Revista Salud y Bienestar

El Día M, y lo que vino después

Por Anna
El Día M, y lo que vino despuésY así, casi sin darme cuenta, después de una tarde de paseo y relax, llegó el día 218: el examen MIR.
Primero, antes de comentar nada del examen, quería pediros disculpas por no pasarme antes por aquí: os prometo que me he acordado mucho de vosotros, me he sentido mal por esta falta de noticias por mi parte, pero el domingo me conecté un ratito y había una auténtica locura desatada en Internet respecto al examen, así que necesitaba alejarme de todo eso unos días... Lo segundo que quiero decir antes de nada es gracias, GRACIAS con mayúsculas porque me habéis hecho sentir muy arropada, y eso ha sido muy importante para mí. 
... y ahora sí, veamos cómo se presentó el día.
El sábado por la mañana fue un día muy raro... Tras acostarme tarde y preocupada por si no podría dormir, me sorprendí durmiendo del tirón hasta casi las 11 de la mañana, mientras que a mi lado era Req el que no había pegado ojo durante toda la noche. Al abrir los ojos, sólo pude decir "0", al ver que la cuenta atrás había llegado al final... y que yo estaba sorprendentemente tranquila. No desayuné; me limité a comprobar el aula del examen y que lo tuviera todo, arreglarme, y salir muy pronto hacia el lugar del examen: 3 horas antes, ya estaba allí.
Al llegar al Campus lo primero que hice fue comprobar dónde se haría el examen, cómo era mi aula, y dónde podría esperarme mi familia para cuando saliera. Tuve la fortuna de encontrarme con mi tutora, que me deseó suerte, y con un par de caras conocidas... casi tan compungidas como la mía. Porque no, no estaba nerviosa (todavía), pero se me hacía terriblemente raro estar ante el que posiblemente era el día más importante de mi vida y sentirme tan ajena a lo que estaba pasando. Por suerte, a los pocos minutos llegaron mis padres y mi hermana, y nos reunimos para comer algo delante del aulario.
El restaurante era una auténtica locura, lleno de gente que hacía lo mismo que nosotros: padres, hermanos y novios nerviosos, opositores repasando lo inabarcable en un repaso, otros como yo sencillamente disfrutando de la comida, otros mirando de refilón la tele que había para calmar los nervios... Hasta que se acercó la hora, las 15h, y la gente empezó a desfilar hacias las aulas. A las 15.15h estaba de pie ante la puerta y fue allí, una media hora antes del examen, cuando pasé los peores minutos de estos meses. Tener que despedirme de mi familia, con lágrimas en los ojos, me hizo muy difícil contener mis propias lágrimas y nervios, y al entrar, mientras esperaba en el pasillo con otras 60 personas a que me llamaran, se me hicieron los minutos más largos y duros de mi vida. ¡Qué nervios pasé en ese momento! Es difícil explicar todo lo que me vino a la cabeza en ese rato: indicaciones de cesárea, plazas en pueblecitos abandonados, mi familia llorando, tratamiento antiretroviral, pensar que era un examen el que me jugaba mi vida, lo mucho que me había costado llegar hasta allí... Demasiadas sensaciones para vivirlas sola.
Por suerte, una vez entré en el aula me calmé; no del todo, porque la repartición de los examenes se alargó exageradamente, y todos en clase estábamos nerviosos, pero esos minutos los ocupé cerrando los ojos y respirando hondo, y creo que funcionó. Hasta que llegó el examen...
... el examen. Qué puedo decir que no corra ya por cientos de páginas de Internet. Como dicen mis compañeros, el examen "fue raro de cojones", y a mí me parece una buena forma de resumir esas 5 horas.
La primera parte del examen, las 30 preguntas ligadas a imágenes, fueron HORRIBLES, muy mal: imágenes rarísimas, pocos datos clínicos, temas poco preguntados habitualmente... obviamente yo, que pese a todo había entrado con mucha seguridad en mí misma, bajé muchos puntos en cuánto a autoestima y subí enteros en pesimismo, pero decidí que no había nada que perder, así que continué adelante. Aunque el siguiente bloque, de Digestivo, tampoco me fue muy bien, a medida que avanzaba el examen la cosa empezaba a dárseme mejor, y fui recuperando el control.
