Revista Maternidad

El día de las castañas

Por Cuchu

El día de las castañas
Un domingo del mes de octubre amaneció muy soleado.La brujita Estela fue a buscar a su mejor amiga, la burrita Gema.-Hace un día precioso, ¿te apetece dar una vueltapor el campo?- preguntó Estela a su amiga.-Siiiiiiiiiiiii, así comeré un poco de hierbafresca. ¡Qué ilusión!-Contestó Gema muy contenta.El día de las castañasA las dos les gustaba mucho disfrutar de lanaturaleza. Prepararon unas rebanadas de pan y quesitos para cuando tuvieranhambre, porque aunque Gema pensara comer hierba, la verdad es que el pan conquesito le gustaba muchísimo más. Tardaron poco tiempo en llegar al campo,porque vivían en un pueblo que estaba justo al lado. Cuando llegaron al río, laburrita Gema metió sus patas y con el rabo salpicó a Estela.
-¡No me mojes! Mi sombrero de bruja se encoge con elagua y es nuevo- protestó Estela.
-Pero si eres bruja; si se encoge sólo tienes quehacer un hechizo y volverá a su tamaño. ¡Eres un poco gruñona!-contestó gemadivertida, pues le gustaba hacer de rabiar a su amiga.
Siguieron su excursión por el campo disfrutando delsol. Las mariposas revoloteaban alrededor de la burrita, y ella corríaqueriéndolas coger entre risas.
-¡Mira cuantas castañas hay en los árboles!-Exclamóla brujita Estela.
-Son castaños- dijo Gema.
-Ya lo sé sabionda, de los castaños salen castañas-replicó Estela.
Se miraron la una a la otra y dijeron al mismotiempo ¡vamos a recoger unas cuantas! La burrita por un lado y la brujita porotro, recogían castañas del suelo, ¡había muchas!
-Menudo banquete nos vamos a dar, voy a preparar ungran pastel e invitaré a todo el pueblo-decía Estela entusiasmada.
-Yo me las como asadas, que es como más me gustan,¡qué ricas!- se relamía la burrita.
A la hora de comer se sentaron al lado del río, a lasombra de un gran árbol, y sacaron el pan con quesito, ¡estaban hambrientas!Un escarabajo pelotero pasaba cerca de ellasllorando y Gema sintió curiosidad.-¿Por qué lloras?-preguntó la burrita con interés.
El escarabajo se acercó a ella muy apenado, con laesperanza de que le ayudara.
-Soy Víctor, el escarabajo pelotero más famoso de lazona… mis pelotas siempre han sido las más redondas y grandes, ¡y ahora heolvidado cómo se hacen!- Explicó el escarabajo entre sollozos.
-¿Y por qué te has olvidado de hacer pelotas?- preguntóEstela muy intrigada.
-Porque ayer iba cuesta arriba con una de las másgrandes que se haya visto nunca, tropecé y caí rodando; la pelota cayó encimade mí y me golpeó la cabeza… y desde entonces he perdido la memoria, ¡ay demí!- se quejaba Víctor.
Gema y Estela se miraron, pensando que debíanayudarle, y sin perder tiempo, la burrita cogió unas hierbas que luego entregóa su amiga. La brujita metió las hierbas en su sombrero, añadió una semilla dememoria que llevaba en su bolso de bruja, unos polvos mágicos y pronunció unconjuro. El escarabajo las miraba sin comprender qué estaban haciendo.
-Come- dijo Estela ofreciendo a Víctor las hierbaspreparadas en su sombrero.Víctor masticó aquello que le ofrecía la bruja y enunos segundos, recobró su memoria…
-¡Gracias, mil gracias! Tengo que irme a prepararuna pelota muy grande y redonda- dijo Víctor lleno de alegría-. Ah y como veoque lleváis castañas, si vais al Monte Alto, encontraréis muchas más.- Y dichoesto el escarabajo se fue cantando dispuesto a hacer una gran pelota.
Estela y Gema fueron al Monte Alto, que estaba cercay cogieron muchísimas más castañas… Estela tuvo que sacar una carreta de subolso de bruja para meterlas todas, y Gema tiraba de ella, para eso era unaburrita.
Volvieron a casa a media tarde, cargadas de castañaspara un año. Las descargaron en casa de Estela y cuando estaban a punto deguardarlas en la despensa, el señor pimiento vino de visita.
-Hola chicas- dijo el señor pimiento.
-Hola Ramón. ¡Mira cuántas castañas! Haremos pastelpara todo el pueblo- dijo Estela muy contenta.
-Bueno haz el pastel para quien quieras, pero yo lasquiero asadas- recordó Gema a su amiga.
El señor pimiento cogió una de las castañas y laabrió para comerla…
-Creo que no podréis comerlas- dijo Ramón.
-¿Po qué?- preguntó la burrita Gema.
-Son pilongas- contestó el señor pimiento.
-Pi… ¿qué?-exclamó Estela sin entender.
-¡Pilongas!, están amargas y no se pueden comer, ¿nolas habréis cogido en el Monte Alto?, allí todas las castañas son amargas, poreso no las coge nadie- explicó Ramón que entendía mucho de los frutos delcampo.
Estela y Gema se llevaron una gran desilusión, ¡todoel día cogiendo castañas! Y ahora no podían comerlas… El señor pimiento se marchóa su casa.
Gema y Estela no sabían qué hacer con tantascastañas pilongas.
-¿Sabes quién se las comerá aunque estén amargas?-dijo Gema.
-¿Quién?- preguntó Estela.
-El cerdo Tusto-. Gema pensaba que al menos serviríanpara alguien.
-¡No seas burra! ¡Están amargas!-contestó Estela.
-¡Cómo no voy a ser burra si he nacido burra! ATusto le gustan amargas… en realidad le gusta cualquier cosa- contestó Gema.
Así que al final decidieron regalarle las castañasal cerdo Tusto, que se puso muy contento y a cambio las invitó a cenar una tazade chocolate con pastel de moras. El día de las castañas había sido muy divertido, porquejugaron en el río, corrieron con las mariposas, disfrutaron del sol, ayudaron aun escarabajo, aprendieron qué son castañas pilongas, llenaron la despensa deTusto y comieron pastel de moras. ¿Qué más se puede pedir?
Y naranjaanaranjado… este cuento ha terminado, ¿os ha gustado?
Autor. María Jesus BlancoEl día de las castañasSafe Creative #1110190333266# 

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