Revista Cultura y Ocio

El derribo del edificio Castromil

Publicado el 01 diciembre 2015 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas
imagen-9El edificio Castromil en la década de los 30

Hoy en día, casi nos hemos acostumbrado a que muchos de nuestros gobiernos hayan gastado, sobre todo hasta el año 2008 (aunque en la actualidad sigue ocurriendo en algunos sitios, pero en menor medida), tremendas millonadas por construir monstruosos edificios o complejos de edificios, cuya funcionalidad y necesidad (cuando no lo es también su belleza) son muy cuestionables. Seguro que se os ocurren cientos de ejemplos de ello. Pero también ha ocurrido muchas veces el caso contrario, en el que a algún iluminado se le ocurre la idea de tirar edificios bonitos y que tenían utilidad práctica sólo porque no estaba acorde con la idea de urbanismo del momento. Hoy quiero hablar de un ejemplo de esto. Pero para ello, debemos montarnos en el DeLorean de Marty Mcfly, y pedirle que viajemos al pasado.

Y así, nos vamos hasta la ciudad de Santiago de Compostela (A Coruña, Galicia, España) a principios del siglo XX. Dentro de esta ciudad, nos debemos situar en la llamada Plaza de Galicia (que antiguamente se llamaba plaza de García Prieto). Era el principal acceso a la ciudad en aquel momento. Numerosas personas y mercancías llegaban a esta ciudad a través de esta plaza. En este lugar de encuentro, se alzaron numerosos cafés, hoteles y fondas, para dar servicio a los múltiples viajeros y comerciantes que llegaban a este lugar.

Numerosos edificios se construyeron a lo largo del tiempo en esta plaza, pero también hubo muchos derribos también en aquella plaza. Una de las mayores barbaridades en ese aspecto fue el derribo del llamado Pazo de la Inquisición (llamado así porque fue sede de la Inquisición en la ciudad hasta su abolición en 1834, cuando el edificio pasó a tener otras funciones), un edificio construido por el arquitecto barroco Fernando Casas y Novoa (muy conocido por ser el autor de la actual fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela) alrededor del 1730, y que en 1913 se derriba para levantar el Teatro Royalty, que se derriba solamente 15 años después de haber sido construido. Ya en 1927, se inaugura en ese lugar el Hotel Compostela (que, afortunadamente, existe todavía en la actualidad, hasta que a algún político se vuelva a ir la pinza).

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El hotel Compostela (en la parte izquierda de la imagen) y el edificio Castromil. Archivo de José Ramón Mosquera

Pero justo un año antes del surgimiento del Hotel Compostela, se inaugura el edificio protagonista de este artículo, y protagonista del derribo más polémico, doloroso y del que mayor recuerdo ha quedado en la memoria colectiva de los vecinos y vecinas de la ciudad y de aquellos que pasaron por allí, y que todavía hoy se considera como una de las mayores barbaridades que se hicieron en el urbanismo de Galicia (sólo superado por la construcción de la Ciudad de la Cultura). Hablo del derribo del edificio Castromil.

Este edificio, que antes se llamó Quiqui-Bar, y en relación con el contexto de la plaza, tuvo la función de ser la estación de autobuses de la ciudad (si bien, como indica su primer nombre, fue un café-bar restaurante en sus inicios). En él, pocos años después de su inauguración, se asentó la empresa Castromil (fundada por Evaristo Castromil Otero en 1917), la primera empresa de autobuses de Galicia, y que vertebró el territorio gallego con este medio.

El edificio Castromil era un edificio de estilo modernista, diseñado por el arquitecto coruñés Rafael González Villar (que también hizo otros edificios modernistas en Galicia como es el caso del Kiosko Alfonso de A Coruña o la Casa Núñez de Betanzos (A Coruña)) en 1922, y coordinado por Antonio Alfonso Viana en 1926, que fue considerado como el símbolo del modernismo gallego, una joya de la arquitectura moderna a todos los efectos. Su función como estación de autobuses lo convirtió en uno de los edificios más importantes en la vida diaria de la ciudad, y contaba con gran admiración por parte de los vecinos y arquitectos de la ciudad en lo referido al aspecto estético del edificio.

