Revista Deportes

El descanso de un luchador

Publicado el 07 junio 2012 por Futbolgol

Artículo escrito por: Manu Azpicueta (@MAzpikueta)

El descanso de un luchador

El fútbol español se ha quedado de piedra cuando a primera hora de la mañana se conocía la noticia del fallecimiento de Manolo Preciado, uno de los entrenadores más carismáticos de España. Un infarto acababa con la vida del que iba a ser presentado mañana como nuevo técnico del Villarreal, con sólo 54 años. Se va un gran entrenador, pero sobre todo una gran persona, un hombre de fútbol al que no le asustaba decir la verdad, a enfrentarse a quien fuera para defender a los suyos y sobre todo, un luchador.

“La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la segunda opción”. Así se expresaba Manolo Preciado cuando se le preguntaba acerca de la fatalidad que le había rodeado en los últimos años. Todo comenzó en 2002, cuando perdió a su esposa, Puri, a causa de un cáncer. Desde entonces, al empezar cada partido, besaba una foto de “su niña”, como él decía, que guardaba en el bolsillo de su chaqueta. Era su amuleto de la suerte. Dos años más tarde falleció su hijo, en un accidente de moto. Sólo tenía 15 años. Y en 2011, Manolo Preciado perdió a su padre.

Pero a cada golpe se levantó, miró hacia delante y su lucha tuvo su recompensa en forma de éxitos deportivos-como los ascensos al mando del Levante y el Sporting- y personales- Manolo había vuelto a casarse hace menos de un año-. Ahora, la muerte, tan inexplicable como caprichosa le ha devuelto todo lo que perdió, pues donde quiera que esté se ha reencontrado con su familia, pero le ha arrebatado la oportunidad de seguir creciendo en su nueva vida.

Descanse en paz Manolo. Siempre estarás con nosotros. Nos quedará siempre en el recuerdo tu humildad, tu inconfundible voz ronca, tu bigote y sobre todo tu clase. Te has ido como más te gustaba hacer las cosas, sin hacer ruido. Un servidor, que tuvo la suerte de hablar contigo, aunque fuera por teléfono, se está secando sus lágrimas después de escribir esta carta.


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