Revista Cultura y Ocio
El desconocimiento y la barbarie
Publicado el 15 julio 2016 por Francisco Francisco Acedo Fdez Pereira @FrancisacedoMi más rotunda condena al atroz atentado de Niza, que uno a las que he hecho de todos los anteriores. Ahora llega la reflexión. Hace pocas semanas casi nadie ha condenado los atentados de Bangladesh, Bagdad o especialmente el de Medina, donde DAESH intentó destruir la Tumba de Mahoma y se cobraron un elevado número de víctimas. Esos actos salvajes se cometieron en países musulmanes contra musulmanes, los terroristas del DAESH intentaron volar el segundo lugar más sagrado del Islam, donde reposan y se veneran los restos del Profeta, por no hablar de todas las acciones bélicas cuyas víctimas son mayoritariamente musulmanas ¿Alguien con un poco de formación puede seguir creyendo después de eso que esto es una guerra religiosa y que se puede meter en el mismo saco a todos los musulmanes? DAESH es el resultado de la desmembración de Irak tras la II Guerra del Golfo, puesta en marcha por quienes todos sabemos y declarada por George Bush en nombre de Dios (no lo olvidemos), alentado y financiado por Occidente para frenar la influencia rusa en Oriente Próximo, cuyo fanatismo, basado en una interpretación errónea del Corán, se impulsó porque era conveniente para los intereses económicos, políticos y geoestratégicos de Occidente en la zona, hasta que se les fue de las manos. Un grupo de fanáticos no consigue una estructura estatal y un equipamiento bélico de la noche a la mañana sin ayuda económica y logística de potencias exteriores. Por cierto, que el entonces incipiente movimiento estaba ente los puntos de mira de Sadam Hussein para erradicarlo y ahí encontraremos una de las claves de los motivos por los que Occidente lo alentó, tuteló y financió. Aquí nos movilizamos cuando sentimos el dolor en nuestras carnes, pero asistimos impasibles o ignoramos el sufrimiento de millones de personas que llevan décadas de guerra a sus espaldas en Próximo Oriente. Dios, lo llamemos como lo llamemos, no manda matar, son los hombres quienes corrompen las religiones para justificar atrocidades a lo largo de la Historia, especialmente las monoteístas, que por su propia naturaleza excluyente son incompatibles entre ellas, a no ser que se imponga la pacífica tolerancia. Dios es Amor, proclama Juan en su I Epístola, As-Salam (que significa paz) es uno de los noventa y nueve nombres de Allah y posee la misma raíz que paz ( سلام), Islam (الإسلام) o musulmán (مسلم). Un Hadiz de Mahoma dice que quien adora a una religión en lugar de adorar a Dios comete idolatría. Y barbaries se han cometido también en nombre de la idolatrada Razón occidental, baste recordar que ayer se conmemoraba la Toma de la Bastilla, episodio fundamental de la Revolución Francesa, sobre la que se asienta nuestro sistema político y que fue un enorme baño de sangre, baste escuchar la letra de la Marsellesa. Por desgracia el ser humano ha encontrado en la violencia la forma más eficaz de resolver conflictos, quizá porque lo llevamos en nuestros genes de mamíferos territoriales y grupales. No sirven en estos momentos lecturas simplistas hechas desde el desconocimiento que conduzcan a la histeria colectiva y a la búsqueda de chivos expiatorios. No he elegido al azar para ilustrar el post esta imagen, que procede del tratado al-Biruni, al-Athar al-Baqiyya 'an al-Qurun al-Khaliyya, conservado en la Biblioteca de la Universidad de Edimburgo y realizado en Irán a comienzos del siglo XIV, donde se muestra la visión de Isaías, en la que Jesús y Mahoma cabalgan juntos. Condena a toda la violencia, rechazo a los argumentos reduccionistas y formación e información rigurosa sobre las causas de lo que estamos viviendo, que no es más que un complejo juego de intereses muy lucrativo para los gobiernos occidentales y las monarquías del Golfo, antes de que caigamos también nosotros en el fanatismo. Esto no es un enfrentamiento de religiones, ni de culturas, ni menos de civilizaciones (¿los españoles somos europeos o mediterráneos culturalmente hablando?) sino de políticas internacionales, de intereses económicos, y, como de costumbre, no son los que los promueven quienes las sufren, sino que se lucran con cada muerte, mientras que el pueblo, hoy el de Niza, es quien lamentablemente derrama su sangre como cruento sacrificio en el altar del sistema.PAX! !سلام