Nadie había previsto la magnitud de la derrota socialista que se produjo el 22 de mayo, ni siquiera las más certeras encuestas, ni los más conspicuos observadores y analistas, ni la pléyade de asesores que el gobierno socialista paga para que prevenga y neutralice las amenazas. La gran incógnita que los socialistas y peperos deben descifrar con urgencia, si no quieren ser devorados por el futuro, es ¿por qué se produjo ese terrible castigo?
Este blog Voto en Blanco, cuya misión única es abrir las mentes con la verdad para que existan cada día más ciudadanos informados, independientes, pensantes, responsables y reflexivos, quiere contribuir a descifrar ese misterio con la siguiente tesis:
Dos fatalidades convergieron en la jornada del 22 de mayo y, juntas, hicieron posible el desastre socialista que ha dejado el mapa de España teñido de azul.
La primera fue la presencia de Zapatero en el poder, toda una provocación para los ciudadanos, que ansiaban practicar la venganza contra él y no encontraron mejor manera de hacerlo que votando a sus adversarios de derecha, a pesar de que Rajoy y los suyos no había hecho casi nada por despertar la ilusión de los ciudadanos, ni siquiera se atrevieron a presentar un programa claro para combatir la crisis que atenaza a España y pone de rodillas a los españoles. El PSOE, a pesar de que ya tiene sus sentidos y reflejos muy atrofiados por la riqueza y el deterioro del poder, supo vislumbrar el desastre que se avecinaba y exigió a su líder que prometiera públicamente que no se presentaría a las elecciones de 2012. Pero aquel movimiento, insuficiente, no sólo no surtió efecto, sino que alimentó la hoguera del odio hacia un Zapatero al que los españoles identifican ya con la mentira, la falsedad, el despilfarro, el desprestigio de España, la desintegración del país, el desempleo, la pobreza que avanza y otros males como la corrupción, el deterioro de la política y la arbitrariedad a gran escala. La presencia de Zapatero en los mítines y en la vida política reforzó el deseo de venganza y cientos de miles de españoles la ejercieron con frialdad y crueldad el 22 de mayo, arruinando, por culpa de Zapatero, a miles de candidatos socialistas en todo el país, que no tenían otra culpa que ser compañeros de partido del dirigente más rechazado por su pueblo en toda la moderna historia de España.
La segunda fatalidad que hizo posible el gran desastre electoral socialista fueron las movilizaciones y acampadas del "Movimiento 15 M", que despertó una enorme admiración y adhesión en millones de españoles, que deseaban en su fuero interno sumarse a las acampadas, pero que no se atrevían, ni lo veían apropiado por cuestiones de edad, estética y posición social. Pero, secretamente, creció en ellos el deseo de castigar al injusto sistema que denunciaban los jóvenes en las plazas: "No hay pan para tanto chorizo", "Game Over para los políticos", etc., Cuando llegó la hora de votar, descubrieron que podían sumarse al movimiento juvenil depositando un voto de castigo a los que mandaban. Ese sentimiento movilizó contra el PSOE a cientos de miles de votantes, muchos de los cuales ni siquiera confiaban en el PP, ni le habían votado nunca, pero lo hicieron entonces porque sabían que ese voto iba a dolerle al poder establecido y odiado: a los políticos arrogantes, al Tribunal Constitucional que había legalizado a BILDU, a los banqueros amigos de Zapatero, a los sindicatos amancebados con los socialistas, a la legión de corruptos que en Andalucía robaban pensiones y a las mentiras, engaños y múltiples carencias de un Zapatero que se ha convertido en pararayos de todo el odio y el recelo de los ciudadanos honrados de España.
Puede afirmarse con la mayor contundencia que la presencia de Zapatero al frente del PSOE y del gobierno atrajo y concentró el repudio ciudadano y que la rebeldía del Movimiento 15 M, presente en las plazas de España, contagió a la ciudadanía, que ejerció su particular censura en las urnas votando contra el gobierno. Algunos presidentes de mesa e interventores en la jornada electoral han contado que muchas personas mayores les decían: "nuestros hijos están en las acampadas y nosotros les apoyamos con este voto". Eran votos cabreados y rebeldes que fluyeron como un río contra un Zapatero, que es ya, para la mayoría de los españoles, el símbolo supremo de la indecencia política.
Juntas, esa dos fataliadades hicieron posible el desastre socialista del 22 de mayo.