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El edificio Castromil en la década de los 60

Con todas las bondades con las que contaba el edificio Castromil, quien iba a pensar que en el año 1975 iba a acabar siendo derribado por orden del gobierno municipal del momento. Pues si, al final ocurrió lo que casi nadie quería, el derribo de un símbolo del Ensanche de Compostela. En el año 1974, la corporación municipal expropia este edificio, porque había que construir un aparcamiento subterráneo, y que tenía que ser ahí, y que había que derribar el edificio Castromil y sus edificios anexos para ello. Y mira que el Colegio Oficial de Arquitectos intentó declarar varias veces, sin éxito, el edificio Castromil como monumento histórico-artístico. Y mira que esta misma institución presentó un proyecto para construir el tan ansiado parking subterráneo conservando el edificio, alrededor de los cimientos del edificio. Pero cuando a algún político se le cruza algo entre ceja y ceja, no hay quien lo pare.

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Una de las últimas fotografías del edificio Castromil antes de ser demolido

El 8 de septiembre de 1975 llegó el día fatídico. La excavadora dio los golpes necesarios para el derribo de aquel edificio Castromil y sus edificios anexos, que tanto significó para muchos compostelanos y compostelanas de la época. La gente se quedó mirando y se agrupó a contemplar aquel “infame” espectáculo. En aquel momento, con el franquismo dando todavía sus últimos coletazos, no había mucho espacio para la protesta. Pero aquel evento quedó en la memoria colectiva como lo que es para nosotros hoy en día: una auténtica barbaridad. Hoy en día, y después de diversas remodelaciones, en la actual plaza de Galicia, todavía existe el dichoso parking subterráneo, y encima de él, hicieron una zona verde con parque infantil y una caseta de turismo a la que casi nadie va, zona verde que se rodea de asfalto por el que circulan los vehículos, siendo una de las zonas de mayor densidad de tráfico de la ciudad.

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Resultado final del derribo del edificio Castromil.

En el año 2008, el ayuntamiento de Santiago pidió perdón a la empresa Castromil por el derribo de este edificio. Actualmente, la plaza de Galicia es un quebradero de cabeza en el urbanismo compostelano, ya que no tiene una función muy definida en el conjunto urbano de la ciudad. Para algunos, este espacio es definido como el “vacío de la plaza de Galicia”. Ahora mismo, y como dijo un conocido arquitecto gallego: “es una isla que no sirve para nada”. En el año 2008, se hizo un concurso de propuestas para su remodelación, que ganó un arquitecto italiano, pero nada hay hecho a día de hoy en la plaza, que sigue siendo la misma “isla”.

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La plaza de Galicia poco antes de su última remodelación, que no cambia en lo esencial, pues el tráfico sigue rodeando el área verde
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Proyecto ganador del concurso que hizo en el 2008 de propuestas de remodelación de la plaza de Galicia. Foto: Patricia Santos

Este es un ejemplo, pero seguro que hay muchos más. De la misma manera que no debemos pedir a nuestros gobernantes que gasten millonadas de nuestros impuestos en obras faraónicas de funcionalidad y utilidad muy cuestionables, tampoco debemos derribar cualquier edificio “en aras del progreso”, y menos edificios con historia y que se encuentran en buen estado de conservación. Espero que a nadie hoy en día se le ocurra hacer algo como lo que se hizo con el edificio Castromil. Amemos un poco más a nuestros edificios históricos y reclamemos su conservación. Menos sobres y más patrimonio.

Simón de Eiré

PD: este artículo va dedicado a la memoria del periodista gallego Nacho Mirás Fole, que contó este hecho de manera brillante en este artículo: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/santiago/2013/05/19/salvajada-plaza-galiciacronica-fracaso/0003_201305S19C5991.htm


El derribo del edificio Castromil

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