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El descubrimiento del Okapi

Publicado el 15 diciembre 2012 por Sergio Álvarez @sergio203bio
El okapi (Okapia johnstoni, P.L. Sclater, 1901) es la menos conocida de las 2 especies que componen la familia de los Jiráfidos. De hecho, la mayor parte de la información que se tiene acerca de este animal proviene de los ejemplares en cautividad. Habita las selvas tropicales del norte de la República Democrática del Congo (selvas del Ituri) en alturas entre 500 y 1.500 metros a ambas orillas del río Congo y probablemente su área de distribución se extienda también por buena parte del centro del país. En Uganda habitó antiguamente el bosque de Semliki, pero no se sabe a ciencia cierta si aún sobrevive en esta zona (East 1999). Frecuentan las riberas de los ríos y lechos de arroyos y en ocasiones pueden aventurarse en áreas de crecimiento de bosque secundario (Bodmer 1992). Pueden habitar tanto el bosque lluvioso como el bosque seco.

El descubrimiento del Okapi

Okapi en el "Miami Metro Zoo". Wikipedia.org.

Quizás el hecho que más llama la atención acerca del okapi es que no fue conocido por la ciencia occidental hasta 1901. Como suele suceder en estos casos, los habitantes nativos de su área de distribución (los pigmeos en este caso) conocían al animal desde mucho tiempo antes, ya que era una de sus presas habituales, pensando que era un tipo de caballo debido a su aspecto. Incluso una antigua imagen tallada del okapi fue encontrada en Egipto, por lo que se piensa que los antiguos egipcios ya conocían a este animal. Durante bastantes años antes de su descubrimiento para la ciencia, los europeos en África habían estado escuchando hablar de un animal parecido a un asno al que dieron el nombre de "unicornio africano". Ya hacia 1890 el explorador de el Congo Henry Morton Stanley envió los primeros informes sobre el okapi al mundo occidental, unas anotaciones en su cuaderno de exploración que sugerían que el okapi era un tipo de asno africano que se alimentaba de hojas. En 1901, el explorador y administrador colonial Sir Harry Johnston emprendió una búsqueda del okapi por las selvas del Congo. Johnston consiguió hacerse con unos trozos de piel rayada de okapi que eran guardados por los nativos y los envió al Museo de Historia Natural de Londres, tras lo cual los científicos se apresuraron a anunciar el hallazgo de una nueva especie de cebra. Posteriormente Johnston organizaría una expedición a la selva de Ituri en compañía de los pigmeos para tratar de atrapar un ejemplar de la especie. Consiguió un esqueleto y una piel completos del animal, tras lo cual afirmó que se trataba de un pariente de las jirafas. Según él, el okapi había encontrado un refugio seguro en los bosques del Congo, en los cuales había conseguido sobrevivir durante mucho tiempo. Los expertos piensan que el okapi tiene un aspecto muy parecido al de los primeros jiráfidos del Mioceno. El nombre con el que fue bautizada la especie (Okapia johnstoni) combina la palabra utilizada por los pigmeos para designar al animal (o´api) con el apellido de su descubridor para la ciencia occidental (Sir Harry Johnston). Inmediatamente después de su descubrimiento, zoos de todo el mundo intentaron hacerse con ejemplares de okapi. Estos intentos iniciales estuvieron acompañados de elevadas tasas de mortalidad debido a los rigores de viajar miles de kilómetros en barco y tren. Más recientemente, el traslado en avión ha demostrado ser más eficaz. Hoy en día muchos zoos albergan y crían okapis, y mucha gente los visita todos los años para ver a estos animales (Grzimek 1990).

El descubrimiento del Okapi

Área de distribución del okapi. Wikipedia.org.


