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El pasado domingo día 1 de Junio, entre los temas presentados se eligió por votación hablar de:
El Ayuntamiento paraliza la demolición de Can Vies
El Consistorio decide parar el derribo para "favorecer un clima de diálogo" en las negociaciones con el colectivo que gestiona la fincaLos portavoces de los okupas piden la dimisión de Trias y de Martí y exigen la libertad para los detenidos y que se vaya la policía del barrio
La asamblea del barrio de Sants se niega a negociar con el Ayuntamiento y dice que reconstruirán el Centro Social ellos mismos.
El Ayuntamiento de Barcelona ha paralizado la demolición de CanVies y, junto a Transport Metropolitans de Barcelona, realizarán durante este viernes un perímetro de protección en la finca a fin de "evitar cualquier tipo de riesgo para las personas". A través de un comunicado, el Ayuntamiento afirma que TMB ha parado los trabajos de derribo atendiendo a la petición del Centre Social de Sants y para "favorecer un clima de diálogo", además de reiterar su voluntad de negociar para encontrar una solución al conflicto.
El Ayuntamiento insiste en que "es posible encontrar soluciones si todo el mundo pone de su parte y está convencido de que hay alternativas positivas para garantizar las actividades de Can Vies". En este sentido, el Govern municipal pide "la predisposición de todas las partes en mantener el diálogo".
En la misma nota, el Ayuntamiento de Barcelona manifiesta de nuevo "su rechazo más enérgico a los disturbios y violencia que se han vivido en los últimos días", unos incidentes que califica de "absolutamente injustificables". Además, el Govern municipal pide el cese de "los disturbios y que cualquier protesta o convocatoria que se quiera celebrar en la ciudad se haga de manera pacífica.
Dimisión de Trias y Martí
La dimisióndel alcalde Xavier Trias y del concejal del distrito de Sants-Montjuïc, Jordi Martí, a quien han considerado 'persona non grata' en el barrio Son las primeras exigencias, tras asegurar que "no quieren negociar" nada con el consistorio, que el colectivo que gestiona el centro okupado Can Vies ha lanzado en una rueda de prensa que se ha celebrado en el recinto de Can Batlló la mañana de este viernes. También han pedido que se deje libres de "manera inmediata" a los detenidos, y sin ningún tipo de cargos.
Los portavoces de la finca cuyo derribo ha sacado el malestar a las calles de la ciudad durante cuatro noches consecutivas también han reclamado que se pare el despliegue policial que, en su opinión, "está militarizando el barrio" de Sants. De la misma manera, han puesto sobre la mesa la demanda de que se anulen todos los desahucios del resto de centro sociales okupados.
El miembro de la Plataforma de apoyo a Can Vies, Ferran Aguiló ha calificado de "salvajada" el desahucio del lunes con personas dentro de la finca, y ha considerado que el conflicto con el municipio "no se puede solucionar". Ha tenido palabras duras tanto para la policía como para el consistorio, a los que ha calificado de "miserables y salvajes".
Los representantes han pedido al Ayuntamiento de Barcelona que les "dejen hacer" para poder reconstruir ellos mismos desde las 10 horas del sábado el edificio medio derribado, ayudados por arquitectos y vecinos del barrio de Sants, el mismo día para el que han convocado una manifestación "pacífica" a las 18.00 horas que acabará a las 19.00 en la plaza de Universitat. Esta noche han convocado de nuevo una cacerolada por el barrio.
Esta ha sido la respuesta tras las palabras de anoche del alcalde de Barcelona, Xavier Trias, expresando su disposición a frenar el derribo de Can Vies para negociar, y dando un empujón al diálogo, que también ha impulsado el Centro Social de Sants, con una propuesta de cuatro puntos.
La propuesta del Centro Social, que la entidad presentó al concejal del distrito Jordi Martí, en un intento de tender puentes entre el ayuntamiento y Can Vies, contemplaba detener el derribo del edificio --algo que Trias ya ha aceptado--, permitir que las entidades recuperen la actividad, evaluar el estado de la finca que queda en pie y eliminar toda presencia policial en la zona.Pese a la nueva noche de disturbios --la cuarta, protagonizada por grupos minoritarios y saldada con una veintena de detenidos-- los alrededores de Can Vies ha amanecido este viernes tranquilos.
Los vecinos del barrio censuran la violencia, tanto la de los jóvenes antisistema como la de los MossosTambién lamentan que el centro social no administre mejor las protestas
Sants se fue a dormir tres noches seguidas con el humo pegado a los toldos de los balcones. Amaneció ayer la resiliencia, un día más, con las carreras para llegar al cole y al trabajo, con el rastro de otra noche furiosa en el asfalto derretido por los contenedores en llamas. El metro en marcha, el bus arriba y abajo, los taxis camino de la estación, los periodistas revoloteando y la Urbana haciendo la guardia diurna. La rebelión dormita. Las reflexiones sobre Can Vies son mucho menos profundas de lo que cabría esperar.
