Revista Cultura y Ocio
El poeta y filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson en uno de sus escritos señalaba ‹‹en muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida››. Hacia ese mismo lugar apunta el escritor y periodista Javier Morales cuando confiesa, en El día que dejé de comer animales (Silex Ediciones), que fue la lectura del libro de Jonnathan Safran Foer lo que lo llevó a convertirse en vegetariano: «Un buen libro, leído en el momento oportuno, no solo puede llegar a transformarnos, como pedía Borges, sino que puede cambiar una vida, humana o no, incluso salvarla. La lectura de Comer animales cambió la mía».
Tal vez sea por esa razón que el autor vehicula su ensayo animalista sin soltar nunca de la mano lo literario, circunstancia que redunda en su amena y ágil lectura.
Javier, con una voz sincera, opta por el relato autobiográfico para, a través de la narración de sus experiencias, no solo descorrer las cortinas que ocultan el padecimiento de muchos animales y lo que su consumo conlleva (tema principal del libro), también para poner de manifiesto la importancia de leer. Ambas cosas caminan juntas. Es por ello que, en su ensayo, encontraremos múltiples citas de autores, incluso un poema completo de Antonio Gamoneda. También nos dará cuenta de sus jóvenes pesquisas literarias y de algunas anécdotas relacionadas con ellas, por ejemplo la de sus primeros encuentros con el escritor extremeño Gonzalo Hidalgo Bayal —cuya obra aprovecho para recomendar, como hizo Javier conmigo—, quien, según nos cuenta, le mostró el libro de Sartre, Las palabras, compuesto por dos únicos capítulos, “Leer” y “Escribir”, de los que, me atrevo a pensar, toma el nombre su blog.
De esta forma el autor vincula su formación lectora con la apertura de una conciencia observadora y crítica, y con ella su elección de optar por una dieta vegetariana. Sin dogmas, intenta ponernos frente a un espejo en el que poder reflejarnos para que, solo si lo consideramos conveniente, nos planteemos ciertas cuestiones.
Pero no solo nos muestra su mirada. A través de sus investigaciones y de las múltiples entrevistas que realizó, entre otros, a los filósofos Jorge Riechmann y Óscar Horta o a los activistas Javier Moreno y Ruth Toledado —fundadora de El Caballo de Nietzsche—, Javier comparte con nosotros la de otras personas comprometidas activamente con la defensa de los animales. Así, saca al escenario una verdad para muchos desconocida. Unas veces porque se nos oculta y otras porque optamos por cerrar los ojos. Y no lo hace para que nos convirtamos en vegetarianos, sino para ayudarnos a tomar conciencia tanto del maltrato al que son sometidos los animales que inertes llegan a nuestras mesas como del impacto (daños colaterales) que la ganadería industrial produce en el medio ambiente y, obviamente, en nuestra salud.
Sobre dichos daños, en gran medida, se profundizó el pasado viernes durante la amena e interesante charla que el autor mantuvo con el activista Leonardo Anselmi y con el periodista ambiental Antonio Cerrillo en la librería La Caníbal, con motivo de la presentación de su libro en Barcelona.
Tal vez el objetivo de Javier Morales al decidir escribir este libro no fuera tan ambicioso como se señala en la cita de Emerson, pero lo cierto es que su lectura no va a dejar a nadie indiferente. Como él mismo apunta, será cada lector quien elija qué quiere mirar, qué quiere ver.