Revista Cultura y Ocio

El descanso del guerrero. Carlos V en Yuste

Por Vicented @Elcineesnuestro
El descanso del guerrero. Carlos V en YusteEn el año 1557, Carlos I de España y V de Alemania afrontaba el ocaso de sus días. Incapacitado para afrontar los asuntos de estado de la misma forma que en su juventud, cede más autoridad a su hijo Felipe, un joven de gran ambición y deseoso de hacerse un nombre en el panorama internacional.El lugar elegido para su retiro sería el Monasterio de Yuste, en la comarca extremeña de La Vera, al que llegó un 3 de febrero de ese mismo año. Allí el emperador podía disfrutar del agradable frescor del verano. Sin embargo, sus médicos se oponían al lugar elegido, pues los inviernos eran fríos y lluviosos. Su Mayordomo Real, Luis Méndez de Quijada opinaba de la siguiente manera:
"Es áspera la vida y sola y triste...hiela y nieva y hace tan buen frío como el mejor de Burgos".
El séquito que acompañó a Carlos fue menor de lo habitual, y el presupuesto para el mismo no sobrepasó los 20.000 ducados, dado el mal estado del tesoro real. Se compuso, con Quijada al frente, del médico Juan Mathys, de secretarios, músicos, barberos, un cervecero y un cocinero.Sus primeros días resultaron agradables, y el emperador pudo disfrutar incluso de algún día de caza. No obstante, la gota que padecía desde hacía más de treinta años reapareció con gran virulencia. Mathys era incapaz de hacer comprender al emperador de los beneficios de una dieta moderada y los banquetes repletos de cerveza fría, marisco, trufas y mazapanes parecían no tener fin. Además, habría que sumar la ausencia del reposo físico y mental  necesario para un hombre de edad avanzada y salud más que precaria. El remanso de paz y retiro que se le presuponía a Yuste no fue tal. Recibía las frecuentes visitas de sus hermanas María de Hungría y Leonor de Francia, de los condes de Oropesa, quienes le ayudaron a establecerse en el Monasterio, también mantuvo una amplia correspondencia con su hijo Felipe y el Presidente del Consejo de Castilla le ponía al día en materia de estado: los Países Bajos, los otomanos, la herejía luterana, etc.

El descanso del guerrero. Carlos V en Yuste

Carlos V en Yuste, de Miguel Jadraque.

En el verano del 58 comenzó a sufrir otra de sus fuertes crisis, pero esta vez sería la definitiva. El día 30, tras el almuerzo, comenzó a sentir fuertes dolores de espalda, de cabeza y fiebre alta. Este estado de deterioro se alargó hasta septiembre, periodo que se aprovechó para dar los últimos retoques al testamento del emperador. Una de las disposiciones que dejó fue ceder la elección del emplazamiento de su sepultura a su hijo Felipe. Otro último deseo de Carlos fue ubicar encima del altar mayor el cuadro de La Gloria, de Tiziano, quien lo hizo expresamente para el emperador. En él aparecían el soberano y su esposa rodeados de un séquito celestial, formado por ángeles y santos. El 19 de septiembre recibió la extremaunción y, dos días más tarde, falleció. Siempre se mantuvo la creencia de que el emperador Carlos V falleció por un empeoramiento de los males que arrastraba desde bien lejos, como la gota. Sin embargo, estudios relativamente recientes han desvelado que falleció de malaria.
Fuentes:
Rodríguez Salgado, M. J. Un Imperio en transición. Carlos V, Felipe II y su mundo. Ed. Crítica 1992.
Kohler, Alfred. Carlos V. 1500-1558. Una biografía. Ed. Marcial Pons. 2000.

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