No es este un comentario despectivo, pues aunque muchos vean un conflicto más allá de los muros de este combativo distrito barcelonés, a pesar de que se estile comparar lo sucedido con Gamonal, aquí lo que se impone a las reflexiones sociológicas y políticas es la tristeza en una doble dirección: por haber perdido un lugar que era de todos y de nadie, y por la actuación de unas fuerzas del orden que, para muchos, ayudaron al desorden. También por los altercados provocados por una minoría, grupos organizados que aquí casi nadie justifica porque se sospecha que, en parte, se trata de jóvenes que hace dos días que se han dado cuenta de que Sants es mucho más que una terminal de trenes.
En la plaza de Benet i Muixí se encuentran Josep, vecino de la calle del Guadiana de 58 años, y Roser, residente en Olzinelles y de 60. Va bien que tengan ya cierta edad y se avengan a hablar para romper el mito de que esto es cosa de chavales. Ambos confirman una tendencia creciente en el barrio: ya no se trata tanto de apoyar a la gente de Can Vies --difícil dar con un usuario habitual del centro social okupado-- como de censurar la acción policial y la actitud del ayuntamiento. Josep vivía en Vitoria el 3 de marzo de 1976. Aquel día, pocos meses después de la muerte de Franco, la policía se empleó a fondo con una huelga, matando a cinco personas a la salida de una iglesia en la que se celebraba una asamblea.
Gestionar la violencia
No compara ambos casos, pero sí utiliza la referencia para detenerse en la gestión de la crisis. «Se habla mucho aquí de que los Mossos atacan de manera indiscriminada, pero no hay que olvidar que tampoco se puede defender de manera indiscriminada. Falta pedagogía, control de las protestas; debes tener muy claro quién es tu enemigo y quién no lo es. Debes aprender a gestionar la violencia». Gestionar la violencia parece todo un oxímoron. Prosigue: «Hay muchos jóvenes que no saben dominarse, por eso echo de menos que la gente de Can Vies administre mejor las manifestaciones».
Roser pasó la noche del martes en casa de una amiga porque las barricadas de hercúleos agentes y de plástico y basura ardiendo no le permitían cruzar la cicatriz en la que se había convertido la calle de Sants. Dice que su postura era hasta hace poco «bastante light», esto es, que le daba pena que Can Vies perdiera la batalla pero que tampoco era algo que la desvelara de madrugada. Pero ahora confiesa: «Estoy indignadísima con los Mossos. No todos aquí somos terroristas, y en algunos momentos, con cargas aleatorias, nos han puesto a todos en el mismo saco. Están consiguiendo que la gente que hasta ahora teníamos una postura más suave nos posicionemos». Tanto Josep como Roser critican que los medios de comunicación por regla general «solo cuenten lo malo» de estas revueltas sociales.
Ricard sale de su casa, un edificio protegido de la Riera d'Escuder, a 200 metros de la calle de Sants, para llevar a sus dos pequeños a la escuela. Como hiciera el martes y el miércoles, echa una ojeada a los cristales de las entidades bancarias de la zona para calibrar el ardor de la velada. La noche la pasaron con las ventanas entreabiertas, con el foco del helicóptero de la policía autonómica dibujando esferas en su terraza y con Félix, de año y medio, más revuelto de lo habitual.Vergüenza
Dentro del renovado mercado de Sants, en la calle de Sant Jordi, se habla mucho sobre el tema. Sorprende que el hilo principal de la conversación no sean las bondades o maldades de Can Vies en sus 17 años de vida. Se imponen los altercados, las imágenes de los encapuchados corriendo por Joan Güell, las cargas de los Mossos a pocos metros de la sede del distrito. También de la excavadora quemada, que sigue ahí, a la espera de que alguien venga por ella para convertirla en carritos del súper.
Mercè, de la calle de las Canalejas, discurre ante la carne con un vecino. Detiene su plática cuando ve una libreta y un boli. «¿Es usted periodista? Apunte.
Esto es una vergüenza. La gente va a pensar que nos hemos vuelto todos locos. ¿Por qué no viene el alcalde a dar una vuelta y verá que los violentos no están aquí durante el día? No sé yo si Can Vies era bueno o malo, pero hombre, ¿para qué tirarlo si eso no ha hecho más que cabrear aún más a los chicos?». Parece que Xavier Trias escuchó sus palabras. Anoche detuvo el derribo del símbolo okupa.
CARLOS MÁRQUEZ DANIEL FERRAN NADEUALBERT BERTRAN“El Periódico de Catalunya”Barcelona.Viernes, 30 de mayo del 2014
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