El prestigio de los sindicatos ha fenecido ya no pueden levantar la voz en ningún asunto relativo a los derechos de los trabajadores, que era su cometido. Estos sindicatos caerán, como el Muro de Berlín”, dice Esperanza Aguirre. Estos, los que se autodenominan mayoritarios, los que campan por ahí disfrutando subvenciones millonarias del erario público; ya es la hora de que se cierren con grandes candados estas y todas las demás asignaciones dinerarias; el que quiera millones que los gane con su trabajo y esfuerzo.
La mancha de chapapote sindical se va extendiendo y cerca cada vez más a Cándido Méndez, que ya no convence a nadie cuando habla de una especie de conspiración político-mediática de la derecha, para "intentar tapar el caso Bárcenas" a su costa, como así lo va diciendo. El síndrome Amy Martin está haciendo estragos en UGT. Al sindicato le está pasando lo que a la Fundación Ideas: un ERE desató la caja de los truenos, la venganza de los trabajadores despedidos que sabían más de la cuenta y que después de muchos años de oír, ver y callar tenían ganas de hablar y un ERE endiablado se esconde tras el cerco a Méndez, que es secretario general de UGT desde hace 19 años. Mucho está durando.
El escándalo que protagoniza desde hace meses UGT ha dado un salto cualitativo: de Andalucía a Madrid. UGT exporta a Madrid su modelo de facturas infladas, titulaba ABC el lunes. <!--[if !vml]--><!--[endif]-->El Semanal Digital ya adelantó días atrás que Méndez, por más que se resista, tiene el tiempo en contra y su mandato vuela para caer tras el horizonte. Es sabido lo que ocurre en Andalucía, en Madrid y resto de España en todos estos años de trampas, engaños y abusos manifiestos del dinero destinado a los parados y a la discriminación femenina. UGT cargó a la Junta los bocadillos de la huelga general, pidió al proveedor que modificara la factura suprimiendo referencia a cena y desayuno. La falsedad de su actuación, de sus facturas y la de sus manifestaciones, como es falsa la penúltima barrabasada: El borrado de los datos informáticos; ya desde la Transición era conocida por todos los estamentos y demás instancias; se entendía que era algo bueno para su consolidación. El escándalo andaluz del megafraude de los ERE, sólo es la bruma cenicienta de la ciénaga”. Los EREs, son dineros de los parados que aterrizaban finalmente en altos cargos de la Junta y de los sindicalistas
Cándido Méndez proviene del sindicalismo andaluz, conoce y sabe muy bien a sus dirigentes, son gente suya. Según se publica, la UGT de Andalucía cobra de la Junta para su beneficio y sus fastos, tal vez con su conocimiento y propia connivencia de unos y otros; y va pasándole a la Junta las facturas falsas, como la de los maletines falsificados. Méndez, sabe que su tiempo se acaba. Poniéndose en lo limpio y erguido, trata de quitarse de encima un muerto que apesta; se va sacudiendo a los ugetistas andaluces de encima, confiado en escapar de una quema que ya le abrasa las posaderas. Eso es territorio de la jueza Alaya.
Estos sindicalistas andaluces se pierden por los viajes y el marisco. Todo muy ejemplar. En la segunda comunidad con mayor índice de paro de España, los defensores de los trabajadores se dedicaban a abultar su bolsillo y a alimentar su ácido úrico. La nueva presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, acaba de reclamar a la UGT la devolución de 1,8 millones de euros correspondientes a ayudas concedidas por la consejería de Empleo en 2009. Treinta años de régimen socialista en Andalucía han traído estas cosas. Sin alternancia en el gobierno, con todas las terminales del poder bajo el control, con los dineros públicos en su poder, sin organismos reguladores, sin supervisiones, sin fiscalización, sin inspecciones... En Andalucía ha funcionado y funciona desde hace treinta años un sistema de corrupción institucional en el que la Junta repartía fondos públicos a troche y moche, a sindicatos y patronal, sin que nadie osara poner un pero ni elevar una queja (Información de ABC y EL MUNDO).
C. Mudarra
Revista Opinión
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