Tengo un amigo que siempre dice que los españoles, en los negocios, somos muy desordenados, no planificamos nada pero, al final, todo sale bien. Dice que somos un país dado a la improvisación. Y puede que tenga razón. Y aunque tampoco voy a generalizar, algo de razón no le falta.
Personalmente, pienso que la previsión, planificación y organización es vital en el mundo laboral de cara a poder anticiparnos y que todo salga bien, independientemente de los posibles imprevistos o incidencias que alguna vez puedan surgir. Sin embargo, siendo realistas, esto no es lo que abunda en todas las empresas.
A muchos trabajadores, independientemente del puesto que ocupen, les encanta vivir en el caos y en desorden imperado por su máxima improvisar pase lo que pase. Y esto les hace pasar por aceptable tareas y trabajos desempeñados por él o por los que él dirige, sin dejar de ser verdaderas chapuzas, que les sacará los colores cuando llegue a terceras personas profesionales, dentro o fuera de la empresa.
El problema es que, en vez de erradicar este mal endémico, la chapuza se está extendiendo como una plaga por todas las empresas y sectores profesionales sin que nadie le pare los pies.
Por ejemplo, es muy profesional y lógico cancelar o delegar una reunión de trabajo en el último momento porque al responsable que la organiza le apetece irse a comer con un colega que no ve y pone como excusa que le surgió algo imposible de eludir. Si se cancela, mal porque muchas personas habían reservado ese hueco para esa reunión de trabajo e, incluso podían haber pospuesto viajes de trabajo. Aunque peor es que la delegue en alguien que no tenga ni idea de los temas porque no es la persona que estaba prevista liderase la reunión; se va a notar que no tiene ni idea y las personas asistentes aun se enfadarán más.
También es muy habitual que los clientes pidan un producto determinado con unas características concretas a vuestra compañía y el departamento de producción, por enésima vez, se equivoque o, mejor dicho, mande lo que le apetece y claro está cuando estos se quejan en vez de buscar una rápida solución desde producción esbozan “¿qué queréis que hagamos nosotros?” O “¿qué narices quiere ese…?” Y si en alguna ocasión suena una voz más que otra para que cambie eso y el cliente sigue sufriendo la incompetencia de esa empresa transcurrido un tiempo.
Toca hacer una presentación muy importante a los trabajadores para dejar claro un tema que puede causar controversia como puede ser “la congelación de la subida salarial para el próximo ejercicio” y cuando ya estaba la presentación lista y preparada por sus oradores, una hora antes de que comience, al equipo organizador le apetece cambiarla entera porque no les gusta sin tener en cuenta que ya están preparadas las fotocopias de la anterior para repartir a los 150 asistentes y por supuesto no da tiempo para hacer las nuevas. La nueva presentación no está clara porque no se ha tenido tiempo de reflexionar para plasmar adecuadamente las ideas; las hojas repartidas no coinciden con lo que se expone… ¡vamos! Todo un éxito.
Las políticas están muy claras en las empresas y por ejemplo imaginemos que en una empresa del 1 al 31 de agosto se tiene jornada reducida de 8 a 15, sin embargo, como un año el día 31 cae en lunes ese día ya comienza la jornada normal porque lo dice un responsable, independientemente de que la política diga todo lo contrario y aun no se entiende que los trabajadores se mosqueen.
Todos estos son ejemplos reales y existentes en el día a día de muchas compañías que presumen de ser pioneras, innovadoras, exigentes, profesionales, etc. porque la teoría hay que demostrarla en la práctica. Estos son ejemplos claros del desorden que impera en los hábitos de las personas que dirigen y trabajan en determinadas compañías.
Yo personalmente pienso que no todas las tareas tienen que estar perfectas porque la perfección como tal no existe, sin embargo, sí que deben de estar en términos aceptables de calidad global. Porque para entregar o hacer chapuzas es mejor no hacer nada porque aunque a veces no os lo digan eso da una imagen penosa que es muy difícil de borrar.
Quizás a veces las empresas deben de preguntarse ¿Por qué tienen unos resultados tan negativos? ¿Por qué los clientes están tan descontentos? ¿Por qué no funciona un equipo de trabajo? Y muchas otras cosas buscando las claves dentro de su propia casa y dejar de tirar balones fuera por una vez.
¿Qué chapuzas conoces que se pasen por aceptables en vuestros trabajos?