El avión de la Argentina carretea por la pista de las Eliminatorias y vuela hacia a Perú. La tierra donde ganó por última vez el 4 de septiembre de 2004, en el viaje al Mundial de Alemania. Y más allá de aquel 3-1, el recuerdo de ese partido desempolva una fotografía triste: la despedida de Marcelo Bielsa en el seleccionado. En pleno festejo, y sin activar las alarmas, el Loco cuerdo canceló su ciclo de 68 partidos. Un recorrido que incluyó el sueño astillado en Corea-Japón, la Copa América perdida contra Brasil por penales y el éxito bañado en oro en los Juegos de Atenas. La salida oficial se conoció diez días después del regreso de Lima. ”Grave enfermedad deja sin energía a Bielsa”, fue el título sugerido a una cronista. El Loco sonrió en esa respuesta y se marchó con su línea de juego ofensiva, el discurso sincero y el respaldo de gran del plantel. Un punto destacado tiempo después por su alter ego, Claudio Vivas, en la revista Un Caño: “El jugador argentino es noble, deja todo por la camiseta. A cambio, pide respeto y nosotros se lo dimos. Marcelo es honesto, frontal y leal. Y eso es lo que más le reconocen”.