La sangre te hace pariente, pero solo la lealtad y el amor te convierten en familia.
Alba y Nacho se conocen desde que eran niños. La conexión entre ellos es muy especial y aumenta con el paso de los años, hasta que ella se casa y, obligada por su marido, se distancia de él. Nacho se marcha a Londres. Allí encontrará al amor de su vida, a quien luego perderá a causa de una desconocida enfermedad. Alba, que no sabe lo mal que lo está pasando su amigo, acude a él tras su fracaso matrimonial. Su reencuentro crea una unión irrompible, pero al cabo de poco tiempo ella descubre que Nacho también está enfermo. En su afán por ayudarlo a luchar contra lo que parece inevitable, Alba conocerá a Víctor. Y lo que en un principio no son más que encuentros fortuitos, se acaba convirtiendo en un amor incondicional que le permitirá superar sus miedos e inseguridades. Esta novela hará que te cuestiones varias cosas: ¿por qué el destino es capaz de hacernos encontrar a nuestra media naranja en el peor momento de nuestra vida? ¿Por qué siempre decimos que se mueren los buenos y los malos se quedan aquí para fastidiarnos? Si quieres conocer el desenlace de esta tierna, emotiva y dura historia de amor y amistad, no te pierdas El día que el cielo se caiga.
Editorial: Planeta
Encuadernación: Tapa blanda / Epub
Impresiones
Sin duda, he sido demasiado optimista al pensar que por disfrutar relativamente con Pídeme lo que quieras (de la misma autora), sería similar en este otro relato, que creo que hace aguas por todas partes. Seamos justos: aunque esta vez me quedo con peor sabor de boca, tiene innegables virtudes.
Como por ejemplo que es, evidentemente, muy fácil de leer, y carece de historias raras de disparos, asesinatos y demás. Son hechos cotidianos; cosas que le podrían pasar a cualquiera y, a veces, apetece una lectura así.
Además, se trasluce cierta buena fe en lo que se nos cuenta. Se imparte una enseñanza positiva. Se infunde optimismo. En definitiva, se intenta aportar un poquitín de esperanza en el género humano.
Sin duda, los protagonistas son buenas personas. Demasiado... Ridículamente buenas...Tanto, que acaban resultando personajes del todo planos. Tanto, que llegan a provocar vergüenza ajena. Tanto, que te tientan a caerte mal, de puro buenos que son.
Por si fuera poco, están aderezados por una recua de secundarios algo bochornosos construidos a base de clichés, con una evolución personal muy difícil de creer en algunos casos.
Por ejemplo, una de ellos muta de barriobajera quinqui a chica normal buenecita en pocas páginas y lo he representado más abajo en tres frases que aún me cuesta creer que pertenezcan al mismo personaje:
"-Qué pasa, troncos.
-Venga, colega..., no me des la brasa.
-Qué bueno es pasar de nuevo esta noche en familia.
Me gusta nuestra tradición."
Como remate, un par de malos malísimos que parecen diseñados por alumnado de parvulitos, a brochazo limpio. Tampoco profundiza ni un segundo en cosas que se supone que son importantes para los protagonistas en algún punto de la narración, como la Movida Madrileña, cuya casi única mención (terrible, bajo mi punto de vista) es:
"Todo el mundo comenzó a hablar, a disfrutar y a vivir la movida madrileña. Nacho y Alba estaban metidos en el movimiento hasta el fondo, y disfrutaban junto a sus amigos siempre que podían,"
Y para colmo yo, que soy tan ingenuo que me cogen por sorpresa los giros argumentales de todo lo que leo, esta vez he visto venir desde kilómetros el final del libro en todos sus ángulos. Es ultra-previsible.
Por supuesto, la inevitable historia de amor hace de hilo conductor, con un parco aunque elegante ingrediente picante.
"mataría por cerrar la puerta, desnudarla y hacerle el amor allí mismo, sobre la mesa y los albaranes.
En su casa, cada vez que cerraba los ojos en la cama, la imaginaba desnuda a su lado. Anhelaba hacerle el amor, hacerla suya, y oírla decir eso lo puso a mil. Cuando ya estaba acercando su boca a la de ella..."
A nivel descriptivo sí se disfruta más, pues tiene su punto agradable esa manera de plasmar unos convincentes Madrid, Barcelona y hasta una pizca de Londres. Se respiran las localizaciones. La acción se desarrolla correctamente, a buen ritmo, con elipsis bien distribuidas, aunque hay una incomprensible insistencia en recrear las Navidades que disfrutan año tras año, rozando la monotonía.
Lo más interesante es, sin duda, la temática. Mucha gente se identificará con la problemática vital que se nos expone y se planteará el valor de la familia y la amistad en casos críticos. En el fondo, desbrozando aquí y allá los citados inconvenientes, hay una reflexión interesante y útil.
"Debía sonreír a la vida, porque ésta le había enseñado que había que apreciar lo que se tenía y disfrutarlo al máximo, antes de que el tiempo pasara y le hiciera recordar lo que había tenido y no había apreciado ni disfrutado. (...) Le hizo aprender a ser consciente de que, aunque la vida le daba razones para llorar, también le daba muchas razones para sonreír, y que la positividad era lo que convertía un día mediocre en un día increíble difícil de estropear."
Por último quisiera resaltar la pobreza léxica que impera en esta novela escrita hace ya algunos años, al parecer. Sin duda, encontramos varios casos.
Por ejemplo, no es buena señal que aparezca tantísimas veces la fórmula " sin duda".
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