Revista Cultura y Ocio

El desembarco de Tariq

Por Legionixhispana

Ermita de los Santos Mártires. Medina Sidonia, Cádiz

Andaba reorganizando las notas y apuntes sobre la invasión musulmana cuando, irremediablemente, se me vino a la memoria mi primera visita a Medina Sinonia; de esto hace ya unos cuantos años. El motivo que me empujara a conocerla, aparte de sus maravillosos restos romanos, era la Ermita de los Santos Mártires, santuario también conocido con el nombre de Santiago del Camino, que se encuentra a las afueras de esta preciosa localidad. Resulta también que sobre esas fechas absorbía todo aquello que llegaba a mis manos relacionado con la batalla de Guadalete, la derrota de don Rodrigo y el final de un reino visigodo desde hacía tiempo en decadencia. Pues bien, hoy me animo a tratar uno de los episodios menos conocidos de esta parte de nuestra Historia, me estoy refiriendo a las jornadas previas al enfrentamiento entre ambos ejércitos cuando el general bereber Tariq ibn Ziyad desembarcara en las costas gaditanas. Espero que os guste.

Finales de abril del año 711. Bajo el cobijo que procuraba la oscuridad de la noche, cuatro navíos mercantes, partiendo desde los embarcaderos de Septem (antigua Ceuta) al otro lado del Estrecho, pasaban desapercibidos en aguas de la bahía. Su objetivo era fondear en arenas de Iulia Traducta (la Algeciras romana) con la intención de asentar un campamento base en la zona, tal y como el año anterior hiciera Tarif ibn Mallik en el cercano astillero conocido por los rum (cristianos) como Mellaria.

El desembarco de Tariq

Playas en el yacimiento arqueológico de Mellaria. En la actualidad completamente arrasado debido al uso que se le ha dado como aparcamiento de autocaravanas. Ensenada de Valdevaqueros, Tarifa. Cádiz.

A escasas millas del destino previsto, procurando no levantar sospechas entre los lugareños, las naves plegaron velas para, a golpe de remo, virar hacia un punto indeterminado entre el promontorio natural del Mons Calpe (actual Gibraltar) y la ciudad de Carteia donde buscaban desembarcar.

Fue precisamente en esta ciudad donde una atalaya, desde la que se oteaba la bahía y la costa de Levante, dio la voz de alarma. Rápidamente, la guarnición visigoda que protegía el enclave, como si los llevaran esperando desde hacía días, se movilizó, corriendo a apostarse sobre un amplio espacio de la costa con la consigna de aguantar la posición e impedir que los invasores pudieran tomar tierra.

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Vista del Peñón de Gibraltar desde la torre del Rocadillo en Yacimiento Arqueológico de Carteia. San Roque, Cádiz.

Sorprendidos por la respuesta cristiana e imposibilitados para acercar las naves a la orilla, la fuerza de avanzadilla se vio forzada a la renuncia de sus planes, obligados a buscar alguna otra zona segura de desembarco. Era evidente que el factor sorpresa se había perdido, por lo que no quedaba otra salida que dirigir las naves hacia los abruptos terrenos del peñón, lugar en el que los musulmanes se pertrecharon para resistir el ataque visigodo.

Como consecuencia de las razias sufridas el año anterior, Roderico había asumido la realidad de su reino, es decir, la debilidad que suponía su frontera sur, por lo que adoptó medidas encaminadas a fortalecer esta posición y evitar nuevas incursiones: volvió a poner sobre el mando real la defensa de la orilla norte del Estrecho, antes en manos de los ejércitos privados propiedad del poder local; se estrechó la vigilancia en la costa con nuevos puntos de control; y se desenterraron aquellas leyes promulgadas por el rey Wamba destinadas a tiempos de guerra. En ellas se establecía que, bajo mandato, todos los súbditos residentes en un perímetro alrededor de cien millas de una zona donde hubiese surgido una amenaza, tenían la obligación de tomar las armas sin necesidad de especial convocatoria. Por dicho motivo, tras detectar presencia enemiga, los pobladores de Iulia Traducta, Portus Albus, Carteia, Mellaria y Baelo Claudia, fueran de la condición social que fuesen, debían permanecer preparados ante cualquier enfrentamiento armado que se pudiera producir.

