Los conductores se amontonan en Pyramit Logistics Peace Land, un parking de camiones a las afueras de Peshawar, a escasos metros de un cementerio de esqueletos de acero y óxido carbonizados en uno de los últimos ataques de los talibanes, cerca de Bata, punto de entrada de las zonas tribales, donde la ofensiva contra la milicia proscrita de Lashkar-e-Islam todavía salpica al legendario paso de Khyber. A pesar de los esfuerzos de la OTAN por destinar 450 dólares por camión para garantizar los lugares de reposo de los camioneros, los ataques y las pérdidas todavía asustan a los conductores que diariamente atraviesan el corredor por las áreas tribales hasta los destacamentos de la misión internacional desplegada. Los camioneros, en su mayoría desplazados afganos, sobreviven entre dos países anclados en una espiral de violencia desde la década de los ochenta, y conviven con el recrudecimiento de las hostilidades y la inestabilidad de los ecos del posible fraude electoral que Karzai protagonizó el pasado veinte de agosto en Afganistán. “Apenas llevo seis meses trabajando como camionero. Cada vez que me subo al volante estoy preocupado. Tengo miedo. Aunque han aumentado las medidas de seguridad, la ruta es muy peligrosa…Siguen matando a compañeros. ” Explica el joven camionero Abdul Jabar, mientras la carretera evoca un destino incierto plagado de chek points militares e incursiones de la insurgencia. Abdul Gami, dueño de una flota de vehículos de gran tonelaje muestra su preocupación: “Hace dos semanas perdí tres de mis camiones en un ataque talibán” En lo que va de año unos 200 camiones han sido atacados a las afueras de la capital de NWFP.
Varios camioneros se apartan. No quieren que los talibanes vean sus caras publicadas. “Los ataques pueden ser a cualquier hora. Pero es nuestro país. Ahí tenemos a parte de nuestras familias y la situación económica no nos permite rechazar los pedidos. Por cada contenedor recibimos 17.000 rupias (unos ochenta euros), y veinte euros más si vamos a Kabul” comenta Ibrahim, padre de cinco hijos. Durante treinta años ha compaginado la carretera con las visitas a su madre en Kabul.
“Entre el 70% y 80% de los suministros, incluyendo el combustible, para las tropas de EE UU y la OTAN en Afganistán llegan por tierra desde Pakistán. El gobierno ha puesto en marcha una nueva estrategia que les impide circular de noche. Hasta hace unos meses de cada cinco camioneros sólo tres conseguían recorrer con éxito los 66 kilómetros que los separan del aeropuerto de Kabul” comenta Anvar Said, gerente de Pyramit Logistics Peace Land. Abdul Jabar se dispone a emprender el regreso a Afganistán. Tras recuperar fuerzas y recoger las 20 toneladas de carga, completará el viaje que comenzó otro transportista pakistaní desde el puerto de Karachi, a 1700 kilómetros. Los contenedores metálicos con provisiones para las fuerzas internacionales en suelo afgano llegan por vía marítima desde esta ciudad portuaria paquistaní. Sólo los afganos pueden cruzar la frontera. Mientras sus compañeros le indican que bascule la dirección del camión para salir del Pyramit Logistics Peace Land, uno de los cuatro centros de seguridad vigilados durante las 24 horas en donde estacionan los camiones, y le recuerdan las precauciones que debe tomar, el hijo de Zarsha sujeta con sus minúsculos dedos la curtida mano, por la aridez del clima, de su padre.
Desde hace 18 años recorre la ruta de Karachi a Peshawar: “No quiero que mi hijo acabe trabajando en esta ruta. Es muy peligroso. Quiero que estudie y así pueda optar a un futuro mejor. Comenta Zarsha protegiéndose del calor entre las sombras que proyectan los alargados camiones que esperan el momento de salir de nuevo a la carretera. Ante la dificultad que entraña atravesar el corredor de Khyber, EEUU y la OTAN barajan la apertura de más rutas a través de las repúblicas centroasiáticas. El ejército estadounidense ya anunció en febrero la creación de un corredor de suministros no militares que empieza en Letonia y cruza Rusia, Kazajistán, Uzbekistán y Tayikistán, pero por el momento la principal vía de abastecimiento de víveres y municiones para la misión desplegada por la OTAN continúa siendo por Pakistán.