Revista Insólito

El Día de los Muertos

Publicado el 01 noviembre 2020 por Redespress60

El ‘Día de los Muertos’  se celebra los días 1 y 2 de noviembre, teniendo su origen en las culturas prehispánicas  y data de hace más de 3.000 años atrás.

El Día de los Muertos

La muerte, en todas las culturas y civilizaciones, ha estado cargada de diferentes simbologías. La cosmovisión indígena de los purépecha tenía varios rituales para celebrar la vida de sus ancestros y honrarlos durante un mes entero, el noveno mes del calendario solar mexicano, que coincidía más o menos con el actual mes de agosto. Las celebraciones para este retorno transitorio de las almas incluían cráneos de difuntos, altares y ofrendas.

Cada año, a finales de octubre y principios de noviembre, los mexicanos realizan una tradición-ritual para festejar a los muertos, esta tradición tiene como finalidad deleitar con sus platillos y comidas favoritas a los santos difuntos que llegan a visitar a sus familiares vivos.

El Día de los Muertos

Según el historiador Patrick Johansson, el culto a los difuntos se realizaba para encaminar el alma hacia el espacio-tiempo de la muerte que le correspondía, por lo que se mantenían rituales continuos, ya que se tenía la creencia de que los fallecidos tenían una participación espiritual activa en la comunidad.

El culto al Día de Muertos es un legado ancestral que puede verse en las distintas culturas prehispánicas que habitaron el territorio. Los orígenes de esta celebración son anteriores a la llegada de los españoles que tenían una concepción única del alma, algo que les impidió entender el que los indígenas atribuyeran a cada individuo varias entidades de ánimas y que cada una de ellas tuviera, al morir, un destino diferente.

En la época prehispánica, como primer festejo para el difunto era el funeral, el cual tenía una duración de cuatro días, su finalidad era la separación del fallecido de los vivos, por lo que contenía elementos que representaban la vida que había tenido y otros, que le ayudaban al difunto a transitar por el lugar de los muertos. Al ser un festejo triste, todos participaban de distintas maneras, las plañideras, que eran mujeres que lloraban por el fallecido durante todo el funeral, los que acudían a dicho festejo llevaban regalos o presentes que dependían del rango del fallecido, todo ello para que le acompañara en su camino al lugar de los muertos, como por ejemplo ropa, joyas incluso hasta esclavos. También se preparaba al difunto, bañándolo y envolviéndolo en una mortaja, la cual representaba su condición, facultad y circunstancia de muerte y se le colocaba una máscara pintada.  Por otro lado, se realizaban danzas por parte de los parientes que eran oficiados por los cantores que eran acompañados con tambores y copal. Se ofrecía en las ofrendas, comida y bebida de cacao a los difuntos, se ponía cera y flores de cempasúchil.

Esta flor conocida como la flor de los veinte pétalos, forma parte de la tradición en la ofrenda a los difuntos y es utilizada en todas partes con motivo decorativo. La tradición cuenta que la luz de estas flores ilumina el camino de los difuntos para que puedan volver a casa a visitar a sus familias.

Posterior a los cuatro días, el cuerpo del difunto en compañía de sacerdotes ataviados como el Dios que representaba al difunto y todos los presentes que recibió, era llevado al camino de la cremación o el entierro, según fuese el caso, el cual constituía un viaje de regreso al vientre materno de la muerte, el lugar de lo negro, lo rojo, el lugar de la cremación. Regularmente los reyes eran los que eran incinerados antes de su entierro, el cual representaba la transformación del alma, mientras que los macehuales eran solamente enterrados.

En la mitología azteca, Mictecacíhuatl es la reina del Mictlán, la región de los muertos. Para los aztecas, Mictecacíhuatl representaba el principio y el fin de la vida. Ella junto, a su rey, les da la bienvenida a todos aquellos que mueren por causas naturales. Pero antes de llegar a ella, los difuntos, ya sean nobles o plebeyos o ricos, deben atravesar un largo y doloroso viaje por el Camino de los Muertos. Una vez que terminen su trayectoria se encontraran con los reyes del Mictlán quienes le permitirán disfrutar del descanso eterno.

El Día de los Muertos

Con la llegada de los españoles -con su cristianismo, evangelización masiva y su ‘Día de Todos los Santos’- los rituales funerarios prehispánicos se adaptaron un poco a las tradiciones de los colonos y lo que hoy se vive en México es un luto naranja: sincretismo perfecto de creencias precolombinas y cristianas como es el ‘Día de todos los Santos’.

Aún así, cada pueblo mexicano celebra éste día con alguna particularidad que los identifica, aunque todos tienen en común una cosa:  no es una fecha para llorar, sino para celebrar la vida después de la muerte. Lo más interesante, es que esa fecha no remite precisamente a una ausencia, sino a una presencia viva que ha trascendido a la eternidad; la muerte es una metáfora de la vida que se materializa en el altar ofrecido: quienes hoy ofrendan a sus muertos serán en el futuro invitados a la fiesta.

Aunque en 2008 la UNESCO declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la celebración del Día de los Muertos, quizá lo que catapultó esta fiesta a la fama mundial fue la película ‘Coco’.  Es más, hoy en día se organizan rutas por los pueblos en los que está basado el largometraje de Disney .


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