Hoy en Valencia haremos algo más que quemar fallas. Celebramos el día del último mono de la casa, esa pobre criatura transformada en una especie de “Androide de protocolo” que permanece arrinconada en el sofá, balanceándose en estado de catalepsia, escondido detrás de las mantitas y los cojines, sin saber muy bien que ha pasado. Ese que antes del advenimiento del pequeñajo era la otra parte de la pareja, incluso tenía un trocito de armario y un huequecito en la nevera que ha visto como se colonizaba con ropita liliputiense y frasquitos de potitos. Era un tiempo que acabó con la llegada del enano. Se volvió el anónimo cambiador de pañales, el “oye, podías hacer algo y moverte”, “vete a comprar pañales y haz algo en lugar de intentar escaquearte con los amigotes”. Ha pasado a ser el adjunto silencioso. Algo así como el robot “Roomba”, ese que lo dejas y el solito te barre y friega el suelo de casa sin rechistar (muy práctico oye). Pues aunque parezca mentira, hoy es el día de ese “nadie”.
A veces pienso que eso de celebrar el día del padre por San José, en Valencia tiene su guasa. ¿Será casualidad que hoy, justamente hoy, quememos los ninots?¿Será una indirecta?.
Bueno, ya está bien que no es para tanto. Hoy celebramos el día de aquél al que cuando eras pequeñito veías como una especie de superhéroe de tebeo, el padre. Aunque de verdad y pensándolo bien, lo justo sería fusionar (ahora que eso está de moda) el día del padre y el de la madre porque debieran ser las dos mitades de lo mismo.
Hoy es el día de una de las personas más importantes que pasarán por la vida de uno, en la mayoría de los casos para bien. No concibo la idea de un padre que no se preocupe por su hijo porque sería otra cosa monstruosa pero no un padre. No se es padre por el hecho de engendrar, lo es por procurar el bienestar del hijo. Es algo indescriptible, no supe que existía el resorte ese en mi cerebro hasta que vi la carita del mio (y ahora que me llama papi… pues nada, que me licuo). Entonces, sin hacer un máster ni nada, aprendes que tu misión en este mundo es conseguir que ese pequeñajo crezca con toda la felicidad que seas capaz de darle y un poquito más.
Es entonces cuando valoras a ese señor que siempre estaba en segundo plano, detrás de tu madre. También a él le saltó el mismo botón y se desvivió por darte lo que podía, con mayor o menor acierto pero lo intentó. De repente empiezas entender muchas cosas del pasado.
Hoy deberíamos pensar en ese padre que ha hecho todo cuanto está en sus manos por vernos crecer y que sonríe cuando te ve aparecer por casa, aunque haga cien años que no te has pasado. Hoy es el día para salir corriendo a darle un beso y abrazarlo con afecto, si todavía podemos. Deja de leer esto y corre a hacerlo, hazme caso, no vaya a ser que mañana sea tarde.
Os aseguro que para él un abrazo cariñoso va a ser suficiente para devolverle lo que siempre ha hecho por nosotros. ¿Cuanto tiempo hace que no le dices que lo quieres?¿no te parece que el día del padre es una buena excusa?