Revista Opinión

El día después del suicidio de un familiar o allegado

Publicado el 23 agosto 2019 por Carlosgu82

Entramos a un tema delicado. El suicidio es considerado en nuestra sociedad como una tragedia que deja a los familiares y allegados en la cuerda floja. Es una experiencia tan traumática que nadie puede permanecer neutral. Todos reaccionamos de alguna manera. Entonces, ¿qué pasa el día después del suicidio de un familiar o allegado?

Al día siguiente comienza el proceso de duelo y cada proceso será diferente.

El día después del suicidio de un familiar o allegado

El duelo es la reacción física y emocional que experimenta una persona tras la pérdida de algo o alguien. Está dividido en etapas sin un orden en concreto: Negación, Ira, Depresión, Negociación e Ira. Es un viaje complejo. La muerte de una persona cercana demanda adaptarnos a una nueva realidad donde no está nuestro familiar o amigo. Puede que incluso tengamos que replantearnos nuestra vida entera si esa persona era tan importante para nosotros.

Podemos afirmar que se puede vivir el duelo de una manera saludable o destructiva, pero es más complicado que eso. El paso de la negación a la aceptación tiene de por medio una oleada de dolor que parece que nunca va a terminar; ira hacia uno mismo y la persona que se suicidó; una depresión incapacitante y corrosiva que cae como una sombra sobre nuestro ser; miedo a tocar el tema con otros; culpa si llegamos a sentirnos felices cuando «se supone» que deberíamos estar tristes; ideas suicidas; aislamiento; ansiedad. No podemos ser nosotros mismos mientras enfrentamos una pérdida de tal magnitud.

Sentir todas estas emociones negativas es saludable en realidad. Es necesario, pues es nuestra reacción natural ante la pérdida. ¿Entonces cuál es la manera destructiva de llevar el duelo?

Negar el duelo

El día después del suicidio de un familiar o allegado

Es diferente negar la muerte de una persona a negar el proceso de duelo. Negar el suicidio de un familiar o allegado es una parte natural del proceso de duelo. Nuestro cerebro no puede procesar que esa persona con la que convivíamos todos los días ha desaparecido y no la volveremos a ver nunca. Hay una disonancia y requiere tiempo llegar a la aceptación.

En cambio, negar el proceso de duelo es negarnos a vivir el proceso de sanación. Ejemplos:

Negarte el proceso de duelo y esconderte en el trabajo: Muchas personas se vuelven adictas al trabajo y nunca se dan tiempo para vivir el dolor y la confusión. Viven escapando de una realidad desoladora y se vuelven esclavos de su propia negación. No pueden parar de trabajar y trabajar y pensar en el trabajo.

Negar el proceso de duelo consumiendo drogas: Un escape a la realidad más efectivo es el consumo de estupefacientes y otras drogas. Es una evasión completa de la realidad. Eres capaz de olvidar que has perdido a alguien. Eres capaz de disfrutar, pero las consecuencias son desastrosas. Cualquier adicción implica que la persona está huyendo de algo, y mientras más tiempo se evade, más difícil será en el futuro lidiar con el problema.

Negarte el proceso de duelo por presión o tradición social: Éste es más difícil de explicar. En ciertos países es socialmente aceptable que una persona nunca enfrente su proceso de duelo y se quede estancada en la negación y la depresión. Ver a una mujer sufriendo por su hijo veinte años después de su suicidio es alentado. Se tiene en buen concepto a las personas que permanecen tristes. Es la romantización de la tragedia. Es la manera Hollywoodense de evadir el duelo. Se piensa que si una persona vuelve a ser feliz después de la muerte de un ser querido se piensa que esa persona no amaba tanto a su fallecido. Es una manera totalmente torcida y enfermiza de romantizar el duelo.

Lo mejor para ti es también la ruta más difícil. Son los menos los que quieren enfrentar el dolor y vivir el proceso de duelo de manera orgánica. El día después del suicidio de un familiar o allegado es una tragedia que nos brinda dos opciones: quedarnos estancados o crecer.

El día después del suicidio de un familiar o allegado


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