El despropósito

Se rumorea que una instantánea de la Princesa de Asturias en bikini podría alcanzar, en este peculiar mercado del couché, la astronómica cantidad de un millón de euros.

Ciento sesenta y tantos millones de las antiguas pesetas, es un montante que pocos ciudadanos llegan a ganar en el curso de su vida laboral, resultando escandaloso que se cotice en tal barbaridad un vulgar cotilleo. Si contratásemos a un médico genial, capaz de intervenir quirúrgicamente un triple by pass aortocoronario en un tiempo recordo y con un índice de mortalidad en prácticamente cero, y pagásemos por su ficha cincuenta millones de euros, saltarían las alarmas de todos los medios, los mismos que no se escandalizan si se paga el doble por un portugués intelectualmente más limitado, pero que propina formidables patadas a un balón. Un sacrificado cirujano, después de seis años de carrera, cinco de especialización y no menos de dos oposiciones, aspira a ganar unos tres mil euros al mes, incluida carrera profesional y excluidas guardias, mientras tiene en su mano la vida de numerosos ciudadanos. Un fotógrafo capaz de robar la imagen de Letizia en bikini, ganaría con el clic de su cámara lo mismo que el galeno en treinta años de trabajo, o menos de lo que percibe un futbolista por un mes de su actividad laboral.

Es un despropósito.