Pero en Estados Unidos, el impulso por complacer a los padres de los niños estadounidenses se reduce al comienzo de la adolescencia, mientras que en China los sentimientos de obligación hacia los padres permanecen potentes, e incluso aumentan, cuando los niños llegan a la adolescencia.
Los investigadores lo atribuyen a diferencias culturales. Los estadounidenses consideran la adolescencia como una época en que los adolescentes reafirman su individualidad, mientras que los chinos creen en la "devoción filial", o la idea de que el niño tiene la responsabilidad de honrar a sus familias y pagar a sus padres por los sacrificios que han hecho al criarlos.
Eso significa que para los niños chinos, llegar a la adolescencia no significa rebelarse ni retraerse de la vida familiar, sino convertirse en un miembro más responsable de la familia.
En la adolescencia temprana, "los niños de EE. UU. sienten menos obligación con sus padres, y están menos preocupados por mostrar a sus padres que son miembros responsables de la familia", explicó la autora del estudio, Eva Pomerantz, profesora del departamento de psicología de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. "Ese declive no se observa en los niños chinos".
El estudio fue publicado en la edición de actual de Child Development.
Pomerantz y sus colegas en China compararon las actitudes de 825 niños de escuela intermedia de entre once y catorce años de edad, en los suburbios de Chicago y de China. En un transcurso de dos años, se preguntó a los estudiantes sobre la escuela y sus padres. Esto incluyó qué tanto confiaban en sus padres, cuánto tiempo pensaban que debían pasar en casa con ellos, y qué tan seguros se sentían al comunicarse con ellos.
Además, se preguntó a los niños sobre su motivación para rendir en la escuela, lo que incluía qué tan importante era para ellos complacer a sus padres o demostrarles que eran responsables.
Los investigadores también registraron las calificaciones que los estudiantes recibían en la escuela.
En ambos países, los niños que se sentían conectados con sus padres, que sentían obligación hacia ellos y querían complacerlos tendían a que les fuera mejor académicamente.
"Los niños que tienen esas relaciones de alta calidad, que consideran que pueden confiar en sus padres y que se sienten cercanos a ellos, también sienten más responsabilidad hacia sus padres", planteó Pomerantz. "Ese sentido de conexión y cercanía tiene que ver con el logro académico".
También en ambos países, los investigadores encontraron que con el tiempo los niños tienden a perder interés en la escuela.
Pero sólo en los niños estadounidenses el declive en el interés se tradujo en una participación académica más baja, señaló Pomerantz.
"Al igual que los niños estadounidenses, los chinos pierden interés en la escuela, pero mantienen su participación", dijo Pomerantz. "No disfrutan tanto de la escuela como cuando eran pequeños, pero siguen invirtiendo esfuerzo y tiempo en estudiar, se aseguran de prestar atención y de memorizar el trabajo escolar".
¿Qué pueden hacer los padres estadounidenses?
En China, el sentido de responsabilidad hacia la familia proviene no solo de los padres, sino de la cultura más amplia, así que es probable que enseñar la "devoción filial" probablemente no funcione.
Aún así, los padres de EE. UU. pueden tener expectativas altas y asegurarse de que sus hijos lo sepan, aconsejó.
Eso no significa ser el mejor amigo de su hijo, sino estar disponible para enseñar, guiar y fijar límites según sea necesario.
"Mientras más invierten los padres en sus hijos y tienen relaciones positivas con ellos, más sentido de reciprocidad crean", aseguró. "Debemos comunicar a los niños desde muy pronto que son miembros responsables de la familia. Que estamos dispuestos a hacer cosas por ellos, pero que esto debe ser recíproco".
El Dr. Louis Kraus, jefe de psicología infantil y adolescente del Centro Médico de la Universidad de Rush en Chicago, dijo que no es sorprendente que a los estudiantes chinos, con su mayor sentido de la devoción filial, quizás les vaya mejor académicamente.
Pero la adolescencia también es un periodo para afirmar la independencia y desarrollar la identidad propia, lo que incluye la capacidad de tomar decisiones, aprender de los errores y aprender la autonomía que es necesaria para ser un adulto exitoso, apuntó Kraus, vocero de la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente (American Academy of Child & Adolescent Psychiatry).
Colocar a los niños en ambientes demasiado rígidos, en que el deseo de logro está impuesto por los padres en lugar de provenir de sus propios impulsos internos, pueden ser contraproducente a largo plazo, advirtió.
"En una palabra, equilibrio", enfatizó Kraus. "La clave de la crianza es no tener tanto control sobre los niños que no puedan tener una sensación de control e identidad, pero al mismo tiempo ofrecerles la estructura y dirección que necesitan".
Un segundo estudio en la misma revista encontró que los adolescentes recurren a sus pares para decidir cuánta autonomía de sus padres es adecuada, al mismo tiempo que exageran la libertad personal real de sus amigos.
Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio llevaron a cabo dos estudios para llegar a esta conclusión. Primero, observaron a más de quinientos estudiantes de sexto a noveno grado, y de duodécimo +grado. Luego, observaron a los niños de sexto y séptimo curso un año más tarde. Algo interesante es que descubrieron que los adolescentes más jóvenes y las niñas deseaban más libertad que los adolescentes mayores y los niños.
Desde | HealthDay News/HolaDoctor
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