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Torre del Rocadillo. Formaba parte de los sistemas de defensas costeros levantados por Felipe II en el siglo XVI y sucesores. Desde ella se controlaba la desembocadura del Guadarranque, lugar propicio para el fondeo de naves. Yacimiento Arqueológico de Carteia. San Roque, Cádiz.

Atrincherados en la roca el reducido grupo de guerreros bereberes, la guarnición visigoda envió misiva urgente a la ciudad de Asido (actual Medina Sidonia) donde, en esas fechas, se encontraba Evantius, sobrino del monarca y senior gothorum responsable de la defensa de aquella zona fronteriza. En dicho mensaje se alertaba sobre el peligro surgido y se le apremiaba al apoyo para la defensa de aquellos invasores que se habían cobijado en Mons Calpe. Así mismo, solicitaron refuerzos ante la posible llegada de nuevas embarcaciones. Por su parte, Roderico, que se encontraba repeliendo la rebelión de los vascones en el norte peninsular, también era informado.

Era Asido una fortissiman civitatem en poder de los visigodos desde que, en el año 571, el rey Leovigildo se la arrebatara a los bizantinos bajo traición, como no podía ser de otra forma dada su inexpugnabilidad. Hacía tiempo que el poder godo la había convertido en capital de la provincia, en detrimento de una Gades cada vez más arruinada y prácticamente despoblada. En ella se había constituido una de las sedes episcopales de la iglesia católica, en este caso dependiente de la sede metropolitana arzobispal de Hispalis.

El Castellum romano de Medina Sidonia destaca principalmente por sus dimensiones – aproximadamente una hectárea – y por su técnica constructiva. Los elementos que se han conservado lo componen un foso, dos torres y un perímetro amurallado jalonado por torres contrafuertes. Durante la fase de excavación se hallaron los restos de una catapulta tipo escorpio. Conjunto Arqueológico Cerro del Castillo. Medina Sidonia, Cádiz.

Desde su estratégica localización dominaba el paso natural que conectaba la bahía de Gades con la de Iulia Traducta, controlando un vasto territorio donde se asentaban pequeñas ciudades de menor importancia, aldeas, villae fortificadas, turres de defensa, así como otros recintos levantados bajo auspicio y protectorado de la sede episcopal. Este era el caso de la ermita situada extramuros de la fortaleza, construida sobre los restos de un asentamiento hispanorromano anterior y consagrada por el que fuera obispo de la ciudad, Pimenio. Este clérigo fue el mismo que también transformara en templo para el culto cristiano una antigua villae en el ager de la cercana Baessipo (Santuario de San Ambrosio. Barbate, Cádiz).

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Ermita de los Santos Mártires. Medina Sidonia, Cádiz.

Por Asido también cruzaba la ruta terrestre que comunicaba el Portus Albus de Iulia Traducta con Hispalis y el bajo valle del Baetis. Fue, precisamente, la vieja calzada romana Hispalis-Baessipo la que tomaría Evantius, junto a su caballería, con el firme propósito de impedir que prosiguiera el desembarco de quienes, el año anterior, se dedicaron a causar el terror en estas tierras.

Mientras todo ello sucedía, una treintena de navíos de gran calado – entre los que se contaban cargueros, dromones y panfilias – iban y venían desde la orilla opuesta del Estrecho, desembarcando la fuerza militar musulmana, ávida de botín, a lo largo de toda la costa. Fueron tales las expectativas generadas entre los bereberes tras el éxito cosechado por Tarif en las operaciones de tanteo del año anterior que, acuartelados cientos de ellos en la Tingitania, ahora cruzaban las aguas incluso en pequeños navíos pesqueros.

