Revista Opinión

El demonio oculto en Ana

Publicado el 17 septiembre 2019 por Carlosgu82

Conocí a Ana cuando era demasiado pequeña para entender lo peligrosa que podría llegar a ser. Sin saber si lo que hacía estaba bien o no, escuchaba una voz que me decía «no deberías comer eso», «qué horrible eres», «estar gorda te hace desagradable a la vista de los demás»… Y así podría escribir todo lo que esa voz me decía; era ella, Ana me hablaba desde mi mente.

Ana: para de comer niña, ese vestido ya no te va a quedar… mira esas mejillas, son espantosas…

Ana puede presentarse en distintas formas, puede transformarse y hacerte ver frente al espejo una imagen equivocada para seguir controlando tu mente.

Ana era alta y demasiado delgada, tenía la piel pálida, su cabello largo color negro como el alquitrán, unos ojos grandes y oscuros, tenía las clavículas muy pronunciadas, su cintura era diminuta, si llegabas a tocarla podías sentir sus costillas y todo su huesudo cuerpo. También tenía algunas heridas en ciertas partes de su cuerpo, sobre todo en el abdomen y las piernas.

Quise renunciar a su control mental, pero eso la enfureció tanto que pude ver como su apariencia tomaba otra forma; su cabello cambio de tono, al igual que sus ojos que eran completamente negros y brillantes. Toda ella tenía un aspecto terrible. Sus manos y sus dedos huesudos parecían lastimados, su cara estaba demacrada y pálida, su sonrisa era espeluznante, se dejaban ver sus dientes afilados, y llevaba sangre en las comisuras de sus labios. Ese era el demonio oculto.

Ana me perseguía, e involuntariamente, yo hacia todo lo que antes me había pedido. Desarrollé una obsesión compulsiva hacia mi complexión, todo el tiempo me miraba al espejo, sobre todo cuando rompía mis «hábitos». Ana me hacía pensar y creer que podía aumentar más de 5 kilos solo por haber comido una pieza de pan o algunas galletas, incluso llegué a creer que cualquier alimento me haría subir de peso de forma excesiva. El demonio oculto que habitaba en Ana aparecía cada vez que rompía las reglas… «Volviste a comer, eres una estúpida…» No podía hacer algo más que recibir el castigo que Ana me imponía mientras me gritaba dentro de mi mente.

Ana se va y regresa constantemente. Cuando me vi al espejo después de que aumente tremendamente de peso, sentí un temor que me hizo llorar por días. «El demonio va a volver» era lo único que pude pensar… Volví a escuchar la voz de Ana en mi mente… «Me da asco mirarte»…

Es demasiado cansado pelear contra ella. Ana no me dejará tranquila hasta que llegue a la meta… «cuando tus clavículas resalten tanto, y cuando tu peso sea menos de 55 kilos, tal vez dejaré de ser tan severa contigo»… Ese demonio oculto siempre me acecha, me vigila, y comienza a hablarme cuando rompo las reglas.

He de privarme de todo mientras Ana y el demonio oculto detrás de ella me acompañen. He fallado demasiadas veces, y he asumido las intensas y duras consecuencias, no es fácil luchar contra ella. Ana ha intentado que Mia también pueda manejarme pero siempre he sido la discordia entre ambas, pues a pesar de todo el daño que m ha hecho, jamás he traicionado a Ana con Mia.

«Prefiero dejar de comer antes que devolver el estómago» era lo que siempre pensaba cuando era niña… «No tienes la voluntad para estar con Mia», era lo que Ana siempre me decía.

*Luchar contra un trastorno de alimentación es mucho más complicado que solo dejar de comer. Afortunadamente no caí en lo más grave de esa enfermedad, pero he escuchado a Ana casi toda mi vida, ella siempre estuvo ahí tratando de manipularme y controlarme, lo logró durante un tiempo, pero ahora que he estado en recuperación se ha vuelto un problema difícil de sobrellevar pues pone suficiente resistencia como para no dejarme escapar de ella, el demonio que oculta y de su voz en mi mente. Sigo luchando para no dejarme llevar de nuevo por ella.

Chica Gris.


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