Al principio, perdí mucho tiempo por pregunta decidiendo si marcar o no la opción que consideraba correcta; cada vez que lo iba a hacer oía una voz en mi cabeza que decía "que esto no es un simulacro, que es el MIR, ¡asegúrate! ". Me daba pánico dar una opción y pasar a otra pregunta... Pero el sentido común me volvió rápido, y entendí que así no iba a hacer nada: tenía que hacerlo como lo había hecho siempre. De modo que empecé a contestar antes de leer las opciones, buscando luego la opción que encajaba con mi respuesta, o bien leyéndolas bien pero sin miedo, marcando una y justificando rápidamente porque no podían ser las otras. Algunas preguntas fueron fáciles, esas en las que pensabas que algo estaba mal porque no podía ser tan fácil; otras fueron muy difíciles, tanto que antes de leer todas las opciones ya decidí dejarla en blanco... Pero en general, y pese a todo, creo que aunque raro, fue un examen compensado.
No fue, en absoluto, un examen fácil; si le sumamos que ha sido el examen más largo de la historia del MIR, que se han repetido pocos conceptos de otros años, que ha habido muchas preguntas totalmente subjetivas, que el bloque de Miscelánea ha sido lo peor... si le sumamos todo eso, nadie podría entender por qué salí de clase sonriendo y contenta. Pero salir tras casi 5h, ver a tus padres, a tu hermana, a tu novio y a tus mejores amigos en la puerta, mucho más nerviosos que tú, hacen que olvides el mal rato y te concentres en poner la mejor de tus sonrisas y darles un fuerte abrazo. De todos modos, no era una sonrisa fingida: pese a todo, salí convencida de que las preguntas que me habían ido bien eran más que las que me habían ido mal así que, como les dije "creo que me ha ido como un simulacro de los flojos".
Rápidamente salí de allí, donde la gente empezaba a salir y reunirse también con sus familias, y nos metimos en un bar para hablar del examen. No les dije mucho más que ahora, porque verdaderamente creo que cuando sales de allí nadie sabe cómo le ha ido, hay sensaciones encontradas: no paras de pensar en las preguntas que has dejado en blanco, en ese concepto que en el último momento no te vino a la memoria, en ese tema que creías dominar y no lo hacías... pero también en esa pregunta que es un punto seguro, y en esa otra pregunta rara pero que, sin saber cómo, sabes que tienes bien. Contenta, estaba muy contenta por haber terminado, y eso era lo que me bastaba.
Tras una noche de dispersión, llegaron las horas de sueño... y esa noche sí que no coseguí dormir. Estaba tan nerviosa pensando en el examen, que en ningún momento dudé en despertarme a las 8 y mirar mi resultado antes de que Req marchara a trabajar. Así que eso es lo que hice, y tras muchos nervios introducí mi plantilla en el programa de la Academia, que me dio un puesto estimado, mis netas y la media del examen (a priori, que hasta que el Ministerio no saque su plantilla todo esto puede variar). ¡¡El subidón que me dio comprobar que no me equivoqué en mis sensaciones fue genial!! No he hecho un examen excelente, pero sí mucho mejor que la mayoría de mis simulacros; no tengo un número muy alto, pero sí lo suficiente como para escoger lo que quiero (si se cumplen las previsiones de otros años); no un número que me permite estar del todo tranquila, pero sí lo suficiente como para saber que si no entro en mi primera opción, en la segunda voy a poder escoger entre lo mejor... Con gente que todavía no ha introducido su examen, con preguntas que se impugnarán y serán anuladas, con respuestas del Ministerio que diferirán de las de la Academia, con todo eso, estoy muy contenta. Mi número es bueno, y es mejor que el que me marqué como objetivo. Al fin y al cabo, ¿un 3000 y pico suena bien, verdad?
No ha habido mucho que hacer después de esto... El domingo estuve relajada, entrando un momento en el foro de la Academia para ver qué se respirtaba por allí; el lunes tocaron compras y limpieza, y ayer alargar un poco más la desconexión para no volver a ponerme nerviosa y pensar lo que no podré hacer con mi número. Todavía no me hago a la idea de que no tengo nada que estudiar, y como he estado ocupada haciendo otras cosas pendientes, todavía no he empezado del todo "mis vacaciones", pero os aseguro que sentarse después de comer sin pensar en lo que queda por estudiar, ponerme a dormir hasta la hora que quiero, y pensar que pese a todo, parece que la cosa ha ido bien, es increíble.
Ahora sólo queda esperar a todo lo que falta por venir: plantilla oficial, impugnaciones, lista definitiva, asignación de plazas... Os lo iré contando, os lo prometo, pero creo que podéis respirar (más o menos) tranquilos.
¡¡Muchas gracias a todos!!Si tienes algo que decir (¡seguro!), déjame un comentario :)

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