Revista España

El desenlace de Ruth y José

Publicado el 27 agosto 2012 por Rocastrillo @roabremeloya

 

Ruth y José, los niños de seis y dos años desaparecidos en Córdoba el pasado mes de octubre, habrían sido asesinados por su padre, José Bretón, quien quemó después sus cadáveres sometiéndolos a temperaturas superiores a 800 grados con la intención de eliminar su rastro y de que no se pudieran hacer muestras de ADN a sus restos.

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A la izquierda, el presunto asesino, José Bretón, padre de los niños. A la derecha, la finca de la familia paterna donde aparecieron los restos examinados.

   Poco después de la desaparición de los pequeños, la Policía encontró en la finca cordobesa Las Quemadillas, propiedad de los abuelos paternos, restos de una hoguera donde había huesos. Los científicos que los analizaron entonces descartaron que fueran humanos y, aunque la finca siguió registrándose en busca de alguna pista que diera con el paradero de los niños, se abrieron otras líneas de investigación.

    Hoy, al saberse que esos restos pertenecían a “seres humanos inmaduros” con las mismas edades que las de Ruth y José, la investigación ha dado un vuelco inesperado. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha confirmado en rueda de prensa que existen dos informes, uno encargado por la familia de la madre, Ruth Ortiz, y realizado por el prestigioso forense vasco Francisco Etxeberría, y otro que el Gobierno solicitó al antropólogo y codirector de las excavaciones de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro. El primer estudio concluye que en la hoguera había restos de dos menores de seis y dos años de edad, y el segundo certifica la existencia de dientes de un menor de seis años. Aunque las conclusiones de las dos investigaciones mencionadas confirmarían que los hermanos fueron asesinados por su padre, José Bretón, ni la Policía ni el ministro del Interior han querido certificar que los restos examinados pertenezcan a los pequeños Ruth y José.

    Sí lo tiene claro la madre, Ruth Ortiz, que contrató y sufragó el análisis realizado por el doctor Etxeberría y que culpó a su ex marido desde el principio. Ella sabía mejor que nadie de lo que era capaz este indeseable. En sus primeras declaraciones públicas, realizadas el pasado día 8 de enero, aseguró que “todo el mundo que conoce a Josésabe que no los perdió en el parque y que él es responsable de su desaparición”. Desgraciadamente, en este lunes negro parecen haberse confirmado sus temores.

    José Bretón está en la cárcel desde el pasado 21 de octubre, acusado de secuestro y de simulación de delito. Una vez que se confirmen las investigaciones y se compruebe que los huesos hallados en la hoguera pertenecen a los niños, será acusado de dos delitos de asesinato con agravante de parentesco. Un portavoz de la familia materna de los pequeños ha pedido esta misma mañana que se haga justicia y a esa petición me sumo desde estas páginas, como madre y como ser humano.

   Desde primeras horas de la mañana, los mensajes con el hashtag #CadenaPerpetua ParaJoséBretón han inundado twitter. No soy partidaria de la pena de muerte, pero sí creo que los asesinos de niños no deberían ver jamás la luz del día.

    Nadie va a devolver la vida a los pequeños vilmente asesinados y es probable que tampoco Ruth, la madre, vuelva a encontrar la paz. No obstante, seguro que vivirá más tranquila si tiene la certeza de que el canalla que segó las vidas de sus hijos permanecerá entre rejas para siempre. Como madre, no deseo para él ni defensa, ni clemencia ni perdón. No quiero escuchar dentro de unos años que ha tenido un comportamiento excelente, que se ha rehabilitado y que su condena puede revisarse. No quiero que lo perdonen ni que lo suelten nunca. Lo único que le deseo es que sufra hasta el último día de su vida. Que el sufrimiento que pretendía y ha conseguido causar a su ex mujer matando a sus hijos inocentes se le caiga encima y brote de cada uno de los poros de su piel. Que no encuentre la paz ni de noche ni de día y que viva como lo que es: un individuo indeseable, miserable y canalla. Que nadie le demuestre un ápice de compasión y que sienta que lo único que despierta en todo aquel con el que se cruce a partir de ahora sea rechazo y asco.

    Desde aquí, mi solidaridad con Ruth y el resto de su familia, a quienes deseo que nunca les abandonen la fuerza ni el coraje para exigir justicia por el asesinato de sus pequeños.

                                                                                          RoCastrillo

 


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