Como ya ha sido mencionado, el aspecto del okapi recuerda bastante al de un caballo. Sin embargo, algo que le diferencia de los équidos es su cuello, mucho más largo que el de éstos, aunque notablemente más corto que el de su pariente la jirafa (Giraffa camelopardalis). El color principal del okapi es el marrón, con canela claro o gris en las mejillas, la garganta y el pecho. Las hembras pueden tener una tonalidad ligeramente rojiza. La parte superior de las extremidades traseras y delanteras están surcadas por rayas grisáceas horizontales, mientras que la parte inferior de las extremidades está cubierta por unos peculiares "calcetines". El patrón de coloración único de este animal le permite camuflarse entre la vegetación de fondo y las hojas marchitas de las selvas en las que vive (Grzimek 1990). Los machos poseen un par de pequeños cuernos (no más de 15 cm de longitud) orientados "hacia atrás" y cubiertos de pelo corto. La longitud media del cuerpo es de 2,5 metros, y la altura en la cruz media es de 1,5 m. Las hembras son 4,2 cm más altas que los machos en promedio. El peso oscila entre los 200 y los 300 kilogramos. Tanto los machos como las hembras poseen glándulas interdigitales en los pies delanteros y traseros (Bodmer 1992). Destacan además sus grandes orejas móviles y la larga y oscura lengua muy parecida a la de la jirafa que utilizan tanto en su alimentación como para asearse. Otra característica que comparte con la jirafa es su modo de caminar. Ambos avanzan moviendo simultáneamente la pierna delantera y trasera del mismo lado del cuerpo en lugar de mover alternativamente las piernas de uno y otro lado del cuerpo como hacen otros ungulados (Dagg 1960).

El okapi es un animal solitario que ocasionalmente puede vivir en pareja o en pequeños grupos familiares. En un principio se pensó que eran animales nocturnos pero ahora se sabe que son principalmente diurnos. Se alimentan de hojas de más de 100 especies vegetales, hierbas, frutos, helechos y hongos. Algunas de las plantas de las que se alimentan se sabe que son venenosas para el ser humano. Se ha sugerido que es por esto por lo que los okapis comen también carbón de leña de árboles quemados, como se pone de manifiesto por su estiércol. El carbón vegetal es un excelente antídoto contra las toxinas.
Parece ser que no son animales territoriales, ya que no defienden activamente sus territorios, los cuales además se solapan (Lindsey 2005). Para localizar una pareja durante la época de reproducción utilizan su bien desarrollado sentido del olfato. Las hembras paren una única cría entre agosto y octubre tras una gestación de entre 435 y 445 días (Hanak y Mazak 1991). La hembra madura a los 2 años de edad, mientras que el macho tarda más tiempo. La esperanza de vida ronda los 30 años, algunos ejemplares han llegado a vivir 33 años en cautividad. Su único depredador conocido es el leopardo.
La población total del okapi es estimada en 10.000-35.000 ejemplares. Su estado es de "casi amenazado" debido a su restringido área de distribución (IUCN Red List 2008). Sus poblaciones parecen mantenerse estables actualmente (IUCN Red List 2010). Sin embargo, sus mayores amenazas siguen siendo la pérdida de su hábitat para uso agrícola y el crecimiento de los asentamientos humanos (IUCN Red List 2010). Debido a esto, probablemente serían necesarios estudios más detallados para conocer mejor los requisitos de conservación de esta especie. Hay una reserva natural para la conservación del okapi  en las selvas del Ituri. En algunas zonas sigue llevándose a cabo su caza.

El descubrimiento del Okapi

Macho de okapi junto a un pigmeo en el Congo Belga (1915). (C) American Museum of Natural History.


Por último, destacar como curiosidad que en junio de 2006 un equipo de rastreadores encontró evidencias de la presencia del okapi en el Parque Nacional Virunga, en el este del Congo. Descubrieron 17 huellas además de otros restos. No se encontraban signos del okapi en esta zona desde 1959.
Enlaces recomendados:
El okapi en Encyclopedia of Life
Animal Diversity Web
El okapi en la Lista Roja de la IUCN
http://es.wikipedia.org/wiki/Okapia_johnstoni
http://www.arkive.org/okapi/okapia-johnstoni/
http://www.ultimateungulate.com/Artiodactyla/Okapia_johnstoni.html

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