En base a reportes, noticias e investigaciones que se refieren al desempleo, con este artículo lo que se pretende es darle la vuelta al asunto. Ver el desempleo como impulso y no como una forma de hundirse.
El 1 de abril del 2014 El Banco Mundial publicó que la mitad de los trabajadores de América Latina tienen un empleo “informal”; a modo de comparación, utiliza una investigación realizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que coloca a países de lugares como Europa del Este donde ese mismo grupo (los que prefieren trabajo “informales) representa alrededor del 12% de todos los trabajadores y en África alrededor del 72%.
Las preguntas en este caso son ¿Por qué? ¿Alguien piensa en las intenciones de esas personas mientras realiza todas esas investigaciones? ¿Se puede ganar menos y ser más feliz?
“El desempleo urbano en América Latina y el Caribe supera el 9.0% en 2017 de lo registrado el pasado año.” 11 de mayo del 2017; Redacción de Reutres.
La balanza entonces se crea en base al empleo fijo, seguro, controlado y “formal” contra el independiente, inestable y más satisfactorio (en ciertos casos) empleos “informales”
¿Quién no ha querido tirar la toalla de vez en cuando? ¿Quién no se ha cansado? ¿A quién no le ganó la rutina? ¿Cuántas personas existen en este mundo que prefieren ir por lo seguro? Con el mismo trabajo, las mismas bases, las misma ideologías. Ahora, de ese grupo… ¿Cuántos son realmente felices con sus vidas?
Muchas preguntas.
Todas necesarias.
Muchas personas tuvieron la suerte (y la valentía) de replantearse sus vidas. Se hicieron esas preguntas o peor, conocen las respuestas.
Hablo del desempleo como impulso a una nueva vida. Como un cambio radical que primero empieza de a gotas y luego se convierte en puro océano listo para arrastrarte a lo más profundo de la vida.
Hubo quienes se animaron a soltar lo seguro en busca de la satisfacción personal. Entonces sí, esas personas no cuentan con un trabajo fijo, pero supieron usar su ingenio para descubrir sus habilidades; utilizar ese “don” que tenemos todos los seres humanos para, de cierto modo, salirnos con la nuestra siempre.
He conocido ejemplos de personas con muchos estudios. Personas contadores, licenciados, ingenieros, abogados, profesores; personas que lucharon para obtener un pedazo de papel que dice “Fulanito, sabe.” Y ¿después? Estas son las que personas que pasaron de contadora a vendedora de crochet, de ingeniero a artesano, de profesor a cocinero para vender en las calles, de licenciada a vendedora online. Y de repente ya no son los mismos.
Una investigación de El Banco Mundial reveló que la mayoría de trabajadores por cuenta propia (banalmente referido a “informales”) “tomaron esa opción voluntariamente, alegando necesidades individuales tales como mejores horarios de trabajo” Y no solo eso, sino que también esta investigación sitúa esos trabajadores en personas de entre 15 a 24 años de edad. Esto se torna, irrevocablemente, al hecho repentino de que las nuevas generaciones no apoyan el sistema: se apoyan a sí mismos.
Una señal de que se dan cuenta que lo seguro no siempre resulta lo mejor. Que las desgracias, lamentablemente, se encuentran a la vuelta de la esquina y te pueden agarrar mientras cumples tus 8 horas laborales en un sitio que no te gusta, que no te llena.
Es animador. Es extremadamente placentero descubrir que no todo el desempleo es malo. Que lo “informal” sí puede dar resultado. Que ser diferente no tendría que ser motivo de preocupación.
Que vender en las calles, ser tu propio jefe, tener tu propia empresa, hacer artesanías, tejer, hacer teatros en los semáforos, vender por internet y muchas otras cosas más no significa ser un informal. Significa entender y aceptar.
Respetar y respetarse.
Y sobre todas las cosas. Significa que te estas ganando la vida a tú modo, bajo tus reglas.
Disfrútala.