A finales del siglo XIX, Richard Preece Williams, empresario británico, decidió construir un ferrocarril minero para transportar el carbón y el mineral de hierro desde la Sierra de la Demanda hasta el enlace con la vía férrea Burgos-Bilbao. Una vía férrea de 65 km entre Monterrubio de la Demanda y Villafría, en las afueras de Burgos. Fueron necesarios cinco años de trabajo. Pero la línea había exigido una gran inversión y no fue económicamente rentable, por lo que en 1910 dejó de funcionar.
Al atravesar las estribaciones de la Sierra de Atapuerca para abrir camino a las vías, se excavó un tramo de 1 km de dura roca caliza, creándose mediante barrenos y taladros un desfiladero artificial de 20 metros de profundidad en el área suroeste de la Sierra de Atapuerca.
No sólo había caliza sino diferentes manchas de arcilla roja que indicaban los lugares donde en tiempos muy remotos habían existido cuevas que con el tiempo (hace unos 180.000 años) quedaron tapadas y repletas de sedimentos. Aquella obra había dejado al descubierto todas las capas constituyentes del yacimiento y era factible ver en el mismo corte todos y cada uno de los niveles con contenido de material arqueológico.
Fuente: Atapuerca: a la búsqueda de nuestros orígenes
Arqueología-Esfinge núm 19 - Diciembre 2001 J.M. Serrano