El desembarco de Tariq

Mirador Paso del Estrecho. Tarifa, Cádiz.

Jinetes, infantería y demás fuerzas auxiliares de apoyo pisaban tierra firme. Las tribus de los Magila, Miknasa, Zanata, Nafsa, Hawwara, Masmuda, Sinahaya, Lanata, Awraba, Kutama, Madyuna y, por supuesto, los Gumara clientelares de los cristianos de Septem se concentraban al otro lado de la desembocadura del río, alejados del control visual de las torres vigías. Después del encuentro de las embarcaciones guías con las defensas visigodas, los norteafricanos improvisaron un nuevo punto de desembarco y, acondicionando el enclave para resistir un eventual ataque enemigo, los efectivos bereberes en suelo hispano ya sólo esperaban la llegada del último contingente de tropas y la de su general Tariq ibn Ziyad.

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Dintel visigodo con la inscripción LLE PERONE VOMIT SED SACRV. Ermita de los Santos Mártires. Medina Sidonia, Cádiz.

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LLE PERONE VOMIT SED SACRV. “Por la boca [del diablo] sale (el agua), pero sagrada (por la bendición de la cruz).”.

Reunida en la playa la fuerza limitar suficiente y una vez constatada la escasa oposición cristiana, siguiendo órdenes del propio Tariq antes de la partida, uno de sus chund, Tarif ibn Mallik, formó un grupo de vanguardia compuesto por un selecto centenar de jinetes de su caballería ligera. Raudo, partió a realizar cabalgadas sobre los asentamientos cercanos y a devastar sus cultivos.

Durante toda la marcha Evantius sólo pensaba en la forma de rechazar a los invasores atrincherados al abrigo del peñón. Sea como fuere, debía impedir que se repitieran los saqueos, motivo por el cual se le había encomendado la crucial defensa de esta parte del reino. A la cabeza de su escuadrón de caballería, con el semblante serio e imbuido en sus responsabilidades, espoleaba su montura con el ánimo de incrementar el ritmo del grupo y llegar cuanto antes al territorio del Calpe-Carteiam.

La caballería visigoda ya se encontraba en las inmediaciones de Carteia cuando, sin esperarlo, se vio sorprendida por el ataque de un destacamento de caballería musulmana. Evantius pronto se percató de la gravedad de la situación; habían sido objeto de una emboscada en propio territorio. El sólo tenía noticias del desembarco enemigo en Calpe, desconociendo la magnitud del contingente invasor que ya había arribado en sus costas. En cuestión de segundos se entablaría una cruenta batalla.

Perplejo contemplaba como, uno a uno, sus efectivos iban cayendo bajo la efectividad de las armas sarracenas. No quedaba otra opción que reunir a los supervivientes y replegarse, dividiendo al grupo e intentar salvar el mayor número de vidas posibles.

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Interior de la Ermita de los Santos Mártires. Medina Sidonia, Cádiz.

Este enfrentamiento, que podríamos considerarlo como de primer encuentro, se saldará con la derrota de parte de la caballería goda en los alrededores de Baelo Claudia, cayendo el resto en campo abierto, sobre los arenales del Mons Calpe. Fueron pocos los jinetes visigodos que lograron regresar con vida a la fortaleza de Asido.

Dada cumplida cuenta de su victoria, la vanguardia comandada por Tarif ibn Mallik volvió a agruparse nuevamente para marchar esta vez sobre Carteia, ciudad que se rendirá sin oponer apenas resistencia. De estos primeros encuentros armados los bereberes obtendrán buen número de monturas y prepararán el terreno para continuar avanzando, siempre a la espera de su general Tariq.

El desembarco de Tariq

Arco de medio punto visigodo con crismon destacando sobre su centro y las leyendas RF a ambos lados, cuya interpretación puede ser REFECIT (rehecho) y que pudieron formar parte de las arcadas superiores del ciborio de la basílica. Ermita de los Santos Mártires. Medina Sidonia, Cádiz.

