Revista En Femenino

El desarrollo emocional del niño… comienza antes de nacer

Por Mamiclic

Hubo una época en la que se creía que el bebé que estaba en el útero era un ser pasivo y sin mente. Hoy se sabe que, lejos de ser pasivo, el bebé que aún no ha nacido es un ser humano consciente, por tanto, el desarrollo emocional del niño comienza antes de nacer.

A partir del sexto mes -de gestación- el bebé tiene una vida emocional activa. La comunicación de las madres con nuestros bebés en desarrollo tiene muchas formas de llevarse a cabo: el ritmo que llevemos a lo largo del día, el estrés que produce una mudanza o los cambios en su situación laboral o familiar producen efectos en el comportamiento del bebé.

Las emociones, hasta las más silenciosas (de las que no siempre somos conscientes), los pensamientos y las actitudes, son captadas por el radar emocional del niño. Las hormonas que producimos y los neurotransmisores viajan a través del torrente sanguíneo y llegan hasta el cerebro del bebé a través de la placenta y dejan una huella sobre su comportamiento y personalidad.

El bebé que aún no ha nacido:

  • puede ver, oír, experimentar, degustar… sentir
  • el modo en que experimenta su entorno (el útero en estos momentos) predispone su personalidad y su carácter
  • esta forma de experimentar viene dada por los mensajes que proceden, principalmente, de la madre.

Las creencias e intuiciones que históricamente han tenido las mujeres embarazadas ahora son confirmadas por la ciencia y los avances en tecnología biomédica: los sentimientos profundos de la madre, la ansiedad crónica o sentimientos de ambivalencia respecto a la maternidad pueden marcar la personalidad del niño que aún está en el útero. Por otro lado, las emociones como la alegría o la expectación pueden contribuir al desarrollo emocional de un niño sano. Así que podemos decir que los pensamientos, actitudes y emociones positivas son potencialmente beneficiosos para el bebé que está en desarrollo.

Desde el momento del embarazo y durante toda la etapa que rodea al nacimiento se producen los efectos más importantes en el ser humano.

Estas experiencias tempranas afectarán al desarrollo de su salud, desde los aspectos biológicos, los sociales y psicológicos, y también a la calidad de las relaciones que el niño pueda establecer en un futuro. El modo en el que nos relacionemos con nuestros hijos, ya desde muy temprano, marcará el “estilo” con el que ellos aprenderán a relacionarse con los demás.

Por tanto, los cuidados emocionales de la madre durante el embarazo deberían tener mayor atención y seguimiento, al igual que los recibimos sobre la dieta o el cuidado físico.

¿Cómo puedo cuidar el vínculo con mi bebé?

La relación de una pareja con su bebé comienza con el deseo de ser padres, mucho antes de nacer. Y tras la confirmación del embarazo la relación estará mediada por distintos factores:

  • las características de personalidad de la madre y su estado emocional
  • la actitud hacia el embarazo
  • las características específicas del propio embarazo
  • situaciones específicas que pueden darse en esta etapa
  • haber tenido pérdidas perinatales anteriores
  • el apoyo de una pareja, amigos o familiares del entorno que compartan la experiencia

Este vínculo se va a ir estableciendo a lo largo de toda la gestación: imaginar al bebé, sentirlo y reconocerlo como una persona distinta a uno mismo favorece un embarazo y parto saludables. Estas ideas, deseos y expectativas que nos vinculan con el bebé, nos ayudan a darle un lugar en nuestra conciencia, algo necesario para afrontar su llegada.

Los diálogos, las charlas “internas” o las caricias ayudan a establecer esta relación con el bebé que aún no ha nacido. También el importante papel de la pareja en este período: cuidando y apoyando a la madre. Y por otro lado relacionándose afectivamente con el bebé: acercándose a la tripa para escuchar y/o hablarle.

Los preparativos de cara al nacimiento también forman parte de estos cuidados y de alguna forma nos relacionan con nuestro hijo antes de que llegue.

Tomarse un tiempo para descansar es de vital importancia, no sólo para poder parar y abstraerse de la rutina diaria y las preocupaciones; sino para poder dedicar un tiempo al bebé que está en camino y que necesita “ser pensado”.

Leer, informarse y prepararse para la maternidad/paternidad también ayudan a reducir los temores e incertidumbres y, por tanto, influye en nuestro bienestar.

Este conjunto de actitudes y comportamientos forman parte del modo en el que establecemos esta primera relación y marcarán el comienzo del vínculo que nos une con nuestros hijos.


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