Cómplices del delito de pasividad
La pasividad parece ser la norma en la educación media, la universidad y en la mayoría de los programas de posgrado: los estudiantes tratan de aprender pasivamente recibiendo información suministrada por los profesores los que, a su vez, cultivan y refuerzan la actitud pasiva en sus alumnos. Como se consideran “los expertos en su materia”, muchos profesores son reacios a ceder a sus estudiantes parte del dominio y control del tema de estudio.
Seamos realistas, tomar el camino de “la conferencia” es lo más fácil para todos. Nosotros, los profesores, impartimos la información con conferencias y lecturas, y los estudiantes no se esfuerzan para hacer nada más que sentarse para tomar notas de la ponencia y leer los apuntes procurando recordar aquello que previsiblemente se les preguntará en el examen para avanzar en la carrera hacia su graduación. Profesores y alumnos nos convertimos así en cómplices de la creación de un entorno de aprendizaje pasivo.
Bertrand Russell
“La aceptación pasiva de la sabiduría del maestro es lo más fácil para las niñas y los niños, se trata de no hacer ningún esfuerzo de pensamiento independiente, y parece racional, porque el profesor sabe más que sus alumnos. Por otra parte, es la manera de ganar el favor del docente a menos que sea una persona excepcional. Sin embargo, el hábito de la aceptación pasiva resulta ser desastroso en la vida adulta. Esto hace que los estudiantes cuando culminan sus carreras siempre busquen un líder a quien seguir y les digan lo que deben hacer, y aceptan (pasivamente) como líder al que se establece en esa posición.”Las TIC se convierten en cómplices en este “delito de pasividad”. Cuando la mayoría de los profesores piensan en incorporar recursos TIC, el objetivo generalmente es que los estudiantes usen alguna presentación online con multimedia creada por un instructor. Los alumnos ven “transcurrir” clases virtuales asincrónicas (screencast) que se completan con cuestionarios online (quiz … zzz… zz… z…).
Todas estas tareas en sí son claramente creadas y conducidas por el profesor, lo que equivale a que los estudiantes que están “aprendiendo a conducir” están siempre sentados en el asiento del pasajero, nunca usando los mandos en el asiento del conductor.
¿Qué pasa si dejamos que los estudiantes conduzcan el vehículo (de su aprendizaje)? Poner a los estudiantes en el control suele provocar temor a los profesores apoltronados en claustros sin sobresaltos ni turbulencias. Suponen que los estudiantes no serán tan cuidadosos y eficaces en su conducción como lo son, supuestamente, los profesores.
Argumentan cosas tales como: ─ “¡No seremos capaces de alcanzar el freno, o forzar girar el volante a tiempo, si las cosas van mal!” Pero aprender las destrezas para conducir requiere tiempo en el asiento del conductor al mando del vehículo, y aprender el material didáctico del curso requiere que los estudiantes se conviertan en co-creadores del conocimiento en lugar de comportarse como receptores pasivos de la información.
Sorprendentemente, la solución a los problemas del “aprendizaje pasivo” y al “delito de la pasividad didáctica” es, paradójicamente, el mismo cómplice que contribuyó a que la pasividad se instalara como una norma de convivencia docente-alumnos: ¡la tecnología!
Al poner a la “tecnología educativa” en manos de los estudiantes, ponemos al alumno a cargo del volante en el asiento del conductor. En lugar de que sea el profesor el único que trabaja con la tecnología para realizar objetos de aprendizaje, serían los estudiantes quienes se convierten en creadores de sus objetos de aprendizaje.
El entorno de aprendizaje invertido
En el curso “Profesor en Emprendimiento | Professional Certificate”, realizado por doinGlobal y la Universidad de Salamanca en el que me honra participar en el equipo que elabora sus contenidos y a cargo de facilitar el aprendizaje de 3 de sus 6 módulos, estamos utilizando a la tecnología como un entorno de aprendizaje “invertido” en el que los estudiantes ─en su mayoría profesionales con valiosa experiencia previa en consultoría y docencia─ interactúan en tiempo real con los facilitadores y sus co-participantes en sesiones de 2 horas que se realizan cada 15 o 20 días a través de las 16 semanas que dura la Certificación Profesional.
La metodología de la comunidad de aprendizaje doinGlobal es muy útil por varios motivos; el que yo encuentro más atractivo es lo que los investigadores Michael Norton, Daniel Mochon y Dan Ariely de Harvard Business School llaman “El Efecto IKEA”: por el que la gente atribuye mayor valor a algo para lo que han tenido que usar sus manos para su construcción (PDF, 34 pp).