Una vez controlada la bahía costera, el chund bereber dirigió su destacamento hacia la plaza de Iulia Traducta – imprescindible para los propósitos norteafricanos -, siguiendo la antigua vía Augusta que, a principios del siglo VIII d.C., seguía conectando esta región del reino visigodo con la también ciudad costera de Malaca. Temerosos de correr la misma suerte que sus vecinos, la población de esta otra ciudad se hizo fuerte tras las murallas a sabiendas que la ayuda goda tardaría mucho en llegar.

Tariq por fin desembarcó y, junto al resto del contingente musulmán, marchó hacia el lugar del sitio. Fue entonces cuando se iniciaron los términos de la capitulación. El comes Iulianus, anterior dux de las dos orillas en tiempos Witiza y relegado a la guarda de Septem desde la entronización de Roderico, aprovechando su enorme influencia sobre la población, medió para que ésta pactara y abandonara las armas con la entrega de la ciudad. Fue aquí, en Iulia Traducta, donde se estableció el campamento base de los norteafricanos que, desde entonces, se dio a conocer con el nombre de al-Yazirat al-Jadra (Algeciras), “la isla verde”, al igual que el peñón, el cual sería rebautizado tiempo después como Yebel Tariq (Gibraltar), “la montaña de Tariq”.

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Resto de la Mezquita Aljama, conocida como de las Banderas, ordenada construir por Musa ibn Nusayr, caudillo árabe yemení y superior de Tariq, cuando se vio obligado a desembarcar en Iulia Traducta un año despues al conocer la noticia que su general había marchado hacia el interior peninsular contraviniendo sus órdenes. Hotel Reina Cristina. Algeciras, Cádiz.

En las jornadas posteriores a la conquista de Iulia Traducta, las tropas de Tariq ibn Ziyad se dedicaron a realizar algaradas abiertas contra las regiones circundantes, aprovechando la comodidad que les suponía utilizar la antigua calzada romana. Causaron estrago y terror entre las poblaciones de Baessipo y todo su territorio dependiente, Siarum, Carissa, Arci, Lacca, Saguntia, e, incluso, fueron arrasados los cultivos de la propia Asido que, durante las razias del año anterior, no se atrevieron a llegar debido a su enorme fortaleza. Por el contrario, sí desecharon la idea de tomar la vía que los conducía a Hispalis; pudiera ser que no fuera era el momento.

El desembarco de Tariq

Inscripción en ara romana reutilizada. El texto superior queda oculto bajo capas de cal. Traducción: “Aquí están depositadas las reliquias de los santos mártires id. [—]i, Esteban, Juliano, Félix, Justo, Pastor, Fructuoso, Augurio, Eulogio, Acisclo, Romano, Martín, Quirico y Zolilo. Esta basílica ha sido dedicada el día 17 de las kalendas de enero, en el año segundo del pontificado de Pimenio, en la era 668.”. Ermita de los Santos Mártires. Medina Sidonia, Cádiz.

Los hispanorromanos se protegieron cómo y dónde pudieron: los más afortunados al abrigo de las murallas de sus ciudades, en las villae fortificadas, en las torres de defensa situadas en mitad de unos campos de cultivo que fueron arrasados. Incluso se refugiaron en los templos cristianos, rezando a su dios con toda la devoción que el miedo y el pánico les permitían. A esta parte de la Baetica habían llegado noticias sobre la cantidad de cautivos incautados por los invasores, siendo las mujeres jóvenes de piel blanca y cabello rubio, qalliqui como ellos las llamaban, las más codiciadas. Se propagó como fuego sobre las mieses que estas qalliqui eran destinadas a la esclavitud, convirtiéndolas en concubinas, yawari, de sus señores y con las que ellos gustaban buscar descendencia. De ahí que las mujeres godas e hispanorromanas constituyeran el más codiciado de sus botines, independientemente de la ganima (parte del botín que le correspondía al soldado) que pudieran cosechar de sus innumerables correrías.

