la carrera presidencial
hacia la Casa Blanca. Además de quienes se han mostrado a favor, algunas mujeres consultadas por
este diario plantean argumentos en contra. Dicen que si algunos hombres las acosan sexualmente en
Transmilenio, ¿por qué no lo harían en el baño, un espacio más cerrado? Sienten que estar rodeadas
por un combo de tipos les quita intimidad para maquillarse, subirse el brasier, limpiarse cuando
llega la regla. Saben que no todos los hombres buscan el roce, pero piensan que el baño atrae a
quienes sí lo hacen. Sin embargo, las estudiantes están en libertad de utilizarlos: el 66 % de los
baños no sufrieron modificaciones.
También cuestionan la utilidad de estos baños para la población transexual. Consideran que si una
mujer trans, por ejemplo, busca reafirmar su identidad de género, lo mejor es que use el baño
femenino, y que si alguien no se reconoce como hombre ni como mujer, no tendrá lío en entrar a
uno u otro. La medida, para ellas, abre un debate: ¿ofrecerles un espacio seguro a algunas
poblaciones, como los trans y las personas en condición de discapacidad, aumentará las
posibilidades de acoso a las mujeres? Ochy Curiel, feminista y coordinadora del posgrado de la
Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional, piensa que sí. “No estoy de acuerdo con
la creación de baños mixtos por el riesgo de acoso sexual y por higiene. Mientras no se concientice
acerca de la alta dominación que tienen los hombres sobre los cuerpos de las mujeres, es peligroso
hacerlo. Además, muchos de ellos mojan la tasa cuando orinan y esas bacterias traen problemas
para la salud”.
Matías Matilda González, la mujer trans que consiguió crear los primeros baños neutros de la
Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, piensa, por el contrario, que el miedo
al acoso no se puede basar en la sospecha. Señala que, de acuerdo con una investigación del centro
Media Matters, los 17 distritos escolares más grandes de Estados Unidos con estos espacios no han
reportado casos de hostigamiento. Que en Carolina del Norte los adultos conservadores impulsaron
una medida para prohibir el ingreso de los trans al baño con que se identificaban, pero en las
audiencias la Policía no presentó ningún reporte en el que hombres se disfrazaran de mujeres para
atacar, como sostenían los veteranos. Que mientras el excandidato republicano Ted Cruz advertía de
los supuestos peligros de combinar niñas y hombres adultos en el mismo espacio, 200
organizaciones que luchan contra la violencia sexual desinflaron su discurso. “No en mi nombre”,
fue la consigna. La división de baños, sostiene, no protege de las violaciones.
Juan*, un hombre trans de 22 años que estudia finanzas en el Externado, cuenta que en el baño de
mujeres le decían que se había equivocado de lugar. En el de hombres, la imagen de una paliza
galopaba en su cabeza. Sólo entraba cuando un amigo podía escoltarlo. Con la medida, se quita un
ladrillo de encima y reconoce que es un punto de partida. “Aunque el doctor Henao busca incluir,
no puede controlar el trato de algunos profesores y compañeros. Cuando toman lista me llaman por
mi nombre femenino, pero yo soy hombre. Ahí comienzan las burlas y los señalamientos. También
recuerdo que un docente me dijo que nunca había tenido un estudiante LGBTI que sacara cinco
porque, según él, eran vagos y rumberos”.
“En un mundo libre de transfobia, no serían necesarios los baños mixtos”, apunta González.
Durante su paso por la Universidad de los Andes, donde estudió derecho, se mantuvo en el clóset
como un hombre gay porque el entorno no le daba otra opción. Recuerda que, como presidente del
Círculo LGBTI de esa institución, propuso ante su facultad crear baños sin género, pero le
rechazaron la idea al instante. Vivía con miedo cotidiano a entrar al baño. En ese momento de
exploración sexual cualquier alternativa —falda o pantalón— le producía la seguridad de quien se
sube a una canoa. Luego, durante su etapa en American University (Washington), comía menos
para no ir muy seguido al baño, y tuvo que ubicar el menos concurrido, en un sótano. “En la OEA
comencé a ver que ir al baño influía en pensar mi identidad. Ahí me pregunté si iba a tomar
hormonas o hacer transformaciones corporales. Una vez tuve títulos, empezaron las intervenciones.
Antes no: en la universidad me rechazarían”. Para González, esto detona varias preguntas sobre la
población trans, que van más allá de la apertura de baños mixtos: ¿por qué ni en el colegio ni en el
trabajo ni en la universidad hay compañeros trans? ¿Por qué su expectativa de vida en América
Latina es de 35 años y el 90 % de ellas ejercen o han ejercido la prostitución? “Es hora de abrir más
cupos educativos y de prestar acompañamiento psicológico en el proceso”, propone.
La población con discapacidad es otra beneficiada con la medida. Yenny Guzmán, abogada de la
clínica jurídica Paiis, de la Universidad de los Andes, resalta que los acompañantes de estas
personas podrán entrar sin importar su identidad. “Los baños son lugares de discriminación y esta
iniciativa pone sobre la mesa la discusión de cómo hacerlos seguros. Hay que pensar en baños con
diseño universal, que no generen violencia para nadie y garanticen el acceso a las personas en
discapacidad: una rampa para entrar, espejos con todos los ángulos, una baranda que les permita
llegar al sanitario”.
González concluye que el machismo no es un destino ni una fatalidad: hombres y mujeres y quienes
no se identifican con ningún género pueden aprender a compartir este espacio. “Hay hombres que
orinan la tasa y no limpian, como hay mujeres que dejan la toalla higiénica a la vista. Debemos
trabajar, con educación y debate público, para cambiar esas actitudes históricas. Nada de esto se
soluciona segregando los géneros”.
[Adapatado de: https://www.elespectador.com/noticias/bogota/el-debate-los-banos-mixtos-articulo-645108]