Ese momento en que la masa se concentra, el calor humano se condensa, la tensión se acumula y los nervios comienzan a desatarse es cuando los antidisturbios deben estar más alerta. La chispa puede saltar en cualquier momento. Un empujón. Un mal gesto. Un roce inoportuno. Una mirada equivocada. Todo era susceptible de iniciar la bronca. La masa, espoleada por el alcohol en un gran número de sus integrantes, es imprevisible.
Nunca en sus años como policía se había llegado a cuestionar las motivaciones de la gente, ni las razones que llevaban a las personas a comportarse como salvajes amparados por la masa. Aquel día, allí plantada, miraba el desfile de hinchas turcos mientras reflexionaba sobre ello. Y eso, según lo que aprendió en la academia, era algo que jamás debía ocurrir. «No pienses en las razones; piensa en las órdenes», era el lema favorito de su instructor
Sinceramente, no conocía a Rafael Caunedo (Madrid, 1966), ni había oído hablar de este escritor, que es también profesor de escritura creativa en el taller de Carmen Posadas, y decorador. Tiene hasta la fecha publicadas 5 novelas: “Plan B” (Premio Atlantis Isla de las letras 2009), “Helmut” (2011), “Se acabó” (2014), “Lo que ella diga” (2017) y “El deseo de los accidentes” (2021). Tampoco recuerdo con exactitud qué o quién me llevó hasta esta lectura, ¿quizás ese título tan sugerente? Puede ser. . .
Estamos ante una mezcla de thriller psicológico con un género que está muy de moda últimamente, el domestic noir, que me ha sorprendido y gustado mucho. La trama va de un matrimonio en crisis que acaban de ser padres: él es Alberto, profesor de historia que está bastante quemado y ya no disfruta con su trabajo. Tampoco soporta ya a su mujer y por eso tiene una aventura con Karen, otra profe de su instituto. Pero está feliz porque por fin ha terminado de escribir su novela, ahora debe centrarse en intentar publicarla. Y ella es Blanca Zárate, una poli antidisturbios que acaba de incorporarse a su estresante y complicado trabajo, tras unos meses de baja por maternidad. Su apodo en el grupo de la Unidad de Intervención Policial de Madrid, la U.I.P., es Kung Fu Panda, porque, aunque a simple vista parece una persona dulce, es capaz de golpear muy duro, de hacer mucho daño. El mismo día de su incorporación, les mandan a cubrir un partido de la Champions, y ella no se siente cómoda en su papel, siente que ha perdido forma, tanto física como mental. Para colmo uno de sus disparos, una bala de goma, se pierde, rebota y rebota siguiendo una trayectoria fatal, e impacta donde no tiene que impactar y en quién no tiene que impactar. Pero ha sido un accidente, son cosas que pasan.
Y entre la inevitable depresión postparto que padece, el alcohol al que recurre para sentirse mejor, la ansiedad que le ocasiona lo ocurrido en su primera intervención antidisturbios después de un tiempo en casa con su bebé, descubrir que su marido le pone los cuernos y algún que otro trastorno emocional o de personalidad latente que ya debía padecer con anterioridad, Blanca estalla, desciende al peor de los infiernos y se hunde en un pozo oscuro cada vez más profundo, arrastrando con ella a quién tenga que arrastrar en su caída.
Decía más arriba que me ha sorprendido este thriller, sí, y me ha sorprendido este autor capaz de crear unos personajes tan sólidos y bien perfilados, una trama potente con aspectos tan desgraciadamente actuales y a la orden del día: la exaltación al odio, esa violencia que parece estar siempre ahí en cualquier lugar, en estado latente, siempre buscando excusas para despertar por cualquier motivo, las batallas campales en las calles con bárbaros radicales infiltrados en las grandes y pequeñas concentraciones, destrozándolo todo de la mano de ese cóctel terrible que supone la mezcla de alcohol, drogas, pasión y rabia. Suena todo ¿verdad?
Resumiendo: "“El deseo de los accidentes” es una novela que te engancha y no te suelta, que te lleva a reflexionar sobre la difícil tarea que tienen entre manos los antidisturbios y sobre esos fatídicos accidentes que a veces por errores humanos, o por los malditos designios del destino, pueden destrozar la vida tanto a los que sin querer y cumpliendo con su deber lo provocan, como a los que lo sufren en sus carnes. Una historia que también plantea la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada y lo que una persona despechada, herida y rabiosa puede llegar a planificar para llevar a cabo su venganza, incluso a fuerza de destrozarse a sí misma.
La masa tiene vida, genera sus propios movimientos orgánicos y reacciona de manera previsible, como si tuviera conciencia.
Muy recomendable. Seguiré de cerca a Rafael Caunedo y sus próximas publicaciones. Mi nota es la máxima: