Le dije a mi amigo Eduardo que estoy hasta el gorro del sainete de los pactos y que ando muy quemado como para hablar del tema de forma más o menos comedida. Le pido disculpas, no
puedo callarme. Ya se que estamos curados de espantos y que hemos perdido toda capacidad de sorpresa al ver los espectáculos dadaístas de nuestros políticos pero a este paso acabarán en el Libro Guiness de los Récords. A nada de la convocatoria de nuevas elecciones estamos en el patio de un colegio de aquellos de antes, de los de la EGB, en los que se demostraba que Darwin tenía razón en su Teoría de la evolución (ya sabemos, sólo el más apto sobrevive y todo eso) porque allí podía pasar de todo. En mi cole, donde eramos muy brutos, alguno podía volver a clase con un chichón en la cabeza o un ojo “a la funerala”.
El otro día, en el congreso, pudimos ver como la remota esperanza de un pacto que
ahuyente al marianismo saltaba por la ventana sin siquiera abrirla. Iglesias y Rivera se sacaban los ojos en público ante la desesperada mirada de Sánchez, que ya sentía que la corbata le apretaba demasiado y la cara de Rajoy que se frotaba las manos como el lobo de Caperucita ante un pollo “a l’ast”.
Este espectáculo sería hasta gracioso de no ser porque nos pasa una factura que no podemos pagar. Mientras esta gente pierde el tiempo en sus rencillas nosotros
continuamos sufriendo el azote de un gobierno y una política que no nos merecemos nadie. Llevamos cuatro largos años de políticas destructivas para la gente “normal” que nos ha dejado en la ruina y la desesperación social (mucho más grave que la económica). Y eso parece que a ninguno de los tres personajes principales de este cuento les parece importar lo más mínimo. No parece afectarles que continuemos sufriendo un gobierno desatado que ni siquiera se digna a comparecer ante el Congreso hipoteca nuestro futuro y encima nos deja como colaboradores de crímenes de lesa humanidad al haber firmado una atrocidad contra los refugiados sin siquiera preguntarnos si estábamos de acuerdo.
El domingo por la tarde pudimos leer una carta seguida de algún tweet que parece que es el nuevo nombre del BOE (mira que cosas, también amordazado) en los que se rompía la posibilidad del pacto a tres, enterrando toda posibilidad más o menos lógica de un gobierno diferente. Confieso que al ver esto llegué a pensar una tontería que todavía llevo en mi cabeza loca. Se me pasó por la mente que el PP había convencido ya a Cs y no hacían más que jugar “a pasar el tiempo” para presentar a Mariano el último día. ¿Mira que si al final sucediese?
Ahora, lo más seguro, es que lleguemos a unas nuevas elecciones en Junio (bufff que calorrr) en las que volveremos a sentinos como Bill Murray en “Atrapado en el tiempo” .
Los mismos nos pedirán el voto, con las mismas ideas pero esta vez sin aquella emoción que da ser “algo nuevo”. Nos pedirán que les votemos, tendrán la soberana cara de hormigón armado de pedirnos que cambiemos NUESTRAS preferencias (las nuestras, las de los que decidimos en las fallidas elecciones de Diciembre) porque ELLOS son totalmente incapaces de tragarse sus egos e intentar hacer realidad el cambio pedimos la mayoría. Todavía les queda tiempo para dejar de tomarnos el pelo y entrar en razón (espero que lo hagan) pero puede que sea ya tarde porque si ni siquiera han sido capaces de hablar de forma civilizada y anteponer nuestros intereses a los suyos imaginate tú lo que podía ser un día a día en un gobierno estilo “olla express Magefesa”.
Ahora es cuando, muy a mi pesar, saco de nuevo la bola de cristal a pilas esa que guardo en una bolsa de rafia y digo va a ganar por mayoría el partido ese que se llama “abstención” porque casi nadie va a vencer la tentación de un día playero de junio, iremos a votar cuatro gatos, aunque espero equivocarme porque siempre digo que hay que votar porque después no se admiten reclamaciones (y lo mantengo).
Igual lo han conseguido, han logrado desengañarnos de “lo nuevo” y que nos parezca más de lo mismo, oportunistas esperando su momento a los que no parece que les importemos demasiado. Igual no han pensado en que perderán muchísimos votos porque les va a costar horrores que volvamos a creer en ellos. Ahora, visto lo visto, no les extrañe que el PP gane las elecciones sin haberse siquiera despeinado y nos continúe azotando por muchísimos años más con sus políticas austericidas. Con este lamentable espectáculo que nos ha llevado al hartazgo les han hecho la mejor campaña de la historia.