Transcurrido un tiempo para que los bereberes saciaran aquella sed de ambición arrastrada desde África y lograsen su cuantioso botín, Tariq ibn Ziyad dio orden para remontar la vía fluvial y marchar hacia el interior, manteniendo a su chund Tarif en al-Yazirat al-Jadra como retaguardia del ejército invasor.

El texto de advertencia que leía Roderico y sus nobles señores, en el interior del Palacio de Hércules de la capital del reino, parece que se estaba cumpliendo.

Autor: Javier Nero.

Notas:

CANCEL VISIGODO

Cancel visigodo con símbolos religiosos cristianos, que se situaba en el interior de la iglesia delante del altar. Siglos VI-VII. Museo Arq. de Medina Sidonia.

Son muy opacas y confusas las distintas informaciones que nos han llegado sobre este acontecimiento, contextualizado en fechas previas a la batalla de Guadalete. Las propias Crónicas que han perdurado hasta nuestros días, tanto de historiadores árabes como cristianos, han ido adaptando el relato de una obra a otra a sus propios intereses. Por ejemplo, a los personajes se les llama de distinta forma e, incluso, se utilizan aquellos otros mencionados en episodios posteriores. Este es el caso de Evantius, sobrino del monarca, que en algunos casos se le llama Bencio, Bancho o, como lo describe el moro Ramsis, Sancho. Incluso en ocasiones aparece como el mismo dux Teodomiro que luchará en Guadalete y huirá hacia Orihuela donde acabará pactando con los musulmanes y conociéndose, a partir de entonces, como Tudmir.

También es frecuente la personalización de los hechos. Por ejemplo, es muy común leer que sea el propio Tariq el que desembarque de los primeros en los terrenos abruptos del actual Peñón de Gibraltar, cuestión que, desde el punto de vista lógico, es difícil de entender. Sólo los nuevos estudios e investigaciones en el campo de la estrategia militar nos acercan a una comprensión razonada de lo que pudo suceder antes del enfrentamiento definitivo entre el ejército de don Rodrigo y el de los musulmanes comandados por Tariq.

Por otro lado, y como bien habréis observado, la Ermita de los Santos Mártires no es, en esta ocasión, protagonista principal de la historia. El motivo de mi visita no fue otro que conocer uno de los templos cristianos más antiguos de Andalucía (año 630). En consecuencia, siendo la antigua Medina Sidonia capital de provincia en periodo visigodo, forzosamente este templo tuvo que ser testigo de las razias que los bereberes realizaron en estas tierras tras su desembarco y antes de la Batalla de Guadalete.

El desembarco de Tariq

Torre y cuerpo en el interior de la Ermita. Su altura media-baja corresponde a una obra romana. La parte superior es perteneciente a los siglos IX-X. Ermita de los Santos Mártires. Medina Sidonia, Cádiz.

Sí se sabe que, finalmente, la ciudad fue conquistada por Musa ibn Nusayr tras su desembarco en el año 712, un año después de que lo hiciera Tariq ibn Ziyad. Este caudillo árabe permitió a los cristianos de Asido seguir practicando su religión extramuros, por lo que, con toda seguridad, continuaría funcionando su obispado en este periodo.

En resumen, estos son los motivos que me han llevado a tomarme la libertad de dedicar esta historia, o al menos hacer un pequeño guiño, a este precioso y curioso santuario.

Bibliografía:

  • La conquista árabe: 710-797 (Roger Collins, editorial Crítica)
  • Año 711. La invasión musulmana de Hispania (Domingo Domené Sánchez, editorial Laberinto)
  • Revista Aljandra, 81 (2011): número extraordinario monográfico conmemorativo del XIII Centenario del desembarco árabo-bereber en la costa del Campo de Gibraltar (Carlos Ruiz-Bravo)
  • Estrategia de invasión (708-725 d.C.) (Fernando Solteras Escartín)
  • La Ermita de los Santos en Medina Sidonia (Fidel Fita)
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