Estimado lector,
Cuando Jesucristo enseñó hace más de 2,000 años, no fue reconocido como el mesías, los judíos, enceguecidos de religiosidad e intereses propios, lo clavaron en una cruz. Pero hubo unos que si le reconocieron, solo que lamentando con dolor tortuoso que el hijo de Dios ya este entre ellos. Estos fueron los demonios que habitaban la Jerusalén de esa época.
Donde quiera que Jesús andaba, su santidad torturaba a las entidades demoniacas. En Mateo 8:28-34 estos le dicen: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?". A diferencia de los judíos y su pésimo entendimiento de las profecías, los demonios lo reconocieron como el Hijo de Dios, y sabían que serían juzgados, pero que aún no era el tiempo. Las huestes de maldad temían al Juicio Final, evento que sabemos ocurrirá en el futuro (2 Pedro 2:4).
Jesús no se sentía impresionado de que los demonios lo reconocieran, usualmente los mandaba a callar. Pero tomemos este hecho como una evidencia más de que Cristo volverá pronto a cumplir las profecías. Más de 350 pasajes de Antiguo Testamento fueron cumplidos por Jesús de forma literal en su Primera Venida, es implícito por tanto, que las otras 1,500 profecías o menciones de su Segunda Venida también se cumplirán literalmente. Y este tiempo está muy cerca (Apocalipsis 22:12)
Esta separación de dos milenios del ministerio de Jesucristo es algo que los fariseos no entendieron. Ellos esperaban que el mesías cumpla con todas las descripciones de los profetas, incluyendo el reinado glorioso de Jerusalén y su salvador reinando sobre el mundo en una paz perpetua. Es por esto que ahora recibirán al Anticristo.
En Isaías 61, hay pasajes que hablan de un ungido que vendrá para anunciar la buena noticia a los pobres, liberar a las personas encarceladas, sanar a los ciegos y liberar a los oprimidos. Unos 700 años después de la época de Isaías, Jesús se atribuye el cumplimiento de este ungido a sí mismo. Él entra en una sinagoga en Nazaret, le entregan el rollo del libro de Isaías, encuentra la profecía y la lee:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para proclamar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año del favor del Señor”.
—Lucas 4:18-19
Representación del mesías abriendo los rollos.
Lo que llama la atención es que Jesús dejó de leer abruptamente Isaías 61:2 a la mitad del versículo, inmediatamente antes de la mención del "día de venganza". La parte de Isaías que no se leyó sería:
"…Y el día de venganza del Dios nuestro”De esta forma, Jesucristo no solo afirma que él es de quien escribieron Isaías y todos los profetas; sino también divide la profecía y su cumplimiento en dos partes. Lo que leyó en la sinagoga aquel día lo cumplió en su primer ministerio, y cumplirá lo restante cuando vuelva en gloria al final de la era presente, el Día de Venganza sobre aquellos que voluntariamente se le oponen.
—Isaías 61:2a
Luego de leer la profecía de Isaías, Jesús se sentó y Lucas nos dice que: “los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes”. La multitud, que parece en cierto momento divida, decide asesinarlo por lo que acababa de decir. Jesús pasó milagrosamente entre ellos y continuó su ministerio en Capernaum. Su tiempo de muerte sacrificial aún no había llegado (Juan 7:30)
Irónicamente, es en ese rechazo que Jesús cumplirá su misión como el Mesías. El cumplimiento lo llevará a la cruz. Allí el Mesías morirá para cubrir y pagar los pecados de su pueblo, y también los nuestros. El Hijo de Dios rompe las cadenas que nos atan. El sacrificio de Cristo, en nuestro lugar, nos libera de las ataduras de la muerte y de Satanás. La tumba abierta lo confirma: Cristo ha resucitado, y todos los que confiamos en él, resucitaremos con Cristo y viviremos para siempre.
En resumen, lo que nos narra Lucas 4 es una afirmación del cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Jesús está diciendo que él es la razón del ministerio profético de los primeros profetas. Él es la razón por la que sufrieron, él es la razón por la que profetizaron. Jesús todavía está hablando estas mismas palabras hoy. Gracias por leer el newsletter de esta semana. No olvide compartir el material con sus familiares y cercanos.
Jhonkbn