La mayoría de medios de comunicación recoge hoy una conversación de Rajoy con su homólogo finlandés, en la que le anuncia que la reforma laboral le va a costar una huelga general y aunque no lo dice, que le da exactamente igual.
Primero está por ver si los sindicatos convocan una huelga general, pero aunque lo hicieran lo que Rajoy dejó claro ayer es que le trae sin cuidado.
Desprecia por tanto, el significado de una Huelga General y desprecia a todos los trabajadores y trabajadoras con el anuncio de una reforma que previsiblemente, una vez más, no servirá para crear empleo pero sí para retroceder un paso más en los derechos laborales.
Para la derecha los y las trabajadoras como un coste de producción, así que en época de crisis hay que reducirlo para maximizar el beneficio, ni más ni menos.
Por eso le da igual la huelga, sea una, dos o tres, porque él en una huelga no ve una reclamación por unos derechos sustraídos, sino un pequeño perjuicio al PIB por un día de inactividad perfectamente susceptible de corregir con algún tipo de contrato basura.
Rajoy considera y así lo ha dicho desde que le nombraron Presidente que tiene la confianza de la mayoría de la ciudadanía para hacer lo que le plazca, no porque lo hubiera anticipado en su programa, que no lo hizo, sino porque le han votado.
Habrá quien diga que lo tenemos merecido y en parte tiene razón, cuando se vota a la derecha no cabe esperar más que medidas de derechas, pero de ahí a que encima Rajoy vaya por Europa haciendo gala de lo perniciosas que van a ser sus medidas para la mayoría, va un salto.