Parece cuestión de niños, y lo es, si no fuera porque por medio hay miles de millones en juego.
En este país los mandamases han pretendido ser virreyes con mando en plaza y con sus juguetes particulares que les elevaran a la más alta cuna de la excelencia. No se trataba de muñecas y de rompecabezas, sino de carreteras, aeropuertos y trenes de verdad.
Todos los poderosos han pretendido tener por lo menos un aeropuerto, una autopista y un AVE en su reino. Lo que ha convertido a este país llamado España en un país con infraestructuras cuantiosas, pero lamentablemente desubicadas, contaminantes, ruinosas y poco equilibradas.
Si hablamos de aeropuertos, que alguien me explique cómo es posible que en el País Vasco haya tres, uno por provincia, cuando se construyó el de Álava como aeropuerto que iba a cubrir todo Euskadi, invirtiendo en él una millonada que luego se ha quedado en nada. Hoy el de Bilbao y el de San Sebastián mueven más pasajeros, mientras que el de Álava es mucho mejor como infraestructura.
Si seguimos con aeropuertos, podemos hablar del de Ciudad Real –dos vuelos diarios con una media de 20 pasajeros al día-- que está a punto de cerrar porque no tiene movimiento. O el de Castellón, donde hoy todavía no hay aviones a pesar de haber sido inaugurado hace seis meses y, donde en vez de aviones, lo más que se puede ver, en lugar de aviones, es la estatua dedicada al dios local, el imputadísismo Fabra. O por qué no, podemos hablar del aeropuerto de Córdoba que apenas cuenta con movimientos y que al igual que el de Ciudad Real, no tiene sentido teniendo un AVE que le comunica con Sevilla o Madrid, y el resto del Estado.
Del AVE habría que hablar largo y tendido. Hoy se presume de que tenemos la red de Alta Velocidad por habitante, mayor del mundo. Pero claro, nadie dice a costa de qué. Desgraciadamente se ha abandonado el transporte de mercancías, que en otros países se realiza por tren en su mayoría, y sin embargo en España apenas existen trenes de mercancías, habiendo quedado para el transporte de las mismas, las carreteras, con el consiguiente aumento de contaminación por el exceso de camiones y el costoso mantenimiento de la red urbana por su deterioro por el transporte pesado.
Además, la red ferroviaria española está cada vez más cerca de quedar en la red del AVE y poco más. La mayoría de los pueblos del interior, las zonas rurales que muchas de ellas contaban con estación de tren, hoy han sido abandonadas y condenadas, se quiera o no al transporte por carretera. Numerosos pueblos que ayer disponían de dos medios de locomoción, tren y carretera, se han quedado, en aras a una política equivocada, con una dependencia exclusiva del transporte de carretera.
Hoy, parece que la provincia que no tiene AVE es de segunda, sin entender lo costosísimo de una línea de esa envergadura que podría suplirse con transportes de otros trenes que enlazaran con los AVE más próximos. Pero claro, ahí están, Ciudad Real, Córdoba o Tarragona (Reus) con AVE, aeropuerto y autovía. Ciudades incapaces de rentabilizar esa triple inversión.
Existen además inversiones difícilmente explicables. Además de la de aeropuertos como los de Ciudad Real, Córdoba, Logroño, Badajoz, Albacete y tantos otros, tenemos las estaciones de AVE de Guadalajara y Tarragona, que se han instalado a más de diez kilómetros de la ciudad en plenos desiertos, algo incomprensible cuando en Barcelona y Madrid, los trenes llegan al centro de la ciudad, mientras que en en esas pequeñas ciudades, bien para continuar con otro tren o para llegar a la ciudad, hay que tomar un taxi o un autobús, como si de un aeropuerto se tratara.
No nos hemos enterado que hay que cambiar el modelo productivo. ¿Cómo es posible que en España haya 50 aeropuertos y en Alemania 18? ¿Por qué en España tenemos el doble de vías de Alta Velocidad que en Francia o Alemania? ¿Es que somos más ricos? ¿Por qué en España, las mercancías dentro del país se distribuyen el 95% por carretera cuando en Alemania el 50% se hace por tren?
Hemos gastado mucho y mal, es hora de pensar en las futuras infraestructuras, teniendo en cuenta las necesidades reales, la sostenibilidad del medio ambiente y el coste de inversiones.
No podemos continuar gastando en AVE y en aeropuertos sólo porque al virrey de turno le parezca oportuno tenerlo cerca de su casa. AENA es una entidad pública deficitaria, la mayoría de los aeropuertos lo son. Y RENFE, mantiene todavía números razonables porque tiene líneas muy rentables pero sin embargo ha dejado de cumplir, en gran parte, su misión de servicio público, al abandonar el transporte de mercancías y el servicio entre centenares de pueblos, a pesar de que la inversión viaria estaba hecha .
Nuestro planes de inversión basados en AVE y Aeropuertos para los poderosos ha sido un desmadre que, sin duda, ha demostrado un fiasco, y que deberemos cambiar. Empecemos por arreglar el tema del transporte, con premisas de sostenibilidad del medio ambiente, de rentabilidad y de servicio público. No se puede tirar por la borda los recursos escasos con que contamos. Si no entendemos esto, lo pagaremos nosotros y las generaciones venideras.
Salud y República