El desafío de tener hijos de distintas edades

Más allá de la infancia, la adolescencia y la madurez, están los momentos dentro de cada etapa: los pañales, el chupete, los caprichos, los planteos y los límites. Cuando sonreímos porque terminó una, al instante arranca otra

Una vez, de chica, escuché a mi papá decir que todos los comportamientos se explicaban porque los chicos estaban atravesando una etapa. Cuando fui mamá me di cuenta de que es así: cuando se cierran algunas, empiezan otras. También entendí que saber en qué etapa están nuestros hijos es clave para ocuparse o despreocuparse por el avance de los chicos.

Hace algunos meses mi hija menor dejó los pañales, que es una de las etapas que más disfruté cerrar. Después de cuatro niños y casi 11 años ininterrumpidos de óleo calcáreo, algodón y bolso maternal con dos o tres mudas de ropa y un trapito para limpiar accidentes, muy contenta dejo esa fase para las que vienen luego. Y entonces también se cerró la etapa de un niño pequeño, con todo lo que eso implica. Al crecer, ya no quieren tanto que los alcen, se van volviendo más independientes, autónomos y toma todo su potencial nuestro momento de darles espacio para que vayan desarrollándose con sus gustos, talentos, personalidades, limitaciones y sueños.

En el preciso instante en el que la más pequeña va cerrando fases (que hasta que lleguen los nietos no vamos a volver a vivir), el mayor se ocupa de demostrarnos que hay nuevas etapas, inexploradas como padres y que están a la vuelta de la esquina, o que quizás ya ingresaron por la ventana.

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